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viernes, 19 de julio de 2024

DE GIGANTONES Y CABEZUDOS A LOS "PAPAGÜEVOS" DE AGAETE.

 


Si hay algo que diferencia nuestras fiestas del resto similares, además de muchas otras cosas, son nuestros singulares "papagüevos".

Desde que tenemos datos escritos de las fiestas, mediados del siglo XIX, la entrada o bajada de la rama era acompañada por bandas de música. A finales de dicho siglo ya aparecen los “gigantones y cabezones”, que no debieron ser distintos a los que por miles de ciudades y pueblos de la cristiandad, pregonaban y anunciaban con alegría las fiestas en sus vísperas, generalmente religiosas.

A partir de 1912, son denominados en los diferentes programas de festejos como gigantes y cabezudos. No es hasta 1984, siendo alcalde el escultor Don José de Armas Medina, cuando se empieza a denominar en los programas como los llamaba la ciudadanía desde hacía muchos años, "papagüevos".

El significado de la palabra; papahuevo, papa güebo, papagüebo o papagüevo, cualquiera es correcta según el diccionario histórico del español en Canarias, no es otra que; figura que resulta de ponerse una persona, una gran cabeza de cartón, lo que le da la apariencia de enano, y que, en algunas fiestas, suele acompañar a los “gigantones”. Usándose también para denominar a persona estrafalaria y ridícula.

Una de las referencias más antiguas con que contamos acerca de la palabra papagüevos en Canarias, la encontramos en Libros de gastos de (1701-1751), referente al año 1722, del convento de Nuestra Señora de la Consolación, Santa Cruz de Tenerife, sign. 3568: Dosientos sinquenta y seis reales a los que bailaron los papagüebos, tamboriles, diabletes, y los que cargaron el órgano en la prosesión el día 15.

En el Diario de José de Anchieta y Alarcón (1706-1767), de 1749: «sucedió un caso gracioso y es que en la pared de la Yglesia de los Remedios que mira a la calle de La Carrera del lado de arriba de la puerta estaba un monifato como el papagüebo yacía como mitra porque decía el D. Vicente que allí como papagüebo tenían al Obispo».


Los primeros datos de cómo debieron de ser aquellos originales papagüevos de Agaete y a quienes representaban, nos remite a las fiestas de 1902, en el programa se dice; Día 5, a las dos de la tarde saldrán dos carrozas alegóricas precedidas de “gigantones”, que representan a las razas humanas y los pueblos. El éxito de las fiestas en virtud de la prensa de aquel año, se debe al entusiasta alcalde de Agaete Don Juan de Armas Merino (1870-1917). Según la tradición oral fue el que hizo los primeros papagüevos, tras conocerlos en sus viajes por la península y América.

En la fotografía, gigantes y cabezudos centenarios en Zaragoza, como podemos ver;  un chino, una negra, don quijote y otros. Parece que era una tradición que en los papagüevos estuvieran representadas las razas humanas, así sucede en Agaete al menos desde 1902, el papagüevo de don quijote se perdió en los años cincuenta.

Esos papagüevos que representaban a las razas humanas y otros, renovándose por el deterioro y uso, han sobrevivido en el tiempo, y aún hoy en día, siguen bailando cada cuatro de agosto; la negra, la japonesa, el chino, el negro… Otros terminaron por desaparecer o sustituidos por nuevas figuras.

Don Juan de Armas Merino (1870-1917).

Continuó con la tradición de Don Juan de Armas, Don Luis César Expósito del Rosario (1903-1937), matarife del pueblo, a quien se le atribuye, con algunas dudas, la realización del papagüevo actual de la negra, otros testimonios dicen que lo dejó a medias antes de ser detenido y asesinado en la guerra civil, terminándolo otros, algunos se lo atribuyen a Don José de Armas Medina, sin mucho fundamento. 

Hay que tener en cuenta que los papagüevos se prestaban a otros pueblos que carecían de ellos para sus fiestas, además eran muy pesados por sus estructuras, lo que ocasionaba que en muchos casos, cuando la alegría de vino y el ron, junto con el cansancio, hacían mella en sus bailadores, terminaran estrellando su cara contra el suelo. Por lo que había que repararlos y repintarlos todos los años o construirlos de nuevo. 

 

Fotografía posterior a 1953, aparece el papagüebo de la pelíca y el marinero entre otros.

Otro de aquellos “artistas” que contribuyeron a la realización de nuestros papagüevos fue, Don Cirilo Tadeo del Rosario (1921-1958), constando en el archivo municipal, en los libros de gastos del ayuntamiento, el encargo en el año 1948, por parte del alcalde Don José Armas Galván, la confección de seis papagüevos y el pago por un importe de 300 pesetas a Don Cirilo. En relación con este hecho, según el fallecido poeta Sebastián Sosa Álamo (Chano Sosa), en su libro “Efemérides”, dice; "mira por donde vuelve a tocarme a mí, hacer las dichosas cabezas, no tan grandes como las anteriores, Y a la hora de cobrar renuncie a mi parte por motivos que no viene al caso", no aclarando mucho más. 

Fotografía datada en 1952, la Rama bajando por la calle Guayarmina, podemos ver dos papagüebos negros, uno parece la negra actual, la vaca, don Quijote, el jorobado, la antigua  china y el diablo.

Según recordaba Juan Saavedra, “el machuco”, los papagüevos que se bailaban en la rama de principios de los años cincuenta se fabricaban por parejas, eran; "el marinero y Maruca", padre e hija, el quijote y Sancho panza, el corcovado, que la gente le buscó parecido con un carpintero de la villa, el diablo, la vaca, la negra, el negro, una filipina y un chino, pero que no eran los actuales que fueron hechos por Don José de Armas, más tarde.


Don Juan Godoy Barroso, en conversación reciente, me confirma esa afirmación de que los actuales papahuevos de “las razas”, fueron hechos en el “Huerto de las flores” por don José de Armas. Don Juan Godoy, a finales de los cincuenta, principios de los sesenta, antes de marchar a la ciudad de Las Palmas, participó en varias ocasiones en su reparación y repintado, actividad que se realizaba en unas casas en ruinas, de propiedad municipal, que se encontraban donde hoy en día está el edificio de correos y la antigua sindical. Las reparaciones se hacían a base de pegar papel de viejos periódicos mojados en una mezcla hervida de agua y harina que llamaban engrudo. Todos los papahuevos que realizó Don José, el primer año de su estreno, salían del Huerto de las Flores a su paso de la rama por las proximidades.

Acuerdo de fecha agosto de 1958, en el que el pleno del ayuntamiento felicita al polifacético artista,  Don José de Armas Medina, por los papagüevos realizados y farolas incorporadas desinteresadamente a las fiestas de aquel año. 

José de Armas Díaz, hijo del escultor, recuerda ver a su padre hacerlos en el antiguo solar, actual parte moderna del ayuntamiento y otros en una casa antigua de propiedad municipal, donde se construyó la edificación conocida por "la sindical", rememora ver hacer el chino y la japonesa, con los negros tiene dudas, pero al menos los vio remodelar y pintar por su padre.

Dudas aparte sobre la autoría de determinadas figuras, quien verdaderamente le da el carácter que en la actualidad tiene nuestros papagüevos es el escultor y caricaturista local, Don José de Armas Medina (1913-1996). Contaba Don José que sobre 1953, vio bailar la rama con verdadero estilo de papagüevo al marchante y matarife del pueblo, Don Pedro Hernández, conocido por “el pelica”. Al paso de la Rama por la carnicería, situada en el arco de la bajada al huerto de las flores, salía con su delantal y cuchillo en la mano, sorprendiendo con admiración a propios y extraños por su gracia y su forma de bailar, todo ello le sugirió perpetuar su figura en un papagüevo para la eternidad. Recabó su autorización, que acepto rapidamente, posó unas cuantas veces para modelar su figura en barro y luego cubrirlo de cartón piedra. Lamentablemente el papahuevo desapareció, parece que por decisión familiar, fue quemado una vez fallecido don Pedro. 

"La pelica"

El éxito fue grandioso, lo que le animó a realizar unos cuantos personajes en años sucesivos. Siendo unos catorce papahuevos los que se le puede adjudicar a sus manos.

El Pupulo:

Sin duda el papagüevo más logrado y querido del escultor y todo el pueblo es el del “Pupulo”, si bien Don José sentía una especial predilección por el papagüevo de “Manue”, conocido por “el carila”, por la bondad y simpatía del personaje real, al que tuve el honor de conocer en mi niñez.

"Manue", conocido por "Manue el carila".

Contaba Don José que, al Pupulo tuvo que pagarle doscientas pesetas de la época y algunos rones mientras posaba, para convencerlo de que se dejara hacer un papagüevo. Este personaje característico de aquel Agaete había nacido en 1910, coincidí en mi niñez y juventud con él, flaco y alto, siempre con una gorra a lo Hanfry Bogart en “la reina de África”.

En una entrevista en la prensa de los años setenta, curiosamente manifestaba que nunca había bailado la rama, la rama era cosa del papagüevo y no puede haber dos Pupulos en la Rama. Francisco Martín Bermúdez, que es el verdadero nombre del Pupulo, vivió casi toda su vida a costa de los muertos de la villa, era el sepulturero, aunque como él decía; “estoy rascado, es un mal negocio, aquí no se muere nadie, en Las Palmas sí que resulta”.

En el círculo, el Pupulo (foto historia y personajes de Agaete).

Una de las anécdotas más curiosa de este personaje que acostumbraba a dormir la siesta dentro de los nichos del cementerio, fue que; un día "Chano el barbero", que andaba por el campo santo, lo vio salir de uno, y antes de que sacara la cabeza, salió corriendo como alma en pena, pregonando por todo el pueblo que un difunto había resucitado. El Pupulo nunca tuvo miedo a la muerte, cuando le preguntaban por ella, cómo los grandes filósofos contestaba; Estando muerto estoy mejor, porque no molesto ni me molestan. A quien único tenía miedo era a los lagartos y a la Guardia Civil, si veo uno largo todo y salgo corriendo.

Su único vicio era enyescar y tomar unos roncitos; “si no lo hago, Jesús..., me afisio”, decía.

El Pupulo pasó los últimos años de su vida rodeado de sus cinco gatitos, a los que les tenía un gran cariño, afirmando; si se muere uno me pongo hasta de luto.

Incluso para morirse fue especial; eligió el 8 de diciembre de 1980, el día de la Inmaculada Concepción, patrona de la villa.

Maggie Fleming.


Otro de los papagüevos emblemáticos de nuestras fiestas es el de Maggie Fleming, una norteamericana que apareció por Agaete a finales de los años sesenta del pasado siglo y que conquistó el corazón de los agaetenses, fue el último papagüevo de la saga de Don José de Armas. En una ocasión me comentó; que a pesar de que Maggie nunca cobró por posar, fue el papahuevo más caro de todos los que había realizado, por el número de botellas de güisqui que consumieron los dos mientras lo estaba moldeando.

 

El relevo a Don José de Armas lo tomó un joven de la localidad, Rosendo Martín García, que ya lleva más de una quincena de papahuevos realizados, entre otros los populares; Cristo, el faneque, el chachá, el primo, Mari la del correo, Piti la enfermera, su propia madre Mariquita…, y más recientemente Marcelo. Rosendo cambió la antigua técnica de empapelar con engrudo los modelos en barro, por la fibra plástica, dándole a las cabezas más durabilidad y menos peso que, junto con armazones de aluminio, hacen que bailarlos ya no requiere el esfuerzo de antaño.

Presentación del papagüebo de Marcelo, año 2018, hecho por Rosendo Martín y cartel de las fiestas del Valle de dicho año, realizado por un servidor (fotografía José Luis Rosales).

No podemos olvidar a “la Pacoya”, mi vecina, papahuevo muy popular, realizado por su prima Mercy Cruz Suárez.

En definitiva, nuestro papagüevos, inspirados en personajes reales o tradicionales; por la historia que llevan consigo, la magia de sus bailes, símbolos de nuestra cultura popular, de nuestras fiestas, deben de cuidarse, mimarse desde las instituciones y por el pueblo en general, como garantía de pervivencia de esta tradición.

 

Curiosa fotografía datada en 1958, El Heraldo Antonio García, abriendo la comitiva de la Rama, con el mensaje del anuncio de las fiestas.



La Rama, 1959.

  

Fiestas de 1903, casa de los Armas, patio del actual ayuntamiento, carroza realizada por Don Juan de Armas Merino, en la foto sus hijos; Inés, Santiago y sus sobrinos.

Bibliografía:

Diccionario histórico del español de Canarias.
Archivo municipal de Agaete.
Archivo parroquial de Agaete.
Testimonios personales.
Prensa de la época a través del portal Jable.
Efemérides sin fecha  de Sebastián Sosa.
Fotos FEDAC y familia de Armas.