Entre muchas historias que desde pequeño escuché a mi abuela materna, ésta sucedida hace más de cien años, sobre la trágica muerte del secretario del ayuntamiento, ocasionada por los "sachazos" que le dio en la cabeza el marido de una esposa infiel, en una casa del barrio de San Sebastián, siempre me llamó la atención. Los hechos tuvieron mucha repercusión en la prensa de la época y por toda la comarca, esta es la historia:
D. Pedro Martín González era un acomodado comerciante, entre otras cosas representante en el pueblo de la "Compañía Arrendataria de Tabacos y efectos timbrados", su comercio del centro de Agaete, donde está la actual oficina de correos, era el único autorizado para vender tabacos, sellos, loterías y demás efectos timbrados, además de propietario de fincas de cultivos y recaudador de impuestos.
Compaginaba sus negocios con el cargo de Secretario del Juzgado de Paz de la Villa, había sido miembro de la junta de enseñanza local. Formó parte de la comisión encargada de valorar y recaudar donativos con motivo de los destrozos y calamidades que causó el temporal de 1896, junto con el diputado provincial D.Francisco Bethencourt Armas y el cura párroco D. Juan Valls y Roca. Era casado y tenía varios hijos.
Diario de Tenerife de 21 de septiembre de 1895, nombramiento de representante de la CAT en Agaete a D. Pedro Matín.
D. Pedro Martín era secretario del Juzgado desde 1875, así lo atestiguan numerosas sentencias publicadas en los Boletines Oficiales de la Provincia de Canarias, en 1902, fecha de su asesinato tenía 58 años de edad.
Sentencia del Juzgado de Agaete, de 27 de Julio de 1877, donde se observa que el secretario judicial firmante es D. Pedro Martín González.
D. Pedro Martín era apuesto, su patrimonio, posición social y el hambre de la época le facilitaba las cosas. Había enamorado a una joven del barrio de San Sebastián, esposa de un humilde pescador llamado Domingo Saavedra Santana, hombre de buenas costumbres e intachable conducta, que todas las madrugadas salía rumbo a las Nieves, para pasar la mañana pescando sardinas con el chinchorro de "Manuel niño".
Domingo empezó a tener sospechas de que mientras él andaba detrás de las sardinas, el secretario judicial D. Pedro Martín, andaba detrás de su esposa y que ésta se había dejado "engatusar".
La mañana del día 20 de octubre de 1902, Domingo Saavedra salió de su casa como todos los días para ir a la pesca, con la mosca detrás de la oreja. A medio camino de las Nieves se volvió para el pueblo, al llegar a la casa pudo comprobar lo que todo el pueblo sabía y el sospechaba, encontró al secretario, D. Pedro, en una habitación de su casa, al preguntarle Domingo, que hacía en su domicilio, este le contestó que esperándolo para encargarle un trabajo de riego en una de sus fincas.
Las respuestas que el secretario le dio a Domingo no le debieron convencer, entró en cólera y la emprendió a golpes con su esposa. El Señor Martín se interpuso por medio en evitación de que siguiera agrediendo a la presunta infiel, el pescador cogió una azada y le dio varios y certeros golpes, dos en la cabeza que le abrió el cráneo al secretario, causándole graves heridas que le produjeron el fallecimiento poco después.
La esposa también recibió otro golpe, pero ésta, aunque grave escapó, la suegra presente en el lugar comenzó a gritar, presentándose medio barrio, lo que evito que recibiera también golpes, pues al parecer era conocedora y encubridora del adulterio.
Domingo una vez calmado se fue al ayuntamiento y allí esperó la llegada de la "Justicia" desde Santa María de Guía para entregarse. Pasó varios días en el calabozo de dicha localidad hasta que fue trasladado a la prisión de Las Palmas. La tradición oral cuenta que Domingo se presentó al alcalde diciendo; "que había machucado a la esposa y al secretario", y como no hay pueblo más burletero que Agaete, "machuco y machucá" se quedaron, hoy sus descendiente son conocidos como los "machucos".
D. Pedro Martín González era un acomodado comerciante, entre otras cosas representante en el pueblo de la "Compañía Arrendataria de Tabacos y efectos timbrados", su comercio del centro de Agaete, donde está la actual oficina de correos, era el único autorizado para vender tabacos, sellos, loterías y demás efectos timbrados, además de propietario de fincas de cultivos y recaudador de impuestos.
Compaginaba sus negocios con el cargo de Secretario del Juzgado de Paz de la Villa, había sido miembro de la junta de enseñanza local. Formó parte de la comisión encargada de valorar y recaudar donativos con motivo de los destrozos y calamidades que causó el temporal de 1896, junto con el diputado provincial D.Francisco Bethencourt Armas y el cura párroco D. Juan Valls y Roca. Era casado y tenía varios hijos.
Diario de Tenerife de 21 de septiembre de 1895, nombramiento de representante de la CAT en Agaete a D. Pedro Matín.
D. Pedro Martín era secretario del Juzgado desde 1875, así lo atestiguan numerosas sentencias publicadas en los Boletines Oficiales de la Provincia de Canarias, en 1902, fecha de su asesinato tenía 58 años de edad.
Sentencia del Juzgado de Agaete, de 27 de Julio de 1877, donde se observa que el secretario judicial firmante es D. Pedro Martín González.
D. Pedro Martín era apuesto, su patrimonio, posición social y el hambre de la época le facilitaba las cosas. Había enamorado a una joven del barrio de San Sebastián, esposa de un humilde pescador llamado Domingo Saavedra Santana, hombre de buenas costumbres e intachable conducta, que todas las madrugadas salía rumbo a las Nieves, para pasar la mañana pescando sardinas con el chinchorro de "Manuel niño".
Domingo empezó a tener sospechas de que mientras él andaba detrás de las sardinas, el secretario judicial D. Pedro Martín, andaba detrás de su esposa y que ésta se había dejado "engatusar".
La mañana del día 20 de octubre de 1902, Domingo Saavedra salió de su casa como todos los días para ir a la pesca, con la mosca detrás de la oreja. A medio camino de las Nieves se volvió para el pueblo, al llegar a la casa pudo comprobar lo que todo el pueblo sabía y el sospechaba, encontró al secretario, D. Pedro, en una habitación de su casa, al preguntarle Domingo, que hacía en su domicilio, este le contestó que esperándolo para encargarle un trabajo de riego en una de sus fincas.
Las respuestas que el secretario le dio a Domingo no le debieron convencer, entró en cólera y la emprendió a golpes con su esposa. El Señor Martín se interpuso por medio en evitación de que siguiera agrediendo a la presunta infiel, el pescador cogió una azada y le dio varios y certeros golpes, dos en la cabeza que le abrió el cráneo al secretario, causándole graves heridas que le produjeron el fallecimiento poco después.
La esposa también recibió otro golpe, pero ésta, aunque grave escapó, la suegra presente en el lugar comenzó a gritar, presentándose medio barrio, lo que evito que recibiera también golpes, pues al parecer era conocedora y encubridora del adulterio.
Domingo una vez calmado se fue al ayuntamiento y allí esperó la llegada de la "Justicia" desde Santa María de Guía para entregarse. Pasó varios días en el calabozo de dicha localidad hasta que fue trasladado a la prisión de Las Palmas. La tradición oral cuenta que Domingo se presentó al alcalde diciendo; "que había machucado a la esposa y al secretario", y como no hay pueblo más burletero que Agaete, "machuco y machucá" se quedaron, hoy sus descendiente son conocidos como los "machucos".
En el juego de cartas del majo, se usó en Agaete la palabra "machuco" en vez de majo y algunos familiares lo achacan a esa palabra usada por Domingo o su esposa.
Domingo Saavedra, permaneció en prisión en espera de juicio dieciséis meses. En el mes de febrero de 1904, se celebró a puerta cerrada en la Audiencia de Las Palmas el juicio oral, siendo defendido Domingo por el abogado José Romero Quevedo, el jurado tras la pruebas practicadas, sorprendentemente decretó veredicto de inculpabilidad, resultando absuelto Domingo, que fue puesto en libertad. El jurado debió valorar la obcecación e impotencia de ver a su amada en manos del acomodado e influyente personaje del pueblo, lo que le impidió razonar su conducta.
Hay que tener en cuenta que en esa época existía una absurda tolerancia con el maltrato a la esposa infiel, era una sociedad sexista, el jurado y "la justicia" solo lo componían hombres.
Domingo, ya con el apodo de "el machuco", regresó al pueblo, perdonó a su esposa, fue padre de una larga y conocida familia con muchos descendientes en la actualidad.
Un detenido de la época, la curiosidad y coincidencia es que lleva un sacho en las manos.
Hay que tener en cuenta que en esa época existía una absurda tolerancia con el maltrato a la esposa infiel, era una sociedad sexista, el jurado y "la justicia" solo lo componían hombres.
Domingo, ya con el apodo de "el machuco", regresó al pueblo, perdonó a su esposa, fue padre de una larga y conocida familia con muchos descendientes en la actualidad.
La absolución y el suceso en la prensa , La Opinión de 23 de Febrero de 1904
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