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martes, 26 de diciembre de 2017

EL CRIMEN DE TIRMA, 19 DE MARZO DE 1876.


Dentro del marco del famoso pleito aldeano, entre 1875 y 1876, el cacique de turno Marques de Villanueva del Prado, que controlaba todo a través de sus administradores, incluida la alcaldía y la justicia, estaba consiguiendo el desahucio de arrendatarios medianeros indefinidos de sus fincas, unas veces mediante precio y otras mediante sobornos y amenazas, por lo que los ánimos de los aldeanos se caldearon y decidieron que la única manera de acabar con aquel despropósito era terminando con la vida del Alcalde, del Secretario del ayuntamiento y Juzgado municipal D. Diego Remón de la Rosa, vendidos a los intereses del Marqués. 

Parece que algunos aldeanos conspiraron y acordaron "contratar" a tres vecinos para el menester de mandar al otro mundo a los susodichos, Alejandro Jorge, Francisco Segura y Crisanto Espino. 

D. Diego Remón, salio de la Aldea en Dirección a Agaete entre las nueves y las diez de la mañana del 19 de marzo de 1876, día de San José, con la intención de hacer parada en la villa marinera para entrevistarse con el influyente propietario de tierras, empresario y Capitán de Armas de Agaete, adscrito al regimiento de Guía, D. Antonio de Armas y Jiménez,  y continuar para Guía con el objeto de trámites judiciales relativos a los desahucios. El señor Remón montaba un caballo blanco propiedad de un tal Juan Magdalena, cuyo verdadero nombre y apellidos es José Segura Afonso, al que se lo había pedido prestado para el trayecto. Previamente al viaje el secretario había recorrido el pueblo intentado encontrar alguien para que le acompañase, sabedor de que tenía muchos enemigos por sus modales profesionales poco éticos, no gozaba de ninguna simpatía entre los aldeanos, era consciente de las amenazas sobre su persona y su vida, lo que hizo que toda la Aldea supiera que esa mañana de domingo iba a desplazarse por el camino de Tirma rumbo a Agaete.  
No encontró a nadie que le acompañara, al final convenció a un muchacho llamado José Jiménez, entregándole a este unas alforjas con varias piezas de ropa, un trozo de pan, un trozo de carne frita, una cebadera con millo para el caballo y una botella de agua. Los dos partieron juntos, enfilaron el camino del "Furel" y subieron la cuesta que lleva al "corral blanco". El muchacho siempre fue detrás del caballo como unos veinte pasos, en un punto del camino el secretario le dijo que cogiera el atajo del "Güiguillo", ya que el caballo no pasaba y lo esperara en la "Cruz del Tabaibal" y allí se reunirían nuevamente.
El Tabaibal.

Según la declaración judicial del muchacho, estuvo esperando dos horas y como no aparecía el secretario, se dirigió a Agaete, suponiendo que D. Diego lo había adelantado, dirigiéndose a la casa de D. Antonio de Armas (actual ayuntamiento), ya que el secretario le había comunicado que pararían allí unas horas para tratar unos asuntos, después de entrevistarse con D. Antonio este le manifestó que por allí no había pasado D. Diego Remón, por lo que decidió seguir rumbo a Guía donde preguntó si había aparecido por allí el secretario de la Aldea, teniendo la negativa por respuesta. Como la noche se le echaba encima se dirigió a la Atalaya, donde tenía un conocido llamado "Juan el de la hoya el ñame", pernotando en el domicilio. A la mañana siguiente, aclarando el día emprendió el regreso a la Aldea por el mismo recorrido, sin parar y sin volver a preguntar por el secretario. El camino lo hizo solo hasta Agaete, pero al subir por el "lomo el manco", se unió con un paisano más, "Antonio Chasquilla", al que no le comentó nada, pensando que D. Diego Remón había vuelto para la Aldea por algún motivo.
Tirma.


Al llegar a la Aldea cerca del medio día, se dirigió a la casa del secretario a ver si sabían algo, por la calle se cruzó con un tal Wescenlado Armas, que le comunicó  que no fuera, no había nadie, al pasar por la plaza había mucha gente reunida y todos le preguntaban por el secretario, contestando que le dijo que fuese por el atajo del Güiguillo y que no lo volvió a ver, el joven empezó a sospechar que algo raro había ocurrido, pues todos lo miraban raramente.
A las cuatro de la tarde del lunes 20 de marzo de 1876, se personaron en el juzgado de paz de la Aldea, Nicolás Pablo Segura y su esposa María Dolores de Sosa, comunicándole al Juez de Paz que venían de barranco Hondo de Artenara y que al llegar a la parte baja del camino que  conduce a San Nicolás, en el punto que le dicen Barranquillo del Charco de los Negros, habían encontrada el cadáver de un hombre que no conocieron, junto a él un saco de abrigo y un caballo blanco aparejado con silla y frontón, atado a una mata de "gamona". Reconocieron el caballo como el de su vecino José Segura, por lo que un pastor que estaba por la zona les recomendó que se lo llevasen para el pueblo, colocándole encima el saco de abrigo para presentarlo a la autoridad.
El Juez de Paz inmediatamente reconoció que el caballo y el abrigo eran los que el día anterior, sobre las diez de la mañana, llevaba el secretario Remón cuando partió para Agaete.
El juez municipal rápidamente dio parte  al Juzgado de Primera Instancia de Guía, el cual ordenó de inmediato que el Fiscal, el cirujano médico, un escribiente y un alguacil, se dirigieran al pago de Tirma, llegaron ya avanzada la noche al lugar de los hechos, Barranquillo del Salado que baja del Carreño, llamado también del Negro o de los Negros, zona despoblada. 

Lugar de los hechos, barranquillo del Carreño, hoy conocido por barranquillo del Secretario.

Al llegar encontraron en el lugar al Juez de Paz de Artenara  con varios paisanos. Junto al camino que va  de San Nicolás a Artenara y Agaete se encontraba tendido el cuerpo del Secretario Remón, certificando el médico que llevaba muerto más de cuarenta y ocho horas.
El fiscal y el alguacil comenzaron sobre la marcha con las primeras diligencia para resolver el caso. Tras una inspección ocular del lugar y del cadáver, comprobaron que  llevaba consigo documentos, un revólver cargado con seis proyectiles, un monedero con una onza de oro acuñada, un reloj con cadena de plata, unas sortijas, y varios efectos más, por lo que rápidamente llegaron a la conclusión de que no se trataba de un simple robo que era lo habitual,  en esta muerte violenta había algo más, posiblemente una cruel venganza con ensañamiento por el aspecto que presentaba el cadáver. Al lado del difunto, junto a la cabeza, dos grandes  piedras ensangrentadas y a unos pasos una vara afilada con la punta manchada de sangre, en los alrededores las plantas aplastada, haciendo pensar que el secretario pudo defenderse de sus asaltantes. A diez pasos del cadáver en el barranquillo, una oquedad tapada con ramas recientemente cortadas, pudo ser donde se escondieran los posibles asaltantes para sorprenderlo.
El cadáver fue trasladado a la Aldea, donde el médico cirujano D. Blas Lujan le realiza la autopsia que el sumario relata así  en los términos propios y precisos de la medicina legal, las lesiones y contusiones de la cabeza, el cuello, brazo, costado izquierdo, mano derecha y lóbulo inferior del costado izquierdo, expresando: 
"Que la bóveda cromiana está toda mutilada, rotos sus huesos parietales, temporal, frontal y occipital; destruida la comisura de la boca y rotos además tres incisivos y un canino de la parte superior de la misma, rota también la costilla séptima del costado izquierdo,  el húmero del brazo del mismo lado con una fractura conminuta, y el lóbulo del pulmón interesado, por proyectiles de munición disparados a corta distancia. Causadas las lesiones por armas de fuego y objetos contundentes y cortantes. Concluyendo que la muerte fue instantánea por arma de fuego y aplastamiento de los huesos del cráneo, que hubo ensañamiento al tiempo de darla."
(Reconstrucción)

El Juez de Primera Instancia comenzó a tomar declaraciones, siendo la primera interrogada la esposa del finado, Doña Clara Rodríguez, que a pesar del enorme dolor y desgracia que se le venía encima relató los pormenores de la marcha de su marido el domingo día 19 de marzo y quien le acompañaba, procediéndose a la detención del joven  José Jiménez de 21 años, como principal sospechoso o como al menos tener conocimiento de quienes fueron los autores.

La viuda del secretario no tenía dudas, conocía muy bien a su esposo y entre ellos no había secretos, manifestó al juez todos los asuntos y personas que tenían litigios con su difunto esposo, en especial la relación de Remón con el administrador de las tierras del Marqués de Villanueva del Prado, D. Marcial Melián y Chiappi, el estar apremiando a los vecinos con el pago de las contribuciones, el haber su marido empezado a hacer notificaciones de desahucio, la mayoría de ellos medianeros de las tierras del Marqués, y también por la cuestión promovida como consecuencia de un pozo y molino de viento que había construido un tal D. Domingo Aguiar, lo cual le hacía presumir y había escuchado a los mismos vecinos, que su difunto marido se mostraba muy hostil en los asuntos públicos con ellos,  habiéndose creado numerosos enemigos, sobre todo por el interés que tomaba en los asuntos de la casa del Marqués, que si bien exteriormente dichos vecinos se mostraban benévolos hacia su marido, no así abrigaban buenas intenciones respecto del mismo por sus actos como funcionario público.
El Alcalde y el Juez Municipal se manifestaron en los mismos términos, manifestando todos que la muerte de Remón obedeció al expediente para el cobro de contribuciones, en el que en ocasiones había pedido el auxilio de la fuerza armada, y segundo  la intervención del secretario Remón en los expedientes y actuaciones para el cobro a los vecinos deudores.

También declaró la viuda de Remón, y debió ser cierto aunque no se haya probado por ser una conversación particular entre el marido y la mujer, que diez y nueve días antes del suceso le contó su marido que cuando había ido al barrio llamado El Hoyo, a notificar desahucios a algunos medianeros del Marqués Nava, al regresar ya de noche se se le presentaron en el camino cuatro hombres con la cara cubierta con pañuelos y cuchillos en mano, le quitaron las notificaciones de desahucio que había hecho aquel día.
Se tomó manifestación a D. Antonio Remón y Rodríguez, hijo del D. Diego,  que manifestó en los mismos términos, declarando que en la Aldea no se quería bien a su padre por recaudar los tributos y haber requerido la fuerza armada en ocasiones para hacerlos efectivos, así como por los desahucio  de los medianeros del Marqués.

Se tomó declaración a casi la totalidad de los 400 vecinos de la Aldea de San Nicolás, la mayoría se hicieron los "zorruos", declarando no saber nada del asunto, si bien varios declararon en igual sentido que la esposa, hijo, alcalde y Juez de Paz, en la causa hay numerosos documentos que confirman y ratifican las declaraciones. 
En relación con los interrogatorios del fiscal a los aldeanos, que todos contestaron por el estilo, se hizo muy popular unas frases; "Mataron al secretario, eso dicen, ¿y como lo sabe?,  me lo acaba de decir usted".
Entre los documentos es de resaltar uno que se encontró en el bolsillo de las ropas que vestía el asesinado, referente al impartimiento de auxilios para el cobro de las contribuciones, el certificado de los expedientes de apremio y la lista de los deudores y de sus cuotas en deber, sospechándose que el viaje era con intención de pedir auxilio de la fuerza acuartelada en Guía para el cumplimiento de los desahucios.
Al final pese a la nula colaboración de los aldeanos, como toda información tiene un precio, se terminó por dar con los autores materiales del hecho, y parte de sus cómplices, encubridores y promotores. 
Según la tradición oral fue un niño que vivía en unas cuevas próximas, quien tras escuchar los disparos se asomó y vio toda la escena del asesinato, tiempo después su padrastro, del que recibía malos tratos, lo amenazó "con pegarle dos tiros como había hecho Santos con el secretario" y lo puso en conocimiento de las autoridades. 
Tras las gestiones se procedió a la detención y procesamiento de; José Jiménez, conocido como Ventura, de 21 años, Antonio María del Pino González, de 29, Juan Antonio Moreno Ramírez, de 54. José León Ávila, conocido por Espino, de 44, Antonio Calixto Espino Afonso, de 37, Apolinario Díaz Rodríguez, de 35, José Martín Viera, de 47, Isidro de León Castellano, de 54, Crisanto Espino, conocido por Santos, de 30, Francisco Segura Carvajal, de 49, Alejandro Jorge y Brito, de 47, Nicolás Rodríguez Molina conocido por Rafael y el Sacristán, de 41, Domingo Aguiar y Pérez, de 60, y Antonio Ojeda Rodríguez, de 44.

Detenciones de la época en la península.

Tras tres años de gestiones, siete piezas de 3.183 folios, once ramos con 1.230 folios, se celebró el juicio en la Audiencia de Las Palmas empezando el día 1 de junio de 1880, terminando varios días después con el siguiente fallo:

                                                FALLO:
Declaro que los hechos probados constituyente el delito de asesinato; Segundo, que son autores responsables criminal y civilmente Francisco Segura Carvajal, Alejandro Jorge Brito y Crisanto Espino, y encubridor Antonio Ojeda Rodríguez; Tercero, que no concurren circunstancias atenuantes; pero si las agravantes de alevosía, premeditación conocida, abuso de superioridad y la de cometerse el hecho en despoblado y en cuadrilla, estimables solo para los tres primeros; Cuarto, que José Jiménez, apodado  Ventura no debe sufrir  penalidad por sus actos involuntarios; Quinto, que no está justificada la participación en los hechos de D. Domingo Aguiar y Pérez; Sexto, que siendo la pena señalada por la ley al delito, la cadena temporal a muerte, es aplicable esta última a los autores, por razón de las circunstancias expresadas, la de presidio mayor en su grado medio, y las accesorias correspondientes al encubridor.
En su consecuencia condena a Francisco Segura Carvajal, Alejandro Jorge y Brito y Crisanto Espino a la pena de muerte que se ejecutará en la forma dispuesta por la ley, a Antonio Ojeda Rodríguez a la de ocho años y un día de presidio mayor a todas las demás accesorias correspondientes y absuelve libremente a José Jiménez (a) Ventura y a Domingo Aguiar y Pérez.
respeto de todos los demás procesados se había sobreseído, sin perjuicio,  anteriormente por falta de pruebas para adelantar contra ellos el procedimiento; y respeto de Nicolás Rodríguez Molina, libremente por haber fallecido en el Hospital San Martín de Las Palmas de Gran Canaria el 28 de mayo de 1878.

En la Semana Santa de 1881, el rey Alfonso XII, como era tradición indulto a varios reos de la pena de muerte. Los políticos  de la isla hicieron arduas gestiones, en especial el ministro Fernando León y Castillo y los tres aldeanos entraron en dicha gracia, liberándose del cadalso, siendo conmutada la pena de muerte por la de cadena perpetua.
La isla entera lo celebró, pues no era grato el espectáculo de la ejecución pública de reos y su causa había despertado muchas simpatías a pesar de lo horrendo del crimen,  era un crimen social, en defensa de los derechos de los más pobres de los abusos de los caciques y las autoridades a sus servicios.
Alejandro Jorge murió en el penal, los otros dos tras más de veinte años de recorrer varios presidios por la península, fueron indultados  y regresaron a la isla.
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"-¿Quién mató al Comendador?-Fuenteovejuna, Señor.-¿Quién es Fuenteovejuna?

-Todo el pueblo, a una."



Bibliografía consultada, Revista Foro Canario 1879, Legislación y jurisprudencia, Causas Celebres, sentencias y sumarios.

domingo, 17 de diciembre de 2017

EL CACIQUE QUE FUE EL MEJOR ALCALDE DE AGAETE, ANTONIO DE ARMAS Y JIMÉNEZ, 1820-1895.

D.  Antonio de Armas y Jiménez. a la izquierda la facha principal de la casa de Armas, hoy ayuntamiento de la villa.

"Chapado a la antigua, no conocía el engaño, la inconsecuencia ni la falsía. Modesto en su trato, afable y cariñoso por temperamento, sin mezcla de afectación, poseía ese don sobrenatural que atrae y seduce y que le hacía captarse las simpatías de todos cuantos tuvieron la ocasión de tratarle.

No hubo nadie que llamara a su puerta en demanda de auxilio o protección que no le hallara dispuesto a remediar necesidades, sin que, aún amargada su vida por las ingratitudes con que alguna vez fue recompensada su generosa prodigalidad, bastaran a hacerle variar de conducta ."

Así lo describía el diario de Las Palmas el 10 de diciembre de 1895, con ocasión de su fallecimiento. 
D. Antonio y sus hermanos. (fedac)

D. Antonio de Armas nace en Agaete el año de 1820, en el seno de una rica familia dedicada a la agricultura y ganadería entre otros negocios, es el primogénito de ocho hermanos, ocupó numerosos cargos  públicos a lo largo de su vida, siendo durante más de veinte años comisionado y alcalde de la villa. A él le debemos la configuración actual del casco histórico de la localidad y varios de los edificios más emblemáticos,  la plaza de mercado, actual biblioteca pública, la carnicería y pescadería, el arreglo de la fuente de abastecimiento de aguas,  la ampliación y construcción de las dos torres de la ermita de Las Nieves con su propio dinero ...
Lugar donde se comercializaba la carne y el pescado, a la izquierda la carnicería, a la derecha la pescadería.

De su militancia liberal  y amistad con el diputado y ministro Fernando León y Castillo le debemos la carretera desde el pueblo a Las Nieves, la construcción del muelle viejo, obra que fue adjudicada a una empresa suya. Aportó importantes donativos, materiales y mano de obra de sus trabajadores para la construcción de la iglesia actual, tras la destrucción por incendio de la antigua en 1874.
Según la prensa de la época, en el incendio de la antigua iglesia tuvo una actuación destacada en la salvación del archivo parroquial; " y todos en Agaete recuerdan el arrojo con que salvó el archivo parroquial y el riesgo personal con que pudo sustraer al voraz incendio unas cuantas alhajas consagradas, al culto." (diario Las Palmas, 10-12-1895)
En la construcción del muelle no escatimó en materiales, dejando a un lado las posibles ganancias y así lo demuestra la anotación que hace el ingeniero que dirige la obra D. Juan León y Castillo, en su visita de 3 de junio de 1876, en el diario de operaciones; "que no tiene que amonestar al contratista, por la magnífica obra que está realizando, elogiando que quiere dotar a Agaete del mejor muelle posible, no importándole las posibles ganancias."
Fue pionero del turismo de salud en Agaete, construyó el primer balneario de aguas termales y minerales en los terrenos de su propiedad en los Berrazales.
Primer y rudimentario balneario construido en los Berrazales por D. Antonio de Armas.

Impulsó las fiestas de Las Nieves, fue mayordomo de la virgen y la ermita. 
Los Armas trajeron de Sevilla a mediados del siglo XIX, parece que como dote de Leonor Merino, esposa de un hermano de D. Santiago, una imagen de la Virgen de los Dolores para la capilla de la casa familiar, sobre este hecho mi madre nos relataba una anécdota que su abuela adoptiva María del Pino y su madre adoptiva "Nina"  le habían contado (su madre biológica murió en el parto), ambas trabajaron desde niñas en el servicio domestico de la casa de los Armas y habían trasmitido la llegada del baúl donde venía la imagen de medio cuerpo de la Dolorosa, dejando D. Antonio abrirlo a los más pequeños de la casa, la imagen venia envuelta en paja y cubierta de juguetes y golosinas, lo que causa una gran algarabía entre los niños de la familia. La imagen después de muchos años en la casa de los Armas fue donada a la parroquia, hoy en día es la imagen que procesiona en la semana Santa de Agaete.

Virgen de los Dolores, donada por los Armas a la parroquia de Agaete.

D, Antonio de Armas, dedicado al comercio, a las exportaciones e importaciones, actividades que compaginaba con la administración de las tierras, negocios familiares y con los diferentes cargos públicos que ostentó a lo largo de su vida.
A la muerte de sus padres, heredó la jefatura de una numerosa familia, a la cual consagró por entero su existencia, jamás se casó o se le conoció relación alguna, siendo un verdadero padre de todos sus hermanos, a tres de los cuales dio carrera, y amparando a  sus sobrinos huérfanos.
Antonio de Armas fallece a los 75 años de edad en noviembre de 1895. 

Jardín de la casa familiar, hoy fachada de entrada al ayuntamiento.


El polifacético maestro  D. José Sánchez y Sánchez narra su entierro en un artículo  que publica el "diario la Provincia", el 10 de diciembre de 1895:

"El pueblo entero participó en los actos fúnebres, jamás se había visto  una manifestación de duelo más solemne. D. Antonio falleció en su casa familiar (el actual ayuntamiento), rodeado de sus familiares y amigos. En cuanto corrió la noticia de su muerte los vecinos sin distinción de clases sociales llenaron los alrededores de su vivienda, deseosos de acompañar  el cadáver, cerrándose todos los establecimientos y casas particulares, llegando al pueblo multitud de personas de los barrios y pagos de las poblaciones vecinas de Galdar, Guía y Artenara.
(Recreación)

El velatorio quedó instalado en la capilla de la casa familiar, bajo la imagen de la virgen de los Dolores (en la actualidad está en la iglesia parroquial), más de treinta cirios iluminaban la estancia, negros crespones rodeaban el féretro que desaparecía en medio de coronas y flores.
Durante 24 horas estuvo expuesto el cadáver los agaetenses se disputaron el honor de velarlo.
A las 6 de la tarde  abandonaba la casona familiar, poniéndose en marcha el cortejo fúnebre rumbo a la iglesia de la Concepción, lo preside el clero parroquial con las mejores galas, conduciendo el ataúd en hombros D. Francisco Bethencourt de Armas, don Juan y D. Francisco de Armas y Merino y D. Graciliano Ramos, sobrinos y sobrino político respectivamente del finado, llevan las cintas  los señores D. Pedro Bautistas, primer teniente Alcalde de Guía, don Andrés Domínguez, Alcalde de Galdar, don Manuel Díaz Quintana en representación de Artenara y D. Fernando Ramos, Juez
municipal de aquella villa.
El féretro iba cubierto de hermosas coronas con sentidas dedicatorias de hermanas y demás familia y a continuación seguía un carruaje enlutado conduciendo otras coronas entre las cuales sobresalía una de colosal tamaño adquirida por suscripción
con la siguiente dedicatoria: «la villa de Agaete a su más esclarecido hijo D. Antonio de Armas y Jiménez",  otra en cuya cinta se leía: "El Ayuntamiento al BIENHECHOR del pueblo", y otras de D. Pedro Martín González, Díaz Quintana, conteniendo también expresivas dedicatorias,... 


(Reconstrucción de un entierro por las calles de Agaete, actual plaza de Tomas Morales, en aquel entonces Plaza de Andamana.)

Presidian el duelo D. José Bethencourt 
en representación de la familia y las personas más caracterizadas de Agaete, Guía y Galdar, formando una segunda cabecera la comisión del Iltre. Ayuntamiento.
Cerca de las oraciones dio principio en el templo la Vigilia cantada con toda solemnidad. En el centro de la Iglesia, literalmente ocupada por el acompañamiento, se había levantado un elegante catafalco, profusamente iluminado así como el resto del templo.
A las ocho de la noche se reanudó la marcha en dirección al cementerio, haciendo más imponente el acto la multitud de luces en faroles y de hachones conducidos por los dependientes de la casa y pobres de la población.
La manifestación de duelo resultó en suma digna demostración de que aquel pueblo no es ingrato a los beneficios recibidos por mediación de D. Antonio de Armas, cuya memoria se perpetuó, poniendo el nombre de Armas y Jiménez a una de las calles abiertas en Agaete, merced a la iniciativa del finado, antigua calle El Carmen."

Actual calle "Antonio de Armas", antigua fachada principal de la casa de Armas y ayuntamiento de la villa.


Sus ocupaciones comerciales no fueron obstáculo para que abrazara la carrera de las armas,  (en esa época en buena parte los cargos militares eran más simbólicos que reales, se "compraban" o se heredaban) ingresó con el grado de Subteniente. Alcanzó el empleo de Capitán con cargo de Comandante, habiendo sido condecorado con las cruces del mérito militar y de Isabel la Católica. Tuvo a cargo en varias ocasiones la Jefatura accidental del Batallón de Guía, cuando sus mandos naturales estaban ausentes, y fue hasta que obtuvo su retiro en el año de 1890, Capitán Comandante de armas de Agaete. "Los soldados que sirvieron a sus órdenes le respetaban más con el cariño de padre que con el carácter de superior"Durante las turbulencias que siguieron a la revolución de Septiembre de 1868, fue objeto de vanas persecuciones por su adhesión a la causa de los Borbones.

Merced a su posición y a sus excelentes prendas de carácter, llegó a ser la persona más influyente no solo en Agaete sino en toda la comarca norte.
Era D. Antonio de Armas socio de la Sociedad Económica de Amigos del País y del Museo Canario a cuyo centro hizo varios donativos de objetos pertenecientes a los antiguos habitantes de la isla,  contribuyó asimismo a la construcción del nuevo Teatro de Las Palmas "Pérez Galdós".
"No había exposición ni certamen al cual no concurriese el Sr. de Armas con sus productos, habiendo obtenido varios premios así en los celebrados en esta provincia desde el año de 1.862, hasta su fallecimiento como en otras exposiciones extranjeras. En la de minería celebrada en Madrid presentó varias muestras de las aguas termales que nacen en una de sus propiedades en los Berrazales y que conteniendo cualidades medicinales hizo analizar en un laboratorio de Londres, construyendo un pequeño balneario en el sitio denominado los Berrazales, a donde concurren multitud de pobres a quienes concedía gratuitamente permiso para utilizarlo.



En sus últimos años los esfuerzos del trabajo habían quebrantado su naturaleza vigorosa. Su privilegiada inteligencia había sido herida de muerte por una traidora afección cerebral; aquella inteligencia que se había gastado en provecho del pueblo que le vio crecer, solo conservaba un destello de luz cuando a su presencia se trataba de algo que significara mejora y adelanto para su país. Entonces tomaba parte en la conversación; entonces parecía que se reanimaba, que revivía; pero si el asunto versaba sobre cuestiones de intereses suyos particulares, permanecía en el mayor ostracismo e indiferente a todo.

A tal estado le habían conducido sus penosos padecimientos, cuando contaba la edad de 75 años.



¡Descanse en paz el distinguido patricio!"

José Sanchez y Sanchez.

La recova o plaza mercado, actual biblioteca.

Bibliografía consultada la prensa y boletines oficiales de la época a través del portal de la ULPGC "Jable". 


jueves, 7 de diciembre de 2017

CUANDO LA VIRGEN DE LA CONCEPCIÓN TENÍA SU BAJADA DE LA RAMA Y DIANA, AGAETE 1897.



(Reconstrucción)

La devoción de Agaete a la virgen de la Concepción surge desde la fundación de la parroquia y construcción del primer edificio religiosos allá por principios del siglo XVI.
La Purísima Concepción en otros tiempos también tuvo su "bajada de la Rama" y su diana, el 7 y 8 de diciembre respectivamente, como queda demostrado en  el programa de las fiestas que publica el diario  de Las Palmas , de fecha 4 de diciembre de 1897, hace ahora 120 años:



"Día 7.-"... a las 9 de la mañana bajada de la Rama, con música y gigantones..."
"Día 8.- Al amanecer Diana.
Las fiestas de la Concepción no tenían nada que envidiar a las fiestas de Las Nieves, para eso era la patrona.
Lo de recuperar la "Rama" lo veo complicado, pero lo de la diana para despertar al pueblo el día 8,  no estaría mal.
Feliz fiestas de la Inmaculada Concepción.

Salve a la Inmaculada.
Salve, canto de los querubines
y alabanza de los ángeles.
Salve, paz y alegría de la humanidad.
Salve, Jardín de las delicias.
Salve, Árbol de la vida.
Salve, Baluarte de los fieles.
Salve, Puerto de los náufragos.
Salve, reclamo de Adán.
Salve, rescate de Eva.
Salve, Templo santísimo.
Salve, Trono del Señor.
Salve, Virgen, que has aplastado
la cabeza del dragón precipitado al fuego.
Salve, Refugio de los afligidos.
Salve, Rescate de la maldición.
Salve, Madre de Cristo, Hijo de Dios vivo.
A Él toda gloria, honor, adoración y alabanza,
ahora y siempre 
y en todo lugar, 
por los siglos, Amén.



sábado, 2 de diciembre de 2017

LUCY CABRERA, EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO, 9-12-1917, 9-12-2017.

Lucy Cabrera y Chano Gonzalo.

Sin duda alguna los dos personajes agaetenses de todos los que tenemos conocimiento que más proyección han tenido, tanto nacional como internacional son; Lucy Cabrera y Chano Gonzalo,  ambos de la mano de la lírica y el teatro.
Chano ya tiene su "recuerdo" en el blog,  para Lucy Cabrera en el centenario de su nacimiento, va este pequeño homenaje:
Mi recuerdo es verla subiendo o bajando por el centro de la cuesta de la calle Guayarmina en las décadas finales del pasado siglo, a pesar de su edad, siempre elegante,  con aire de picardía parisina. Visitaba siempre el número 4 de la calle, la casa de su familia, Encarnacionita y "Francisquito el cobrador", mis vecinos de toda la vida. A Lucy se le podía aplicar aquello de; "antes muerta que sencilla", pues la elegancia que paseo por los mejores escenarios del mundo la llevó hasta su muerte.
1949

Lucy nace en Agaete un 9 de diciembre de 1917, en la calle Huertas, de joven iba para peluquera,  pero le gustaba el teatro y el canto, afición que arrastraba desde pequeña, sus primeros balbuceos con el arte los hizo en 1940, con una compañía de comedias en Las Palmas, en calidad de actriz dramática. Comenzó sus actuaciones líricas en las radios de Tenerife y Las Palmas, EAJ50, cantando a Schubert entre otros. 
En una de estas intervenciones la escuchó la profesora Lola de la Torre, quien la llevó a su estudio, donde le hizo vocalizar, diciéndole: "Tienes una voz muy buena, encerrada en un cuerpo muy frágil".
Lola de la Torre

Después de un año de estudio con Lola de la Torre, dio el primer concierto en el Pérez Galdós y por lo visto no lo debió de hacerlo mal cuando al acabar la velada, el en aquel tiempo presidente del Cabildo, don Antonio Limiñana, vino hacia ella y abrazándola le dijo: "Desde este momento quedas becada para estudiar canto en la Península, pero antes debes engordar un poco".
1962
Lucy Cabrera pasó a estudiar en el liceo de Barcelona y después terminó sus estudios en el conservatorio de Madrid, finalizando su carrera con sobresalientes y matrículas de honor. Su debut fue en el teatro San Carlos de Lisboa, debutando posteriormente en Madrid, con Tito Schipa, en la ópera "Werther".
Después vino  Italia, donde estuvo cuatro años, en  Milán, uno de ellos becada por el Cabildo de Gran Canaria para ampliar estudios.
El segundo año debutó en Palermo| con la Compañía de la Scala, en "Hamlet". Luego en Milán, con "La fuerza del destino". Posteriormente canta en Livorno y más tarde en Suiza, París,... También actúa en el Marruecos francés y en los mejores liceos y teatros de toda la Península. 
En su faceta de actriz teatral usó un seudónimo muy agaetense, Elvira Palmés, como los de la famosa herencia, sin embargo en su fase de cantante siempre fue Lucy Cabrera. Compartió honores junto a María Callas y Montserrat Caballé.
Diario ABC 20 de enero de 1957.

A principios de los sesenta del pasado siglo, en el punto álgido de su carrera, por motivos de una enfermedad, se tuvo que retirar de los escenarios.
Lucy falleció el 20 de abril de 2009.



Con Natalia Figueroa, esposa del cantante Raphael.



1946
1946
1953


1940

martes, 28 de noviembre de 2017

EL INCENDIO DE LA IGLESIA QUE MIRABA AL MAR, AGAETE 28-6-1874.

Solar donde se encontraba la antigua iglesia, actual centro parroquial.

Así describía el Agaete de mediados del siglo XIX, un viajero anónimo en su crónica publicada en el periódico "Aurora" de 25-06-1848.
"Desde que se baja el Lomo de las Chiqueras o Moriscos, se descubre el principio del pueblo, o mejor dicho, el fin; pues mirando un poco a la derecha se encuentra el cementerio, de antigüedad casi desconocida, y por cuya razón se halla en un estado ruinoso e incapaz de encerrar más cadáveres, algunos se han enterrado fuera de él y hasta han servido de pasto a los animales carnívoros. Esto es horroroso amigo mío y no puedo comprender cómo un pueblo donde hay hombres y religión se permite semejante escándalo.
Por el estilo del cementerio es el caserío de la población poco más o menos, no hay de notable respecto de esto más que el hermoso empedrado de las calles, sin concluir por supuesto como todas nuestras cosas buenas y una casa que a manera de castillo feudal descuella por encima de las demás y pertenece a un ricacho labrador (el actual ayuntamiento). Hay porción de fábricas empezadas; porque los vecinos derriban sus casas para convertirlas en huertos de tuneras, en donde se produce admirablemente el nopal, así es que siguiendo de este modo, creo que dentro de poco tiempo cada casa de Agaete abrigará 4 o 5 millones de vivientes y vendrá a ser el pueblo más cochinero de la isla.
Sus habitantes son maliciosos y reservados y se hallan divididos en continuas guerras que no son de este lugar. Tienen mucha afición a la música..."
El Agaete de aquellos años finales del siglo XIX, "la Plaza".

No describe  la iglesia, por lo que no debía de destacar sobre las demás construcciones, el pequeño templo se encontraba en la trasera de la actual iglesia, en el lugar que hoy ocupa en centro parroquial y aledaños.
No tenemos fotos ni datos concretos aparte de los que se pueden extraer e interpretar del archivo parroquial y de  la memoria que nos han ido trasmitiendo los que en otras épocas, coincidieron en el tiempo con testigos presenciales, pero debió ser pequeña y estar en estado bastante ruinoso en el momento del incendio.
Los restos de la antigua parroquia y sus alrededores, obras de construcción del actual centro parroquial en la trasera de la iglesia.

Se decía que era "pequeña y aseada", su fachada daba al mar,  que tenía una torre campanario a su espalda, aislada de la nave principal, aunque sobre esto hay ciertas dudas, donde poco antes del incendio habían tenido que colocar una puerta para evitar que la chiquillería  soliviantara al vecindario  cada dos por tres tocando las campanas, sobre la fachada principal había otra campana que se tocaba desde el exterior, todo se encontraba dentro de un recinto amurallado similar a la ermita de las Nieves, con una pequeña plazoleta delante de la puerta principal.
Según se contaba se accedía al recinto  por una amplia escalinata que daba a la calle del "camino a Las Nieves". En sus proximidades se situaban los restos del antiguo y primitivo cementerio de la villa. La pequeña iglesia había servido de consuelo espiritual al poblado de Agaete, durante más de tres siglos.
Lugar aproximado donde se encontraba la antigua iglesia.

El día 28 de junio de 1874,  vísperas de la festividad de San Pedro, a las siete y media el sacristán realizó el rezo del novenario al apóstol, al estar el cura Don Antonio González Vega indispuesto por un resfriado, a las nueve el sacristán volvió para tocar a animas, marchándose sin observar nada anómalo en la iglesia.
Mientras caía  la noche el pueblo se iluminaba con las tradicionales hogueras de la víspera de San Pedro en el cercano barranco, en las laderas de San Sebastián, en las Peñas, el lomo el manco... ardían unas cuantas.
Los poco más de 3.000 vecinos de Agaete desconocían la gran fogalera que se estaba preparando y que había comenzado en el altar mayor de la iglesia parroquial. 
Sobre las 21,30 horas, el resplandor de las llamas que salían por las ventanas y el deteriorado techo de la parroquia hacen que alguien de la alarma y comience a tocar a arrebato las campanas mientras el fuego se lo permitió.
Todo el pueblo fue concentrándose en la amplia plaza que se encontraba a la espalda del templo, entre llantos, gritos, rezos y lamentos, incrédulos de lo que estaban observando, fue inútil todo esfuerzo para sofocarlo. 
Las llamas, ante la atónita mirada de la virgen de la Concepción patrona de la villa que desde el altar mayor observaba, fueron consumiéndolo todo, hasta que le llegó el turno a la misma "Purísima". 
Más de  tres siglos de historia y pequeñas obras de arte que la vieja iglesia había acumulado, desaparecieron en cuestión de instantes. El rico artesonado mudéjar del techo se desplomaba, lo único que quedo en pie fue el paredón que se encontraba detrás del altar mayor y en la hornacina las cenizas de la pequeña imagen de la virgen de la Concepción, patrona de la villa. 
Gracias a la sagacidad y valentía de algunos vecinos, entre ellos el alcalde D. Antonio de Armas y Jiménez, que con gran riesgo personal, forzaron una puerta lateral, entraron en la sacristía y salvaron los libros, legajos del archivo parroquial, algunas vestimentas del ceremonial religioso,  y otros pequeños objetos de culto, además se salvaron las campanas.
De aquella tragedia quedó una copla en la memoria de los agaetenses:

El veintiocho por la noche 
el fuego devorador
en menos de media hora
sin iglesia nos dejó.
La purísima sin mancha
permanecía en pie
dándonos la despedida 
para más nunca volver...

Parece que se le achacó las causas del fuego a unas velas mal apagadas cerca del altar, aunque algunos historiadores sospechan, sin fundamento, de una mano negra detrás, para  poder construir uno nuevo acorde con la importancia que la villa iba asumiendo, ya que la iglesia siempre había puesto pegas a la construcción de un nuevo templo por el gasto que ello llevaba y terminaban de construir los de de Guía y Galdar.

Meses después, en octubre de 1874, el Obispo de la diócesis  visita la localidad y coloca la primera piedra del actual templo, en las proximidades del anterior.
Como la fe mueve montañas, de donde solo quedaba un paredón y cenizas, con el trabajo de todo el pueblo, resurgió el nuevo templo.

Visita del Obispo Pérez Muñoz 1910, fotos archivo municipal:







La nueva iglesia.
La plaza a finales del siglo XIX principios del XX.

La iglesia en la actualidad.



Bibliografía consultada:
Arquitectura y artes plásticas en la Villa de Agaete, ANTONIO J. CRUZ Y SAAVEDRA.
El Eco de Canarias, 28 de Junio de 1974, S. Vizcaíno.
Archivo municipal de Agaete.