Corría el año 1481, y las tropas castellanas se enfrentaban a uno de los mayores desafíos de la conquista de Gran Canaria: el dominio del norte de la isla. La orografía abrupta y la resistencia férrea de los canarios bajo el mando de Doramas en el barranco de Moya, y de los hombres del Guanarteme de Agáldar en el de Silva, dificultaban cualquier avance.
Ante esta situación, el gobernador Pedro de Vera decidió cambiar de estrategia. Si no podía avanzar de frente, lo haría por la retaguardia. Su plan era abrir un segundo frente que golpeara directamente desde la zona de Agaete, una región todavía libre del control castellano.
Al amanecer de un día de agosto de 1481 —probablemente el 5 de agosto, día de Nuestra Señora de las Nieves, ya que era costumbre dar al lugar el nombre del santo de la jornada—, dos carabelas zarparon del Real de Las Palmas: la Buenaventura y el Buen Jesús. A bordo viajaban unos ciento cincuenta hombres y treinta caballos, listos para enfrentarse a lo desconocido.
Tras bordear la isla, las embarcaciones aparecieron en el horizonte de Gayerte, como se conocía entonces a Agaete. Desembarcaron en una bahía resguardada, probablemente en el lugar hoy conocido como “El Atracadero”, cerca del Roque Partido o Dedo de Dios. Según la tradición oral y las fotografías antiguas, el mar llegaba mucho más adentro que en la actualidad, y una gran playa de arena negra se extendía hasta las cercanías de Guayedra.
El lugar les pareció ideal: había agua abundante, bosques, higuerales y ganado. Pedro de Vera no dudó. Ordenó levantar una fortificación para dejar allí una guarnición permanente. Desde ese punto, podrían hostigar Gáldar y dividir las fuerzas del Guanarteme, abriendo así un nuevo capítulo en la larga y dura conquista de Gran Canaria.
Como se puede observar en esta fotografía de principios del siglo XX, una enorme playa de arena cubre la orilla hasta la cercana Guayedra.
Hasta entonces, los canarios del Valle de Agaete habían vivido en relativa calma, asentados a lo largo de las laderas que ascienden desde el mar hacia el interior. Pero aquella tranquilidad se rompió con la llegada de los invasores castellanos.
Sorprendidos por las potentes y desconocidas armas de los recién llegados —forjadas en hierro, un material que jamás habían visto—, los isleños se enfrentaron con valentía a un enemigo que traía consigo no solo la guerra, sino también la extrañeza de lo nunca visto: hombres montados sobre grandes bestias, los caballos, que parecían formar un solo cuerpo con sus jinetes y sembraban el pánico entre los defensores.
La resistencia fue feroz, pero desigual. Muchos canarios cayeron en el combate, mientras otros optaron por huir hacia las alturas, buscando refugio en los riscos de Guayedra y Tamadaba, donde el terreno abrupto y las cuevas naturales ofrecían protección ante el avance castellano.
"Pasó el gobernador a reconocer un lugar que decían El Gayete, a donde hasta entonces no había entrado cristiano ninguno; y entróles por fuerza de combate un gran risco que tenían y hubo entre ellos tal pelea que murieron muchos canarios y salieron heridos algunos de los nuestros.(Jerónimo de Zurita 1562)"
La fortaleza de Agaete y la resistencia incesante.
Durante cerca de dos meses, los conquistadores trabajaron sin descanso en la construcción de una fortaleza. Se dice que la levantaron sobre los restos de un antiguo asentamiento de portugueses o mallorquines, antiguos traficantes de esclavos que, tiempo atrás, habían recalado en aquellas costas. El lugar elegido estaba cerca de la playa del desembarco, donde las carabelas habían echado el ancla días antes.
Sin embargo, aquella empresa no fue tranquila. Los canarios del valle no se resignaban a perder su territorio y hostigaban constantemente a los castellanos, lanzando ataques rápidos desde los riscos y barrancos cercanos. Ante esta presión, el gobernador Pedro de Vera tomó una decisión drástica: ordenó talar todos los árboles e higuerales, y arrasar las huertas que los canarios cultivaban en torno a la fortaleza. Su objetivo era despejar el terreno y evitar las emboscadas que, bajo la espesura, ponían en peligro la vida de sus hombres.
Así, el paisaje del valle comenzó a transformarse, marcando el inicio de una nueva etapa en la historia de Agaete, teñida de lucha, resistencia y cambio.
Estando ya espigadas las mieses, después de haber muerto algunos cristianos, se alzaron en las sierras; y el gobernador con toda su gente se fue al Gayete, y allí hizo una muy buena fortaleza; y entre tanto mandó talar todas las huertas y higuerales y panes; y en las peleas que hubo fueron siempre los canarios vencidos.
(Jerónimo de Zurita 1562, Biblioteca Nacional.)
La guarnición y el joven capitán Alonso Fernández de Lugo.
Hasta los primeros días de octubre de 1481, la guarnición castellana se dedicó a realizar incursiones hacia el fondo del valle y las tierras de Guayedra, causando grandes estragos entre los habitantes del lugar. Las huertas fueron saqueadas, el ganado arrebatado, y los pobladores canarios sufrieron el peso de una guerra desigual que comenzaba a transformar su tierra en territorio conquistado.
Tras dos meses de trabajos, la torre fortificada se encontraba finalmente terminada. Cumplido su objetivo inicial, Pedro de Vera decidió regresar al Real de Las Palmas a bordo de las dos carabelas, la Buenaventura y el Buen Jesús. En Agaete dejó una pequeña guarnición de treinta hombres y diez caballos, encargados de mantener el control de la zona y vigilar los movimientos de los naturales.
Al frente de aquella posición quedó un joven capitán de apenas veinticinco años, Alonso Fernández de Lugo, quien con el tiempo llegaría a ser uno de los nombres más destacados de la conquista de Canarias. Su mando en la fortaleza de Agaete marcó el inicio de una trayectoria militar que lo llevaría a protagonizar capítulos decisivos en la historia del archipiélago.
Los canarios que quedaron vivos después de las trágicas acometidas y saqueos de las tropas castellanas, someten a un asedio permanente la fortaleza, atacando sin descanso, obligando a la guarnición a permanecer encerrada en ella, llegando a quemar la puerta de entrada en varias ocasiones, obligando a salir a los moradores para no perecer de hambre y combatir, resultando muchos heridos de pedradas, incluido el propio Capitán Alonso Fernández de Lugo. Pasaron hambre y se tuvieron que alimentar de hierbas, lapas y burgaos de la cercana playa, así consta en las declaraciones de varios testigos presenciales transcritas en el juicio y autos de residencia que fue sometido Fernández de Lugo en 1508, y que estuvieron entre dos y cuatro años en la guarnición de la fortaleza.
La víspera de la Candelaria, 1 de febrero de 1482, arrriba a la bahía de Agaete una carabela con 150 hombres, de los cuales 80 son aborígenes gomeros y doce caballos, al mando de Hernán Peraza, procedentes de la isla de la Gomera, donde había recibido la orden de los reyes de servir en la conquista de Gran Canaria. Al amanecer desembarcan y se dirigen a la fortaleza "que está cerca", donde son bien recibidos por el Alcaide Lugo que no esperaba los refuerzos.
Una vez el Gobernador Vera tiene conocimiento de la llegada de Peraza y sus gomeros, le ordena seguir en Agaete y hacer entradas al interior de la isla junto con los hombres de Fernández de Lugo, asimismo le comunica al Alcaide que de buen trato a Hernán Peraza y sus gentes.
Manuscrito anónimo, siglo XVII, de la llegada de Peraza a Agaete. (B.N.E)
La fortaleza de Agaete ya cuenta con una guarnición de 180 hombres armados de ballestas, espadas, lanzas y una veintena de caballos, inician correrías que ya se acercan a la corte del Guanarteme.
Pasado unos días, una noche el Capitán Lugo, con casi todos los hombres disponibles salen rumbo a Galdar y en un episodio no suficientemente aclarado por los historiadores, hacen prisionero al Guanarteme Tenesor Semidan, capturan numeroso ganado y grano, trasladándolo a la fortaleza de Agaete.
Enterado el gobernador Pedro de Vera de la importante captura, mandó llevarlo al real de Las Palmas, encontrándose en Bañaderos con las fuerzas de Vera, donde se repartieron el botín, llevándose este el prisionero. A partir de ese momento la resistencia a los conquistadores cae drásticamente, dominando Vera toda la isla en poco tiempo. El guanarteme, para unos un traidor y para otros un gran estratega que evitó el sufrimiento inútil de su pueblo ante un enemigo muy superior, fue llevado a la península, donde fue bautizado por los reyes con el nombre de Fernando Guanarteme, firmó la paz y la sumisión a los conquistadores, a cambio recibió para él y los suyos el rico y fértil valle de Guayedra, participó en la conquista de Tenerife donde murió.
Y más o menos esta es la historia de cómo aquellos primitivos asentamientos aborígenes de los primeros tiempos, diseminados por el valle de Agaete, desde la costa hasta las cumbres, y los hombres de una torre fortaleza, a la orilla del mar, junto con los esclavos moriscos que llegan poco después para trabajar en las plantaciones e ingenios azucareros, dan origen al actual pueblo de Agaete.
Esa es la pregunta que los historiadores y arqueólogos no han resuelto con claridad de momento.
No tenemos ningún dato científico y contundente de donde se encontraba la torre o fortaleza, pero sí muchos indicios.
En el pueblo existen tres lugares con topónimo de "Casa fuerte", "La torre", y sobre el barranco del Puerto del Juncal, en la parte de Agaete hay un risco que le llaman "La Fortaleza". Podemos descartar el risco del barranco del Juncal, pudiendo ser perfectamente el origen del topónimo por ser lugar de refugio y resistencia de los aborígenes en algunas de las salidas de los castellanos, ya que en los alrededores había un importante asentamiento indígena y túmulos funerarios, cuyos restos aún se conservan.
Pasó el gobernador a reconocer un lugar que decían El Gayete, a donde hasta entonces no había entrado cristiano ninguno; y entróles por fuerza de combate un gran risco que tenían y hubo entre ellos tal pelea que murieron muchos canarios y salieron heridos algunos de los nuestros.(Jerónimo de Zurita 1562)
El nombre de "Casa Fuerte", dado a una finca con una construcción relativamente reciente, es posible sobre otras anteriores, sita en las proximidades del barranco de Agaete, desde la óptica militar para ser el primer asentamiento tiene en su contra, que la zona; como todo el centro del barranco de Agaete, en la época de la conquista era "tierra quemada", un mar de lava que servía de cementerio a los aborígenes, por lo que hasta su desempedrado y relleno de tierras de las laderas colindantes, debió ser complicado transitar y menos con caballos. Está algo alejada de la costa de desembarco, unos 600 metros, y de la seguridad de tener los barcos a la vista para recibir avituallamientos, refuerzos o una salida o repliegue que los combatientes siempre tienen previsto.
Era norma hacer estas primeras fortalezas cerca de las playas de desembarco; para poder rechazar una posible llegada por mar de elementos hostiles o para que el propio mar le protegiera la retaguardia en caso de asalto enemigo.
En todo caso, en las construcciones actuales de la "Casa Fuerte", se observa en lo que parece una torre, la utilización de abundante cantería de Gáldar y canto blanco, cuyas canteras están en la zona denominada "cueva blanca", Troya, bastante alejada del lugar y su uso es muy posterior. Consta como obra nueva en escritura de 4 de junio de 1870, y ni siquiera coincide con la descripción que hacen los historiadores a lo largo de los siglos de la fortaleza de Lugo.
La edificación conocida como "la Torre", sitio próximo al anterior, en la margen izquierda de la carretera de las Nieves, tiene los inconvenientes de estar también lejos y fuera de la vista de donde fondean los navíos, dominada por las alturas por la parte posterior, bajo una ladera próxima. A ningún estratega, Vera y Lugo lo eran y de los mejores, curtidos en las batallas y construcción de fortalezas en la reconquista del reino de Granada, se les ocurriría construirla en dicho lugar, donde el enemigo puede dominar las alturas adyacentes y los edificios actuales datan de principios del siglo XX.
Es de significar que ambas edificaciones toman el nombre de las fincas colindantes con la misma denominación, ambas dentro de las tierras que le correspondieron a Alonso Fernández de Lugo tras la conquista y a su vez aledañas a las tierras de los alrededores de la ermita de Las Nieves, donde Lugo plantó y montó el primer ingenio azucarero de la villa según todos los indicios.
En la transcripción documental del deslinde de Guayedra de 1512, se dice:
"E despues de lo susodicho en el dicho dia mes é año susodicho en presencia de mi dicho Escribano é de los testigos despues escritos que estando en termino de Aguaete en el lomo que sube dende un
camino que está ensima de risco alto que está junto frontero de la torre del dicho Pueblo de Aguaete estando presentes los dichos Michel é Salbador é Juan Benito amoxonadores é deslindadores puestos por el mismo Gobernador los cuales dijeron que so cargo de juraniento que el dicho Gobernador les había tomado que era la linde con mojones antiguos del Valle de Guajayeda en el termino redondo que Dn. Fernando Guadarteme é su yerno el dicho Miguel de Trexo tenia é poseia antiguamente que le fue dado desde el lomo que al presente estabamos é teniendo los pies que había nombre Antigafo.... amoxonadores pusieron é amoxonaron desde abajo en el canto del risco de la mar un moxón, é luego hacia arriba en otro lomillo, otro moxon é mas al encima.......".
El testamento de Antón Cerezo, dueño del ingenio azucarero y hacienda de Agaete desde 1494, conocido por traernos el tríptico de la virgen de Las Nieves, fechado 1535, describe lo que dona a una orden de frailes para la construcción de un monasterio junto a la ermita de Las Nieves, página 94 entre otras:
Antonio Cerezo e su mujer, vos damos e señalamos para un parral anexo e perpetuo para el dicho monesterio para siempre jamás, e que tengan fruta e vino los frayles d'él de que se mantener; un pedazo de tierra qu' es en el dicho eredamiento que está entre dos cercados, el uno que va a la mar, el otro de la vanda de arriba, abaxo del camino que va de la torre al Lugarejo,....
Se desprende que dichos terrenos deben de estar próximos o anexos a la ermita, "uno en la parte de arriba de la iglesia, debajo del camino que va de la Torre a Lugarejo", nos está indicando que la Torre es el comienzo del camino por el que se accede a la ermita y al mar. (foto anterior).
D. Pedro Agustín del Castillo, en su libro publicado en 1739, "descripción Histórica y geográfica de las islas Canarias", página 203:
Dice Del Castillo; "mantienese, que los restos de la torre de Lugo, fue el primer cuerpo de la primitiva ermita de las Nieves, hoy sirve de granero o bodegas a unos familiares," está hablando sobre el año 1730.

El escritor y viajero inglés George Glas, en su obra, "The History of the Discovery and Conquest of the Canary Islands", escrita en 1764, dice:
"Gaete, o Agaete, en el noroeste de la isla, es un puerto con una fortaleza para su defensa. Solo lo frecuentan barcos que transportan provisiones, etc., de aquí a Santa Cruz de Tenerife. La zona en los alrededores tiene bastante agua y abundante frutales, desde Agaete hay un camino a Las Palmas."
Dice Marín de Cubas, que en sus alrededores hay casillas llenas de huesos de gentiles, refiriéndose seguramente a los túmulos funerarios de los aborígenes, abundantes en los alrededores de la ermita de Las Nieves hasta las primeras décadas del siglo pasado, que fueron arrasados para el expansionamiento urbanístico y de los terrenos de cultivo próximos a Las Nieves.
En las excavaciones que se llevaron a cabo hace unos años para colocar los depósitos subterráneos de recogida de basura, que se encuentran en las proximidades del restaurante "dedo de Dios", aparecieron varias formas azucareras, moldes de cerámica de los utilizados para hacer las balas de azúcar, posible prueba de que el primer ingenio azucarero de Lugo, supuestamente se encontraba en las proximidades de la actual ermita de las Nieves.
Vasijas para hacer las piedras o balas de azúcar, foto tal como aparecieron en las proximidades del restaurante "Dedo de Dios".
Aunque la última palabra la tendrán que tener los arqueólogos o la aparición de documentos en algún archivo perdido, que nos confirme el lugar donde estaba, a la vista de los datos expuestos, se puede establecer una hipótesis bastante verosímil sobre la posible ubicación de la primitiva fortaleza:
No obstante la presencia de unidades de milicias es constante en Agaete por su situación estratégica, desde la conquista hasta mediados del siglo XX, y debieron de tener sus cuarteles, torres y fuertes donde alojarse, quizás hubo más de una torre o casa fuerte y ese sea el origen de algunos topónimos actuales, que provocan confusión.
Muchas gracia por este gran trabajo tan importante para tod@s
ResponderEliminarGracias a ti por leerlo y compartirlo.
EliminarFantástico trabajo.
ResponderEliminarQue bueno. Que gran trabajo. Felicidades
ResponderEliminar