Foto de finales del siglo XIX, Agaete plantado de cañas de azúcar, se observa detrás de la iglesia, el último ingenio azucarero con su gran chimenea, conocido popularmente como "la factoría" (FEDAC).
Conquistada y pacificada la isla para la corona de Castilla, en torno a 1485, el General gobernador de la isla Pedro de Vera, por orden real procedió al reparto de tierras entre sus oficiales, modo habitual de gratificar los servicios prestados por estos, entregándole al Capitán Alonso Fernández de Lugo, entonces Alcaide de la torre de Agaete, 90 fanegadas de tierra, las que van del actual casco urbano de la villa hasta la orilla del mar, donde se encontraba la torre fortaleza que le sirvió de morada durante los primeros años de su llegada.
Los abundantes manantiales de agua, buen clima y calidad de la tierra, hicieron que Lugo con la ayuda económica de su hermano Pedro Fernández de Lugo Señorino, despedregara las tierras que había recibido y comenzara a ponerlas en explotación.
Existía ya un primer ingenio azucarero en los alrededores de Las Palmas, barranco de Guiniguada, propiedad del Gobernador Pedro de Vera, de donde probablemente se trajo las primeras cañas de azúcar que se plantaron en Agaete, al poco tiempo el ingenio azucarero del poblado de "Gaete" era el mayor y más productivo de la isla.
El ingenio se construyó en los alrededores del primitivo asentamiento, cerca de la orilla del mar según los testimonios de los testigos de la época en documentos encontrados en el archivo de pleitos de la real Audiencia y Cancillería de Granada.(Mariano Gambin, El origen de la caña de azúcar en Canarias)
Moldes para hacer las "balas"o panes de azúcar, encontrados al realizar la excavación para colocar los contenedores de residuos, frente al restaurante "Dedo de Dios" en las Nieves.
Alonso Fernández de Lugo es ambicioso y no se conforma con la pequeña hacienda de Agaete, con permiso real, tras la conquista de La Palma, inicia la conquista de Tenerife. Tras el fracaso de su primera intentona en 1494, se ve obligado primero a hipotecar y más tarde a vender sus tierras, ingenio incluido, para afrontar los gastos del asalto final y conquista de la isla vecina.
El comprador fue uno de sus socios en la conquista de Tenerife, el mercader genovés afincado en Valencia, Francisco de Palomar, que poco después de hacerse con el ingenio, lo amplía con nuevas tierras y cambia el ingenio de lugar. Con motivo de sus problemas con la hacienda de Castilla ya que pagaba los impuestos en el reino de Valencia, el ingenio terminó en manos de su hermano Antonio Cerezo (Antón Cerezo).
Las instalaciones del antiguo ingenio a la orilla del mar pasan a la parte alta del cercado, frente al poblado de Agaete, siendo descubierto sus restos de forma fortuita en el 2005, con ocasión de los desmontes para la construcción de la urbanización "Las Candelarias".
Así lo describe el escribano Bartolomé Sánchez, actuando como testigo en el Proceso de Granada: ".. e porque sabe las dichas tierras e le vio tener al dicho Alonso de Lugo puesto de cañas un çercado grande que dizen el Çercado Viejo, e otro que dizen el Çercado Nuevo, que está de la vanda del arroyo hazia la parte de Galdar, e otros dos por poner, uno que dizen el de Las Palmas e otro que está ençima del dicho Çercado Viejo, donde está al presente el yngenio que hizo el dicho Françisco Palomar. E que en los dichos çercados ay higueras, e que le paresçe a este testigo que en los dichos quatro çercados avria las dichas çient hanegas de tierra, poco mas o menos…".
Restos del ingenio azucarero del siglo XV-XVI, de las "Candelarias".
Las tierras y el ingenio terminaron a nombre de Antonio Cerezo y tras la muerte de este pasaron a su esposa Sancha Díaz de Zurita y su hijo Francisco.
Proceso de fabricación del azúcar. (museo del azúcar, Motril, Granada)
Los ingenio de Agaete se mantuvieron hasta principios del siglo XVII, la falta y carestía de la leña, los nuevos cultivos con menor coste en América y de remolacha azucarera en Europa, hicieron poco rentable los ingenios canarios que fueron desapareciendo, comenzando una época de lento crecimiento y de reasentamiento de la población hacia las zonas agrícolas que van quedando en los barrios y caseríos, el Valle, el Sao, Guayedra, el Risco, el Hornillo, etc.
En el último tercio del siglo XIX, tras la pérdida de las colonias americanas, en especial Cuba, que trajo consigo el desabastecimiento de azúcar a la península, la plantación de caña y los ingenios vuelven a resurgir en todo el valle de Agaete, continuando hasta las primeras décadas del siglo XX, que son sustituidos por el plátano.
La vuelta a la plantación de cañas, junto con la cochinilla y la llegada de la carretera de Las Palmas, supone un nuevo resurgimiento de la villa. Destaca el ingenio que trataba la producción de los Manrique y la de los Castillo de Olivares mayormente, que aprovechando la revolución industrial utilizaba maquinaria de vapor para el proceso, gestionado por la empresa "Tomas Miller", situado en el camino viejo a Las Nieves, que pasaba por detrás de la actual iglesia, en el solar de la antigua iglesia que se quemó en 1874, conocido como "la factoría" en el argot popular, donde además se producía ron y aguardientes (foto de portada).
El negocio de la industria azucarera influyó enormemente en el devenir de Agaete.
Con dinero y el sudor de aquellos primeros agaetenses, se compró "al mejor pintor de Flandes" en el siglo XVI, el retablo de nuestra Señora de Las Nieves, que aún hoy, cinco siglos después seguimos venerando, se financió la conquista de Tenerife, se construyeron ermitas e iglesias.
Los descendientes de aquellos conquistadores peninsulares, comerciantes genoveses y sobre todo esclavos moriscos que trajeron a trabajar en aquellas primeras plantaciones, junto con los canarios que sobrevivieron conforman hoy los genes de la población de Agaete.
En el último tercio del siglo XIX, tras la pérdida de las colonias americanas, en especial Cuba, que trajo consigo el desabastecimiento de azúcar a la península, la plantación de caña y los ingenios vuelven a resurgir en todo el valle de Agaete, continuando hasta las primeras décadas del siglo XX, que son sustituidos por el plátano.
La vuelta a la plantación de cañas, junto con la cochinilla y la llegada de la carretera de Las Palmas, supone un nuevo resurgimiento de la villa. Destaca el ingenio que trataba la producción de los Manrique y la de los Castillo de Olivares mayormente, que aprovechando la revolución industrial utilizaba maquinaria de vapor para el proceso, gestionado por la empresa "Tomas Miller", situado en el camino viejo a Las Nieves, que pasaba por detrás de la actual iglesia, en el solar de la antigua iglesia que se quemó en 1874, conocido como "la factoría" en el argot popular, donde además se producía ron y aguardientes (foto de portada).
Agaete a finales del siglo XIX, todo plantado de caña de azúcar. (FEDAC)
Con dinero y el sudor de aquellos primeros agaetenses, se compró "al mejor pintor de Flandes" en el siglo XVI, el retablo de nuestra Señora de Las Nieves, que aún hoy, cinco siglos después seguimos venerando, se financió la conquista de Tenerife, se construyeron ermitas e iglesias.
Los descendientes de aquellos conquistadores peninsulares, comerciantes genoveses y sobre todo esclavos moriscos que trajeron a trabajar en aquellas primeras plantaciones, junto con los canarios que sobrevivieron conforman hoy los genes de la población de Agaete.
Estado actual de lo que fue el tríptico de la Virgen de Las Nieves, a los lados de la virgen, los donantes, Antonio Cerezo y Sancha Díaz de Zurita.
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