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lunes, 22 de agosto de 2016

Historia de la vocación marinera de Agaete. Los chinchorros.

Finales del siglo XIX, Las Nieves


!!! Jalen, jalen fuerte muchachos, jalen pa sotavento, jalen por parejo, jalen!!!

El chinchorro consiste en una modalidad de pesca artesanal, donde se usa una red grande, hasta 300 metros, que se echa con pequeñas embarcaciones en zonas de poco calado, normalmente cerca de playas y ensenadas y que se jala desde tierra por un número elevado de personas, es un arte de arrastre especializado en la captura de sardinas, caballas, chicharros, salemas y especies cercanas a la orilla. 

Fotomontaje de la pesca del chinchorro (foto programa de las fiestas 2016)
     
Con la rápida desaparición del tráfico de cabotaje a mediados de los años cuarenta del pasado siglo, que desde principios del XVIII,  tenía una notable importancia para el empleo y la economía de Agaete, muchos marineros quedaron en paro. 
Como consecuencia del incendio del archivo municipal de 1910, no tenemos datos del padrón municipal anteriores de la población de la villa dedicada a la mar, pero en el proyecto de muelle de Agaete de 1864, el ingeniero Juan león y Castillo da una población marinera de 145 hombres. En el primer padrón de la localidad que se realiza con posterioridad, entre 1910, y 1920, aparecen más de 250 personas de profesión marinero, la mayoría residentes en el barrio de San Sebastián, lo que denota la importancia de este sector en la economía de la villa, con 3.465 habitantes entonces. La gran mayoría de esos 250 marineros eran las tripulaciones de los barcos de cabotaje y en menor medida pescadores. 


Censo de 1910, donde se observa que en barrios como San Sebastián, más de la mitad de los varones en edad de trabajar, son marineros. (Archivo municipal)
    
Aunque los chinchorros existe probablemente desde el establecimiento de los primeros conquistadores en la localidad, allá por el año 1481, es tras el declive del tráfico de cabotaje por la mejora de las comunicaciones terrestre, a principios de los años cuarenta del pasado siglo, cuando comienza el auge de este arte de pesca en Agaete. El chinchorro recoge a muchos de los marineros que procedían de las tripulaciones de aquellas viejas goletas y motoveleros a vapor de cabotaje, propiedad de armadores del pueblo o con operaciones en las Nieves, el San Carlosel Esperanto, la Bella Lucía, la Elvira, el Adán, la Esperancilla, la Rosa, el San Antonio, el Macacoa, el San José, el San Miguel,...., auge que dura hasta principio de los años sesenta que comienzan a desaparecer al llegar la motorización generalizada de las embarcaciones, la introducción de las nasas grandes y las traíñas, que eran mucho más rentables y necesitan menos personal, así como la paulatina desaparición de las sardinas de las zonas costeras. 
Cartilla de navegación de uno de aquellos marineros agaetenses que un día surcaron nuestros mares.
     
Muchos de aquellos experimentados marineros emigraron a Las Palmas, estableciéndose en el barrio de la Isleta, embarcándose en la marina mercante o en la pesquera de la costa africana, otros se reconvirtieron a zapateros en la nueva e incipiente industria que comenzaban los  hermanos Armas .  
    
Manuel Medina Mendoza, conocido por "Manuel Niño", mi bisabuelo, dueño de unos de los cuatro chinchorros de Agaete.

En los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo existían cuatro chinchorros; el de "Juan de Too", el de "Manolejo", el llamado “El Berguilla”, propiedad de Manuel el de Leonor, posteriormente comprado por el Cápita y el de mi bisabuelo "Manuel el Niño" y su hijo "Magin".
Cada chinchorro  empleaba a unos 25 hombres, por la necesidad de fuerza física para tirar de él, a veces con más de mil kilogramos de sardina, lo que daba un total de 100 hombres dedicados a esta modalidad de pesca en aquel Agaete. Cada chinchorro lo componían tres embarcaciones a remo, una algo mayor que llevaba las redes y el patrón, dos botes auxiliares con la mayor parte del personal y los "vidrios", pequeña caja con una base de cristal con la que miraban el fondo en busca del pescado. El nombre de las embarcaciones del de mi familia, "Manuel Niño", eran; el bote patrón, “El Manuel”, las auxiliares “Minerva” y el “Picuo”.

Los botes de los cuatro chinchorros varados delante del actual restaurante Dedo de Dios. (FEDAC años cuarenta siglo XX)

Además de los hombres embarcados, cada chinchorro tenían una persona de buena vista, al que llamaban el "vijador", que iba por las alturas de los acantilados y riscos próximos al mar, mediante señales convenidas, con un silbato, que ellos llamaban "firra" o un trapo, señalaba donde se encontraban los manteríos de sardinas a los que se encontraban en los botes en la mar, en el caso del chinchorro de mi familia, el "vijador" era un tal "Chano el Nano", sobrino de Manuel Niño
Al "vijador" lo acompañaba un niño, que era el encargado una vez decidido porque playa iban a jalar el chinchorro, de recorrer el pueblo avisando a las mujeres de los pescadores para que les llevaran el cesto de la comida, en el caso del chinchorro de mi familia era mi padre, José Santana, que en su niñez hizo esta labor en multitud de ocasiones. 
La playa para sacar las redes podría ser cualquiera entre la Punta de Sardina y las Arenas; Guayedra, el Puerto, las Nieves, el Risco, los veriles de la Caleta, del barranco la Palma, Segura, Fanaroque,.... Las mujeres, además de llevarles el "cesto", llevaban las cestas y los baños, donde recogían las sardinas que les correspondía a sus maridos o hijos una vez hechas las partes,  para ir a venderlas a los pueblos limítrofes.

Las vendedoras esperando el chinchorro (Fachico Rojas Fariñas.)

Si se cogía mucha cantidad se vendían a las "borriqueras", nombre que se daban a unas familias de Galdar que se dirigían a las playas con burros, para comprar las sardinas que luego vendían por los pueblos.


Borriqueras (FEDAC)

Normalmente no existía el dinero, ni los salarios como sistema de pago a los pescadores por los propietarios de los chinchorros,  se hacían partes con un pequeño balde y una tabla para rasar. El propietario del chinchorro se llevaba cuatro partes, tres por los barcos, las redes y la de él, al niño por avisar a las mujeres donde tenían que llevar la cesta de la comida, un “cuartón”. Cada uno hacía con su parte lo que quería, normalmente eran las propias esposas de los chinchorreros los que se encargaban de comerciar con ellas.


Las vendedoras esperando el chinchorro (Fachico Rojas Fariñas.)

Del Valle venían mujeres que  compraban las sardinas o cambiaban por papas y frutas, que después las tostaban  con gofio para que duraran un par de días más, subían a los pueblos y barrios de la cumbre donde las vendían o cambiaban a su vez por otros productos de la tierra.
Cuando no aparecía la sardina salían de noche con los botes a "calamariar" o a calar con "mechones", (antorchas untadas con brea). En verano se iban a la zona de Mogán, a la pesca del bonito y la albacora (especie de atún grande, de carne más blanca)que vendían a las factorías de conserva y salazón con delegaciones en el lugar, se iba a remo, ayudados de una pequeña vela latina y se regresaba para las fiestas de las Nieves, se llevaba a toda la familia, pernoctando en cuevas y chozas de la actual playa de Mogan. Como anécdota me cuenta mi padre, que el 18 de julio de 1936, cuando contaba sólo seis años, se encontraba con sus abuelos, "Manuel Niño y Mana Ciona", en la playa de Mogán, a donde habían ido a la pesca de la albacora, junto con toda la flota chinchorrera de Agaete, al enterarse los pescadores del golpe de estado del General Franco, "arrancaron" todos para Agaete a remo y vela, remaron con tanto ímpetu, que al medio día ya estaban todos en el pueblo, a él lo trajeron metido en el salvavidas del barco, pequeña oquedad estanca en la proa y la popa de los botes,  con una tapa en la parte superior para evitar que se mojase.


    Los últimos chinchorros (FEDAC)

Cuando los tiempos no eran buenos para el chinchorro, los pescadores se  dedicaban a subir a Tamadaba en busca de un puñado de leña o pinocha para venderla y subsistir. 
Sus mujeres aprovechaban la zafra del invierno para trabajar en los tomateros, las plataneras o almacenes de empaquetado  de frutas y completar los ingresos familiares.


Recogiendo el chinchorro de "Manuel Niño" (foto casino la Luz)

A finales de los años cincuenta del pasado siglo sólo existían dos falúas a motor en Agaete, la de Graciliano, padre de Ramoncito y  abuelo de Lano el pescador y la del  Cápita, dedicados a la pesca más al interior del mar y posteriormente a las nasas. El Cápita era el dueño de la única furgoneta que había en el pueblo, ya en su jubilación, se dedicaba a llevar a las vendedoras y el pescado a los pueblos cercanos a cambio de una pequeña tasa.


!!! Jalen, jalen fuerte muchachos, jalen pa sotavento, jalen por parejo, jalen!!! . Jalando el chinchorro 1928, de la película "la hija del Mestre" , (filmoteca canaria)

Hasta mediados del siglo XX, la mayoría de los marineros vivían en el barrio de San Sebastián y los más pobres en infraviviendas en la misma playa, donde están las terrazas de los bares de la actual avenida hoy en día. En los años cincuenta se fabrican en las Nieves unas viviendas sociales para los pescadores, que son todo un lujo para la época, donde se trasladan los que habitaban en las chabolas de la playa.



Viviendas de los pescadores 1975, nótese abajo, el barco "El Inglés" en construcción. (foto propia)

       

Las nasas grandes terminaron con el chinchorro (FEDAC)





Durante la guerra civil y la segunda guerra mundial,  las sardinas, los chicharros y las caballas de  los chinchorros, ayudaron a mitigar el hambre que pasaron en otras partes del territorio nacional. Como curiosidad se adjunta el bando del Alcalde Valentín Armas, de 22 de marzo de 1937, en que obliga vender las sardinas y demás pescado a los residentes en la Villa antes que a los forasteros, para que estos puedan venderlas y  paliar el paro obrero que había en Agaete. (archivo municipal de Agaete)
A su vez  con motivo de la escasez de alimentos por la guerra, se crea la junta reguladora de artículos de primera necesidad, que regula los precios del pescado para evitar la especulación, la samas a 1,10 pesetas, las brecas a 1,30, las sardinas a 1 peseta.....
      
La influencia e importancia de los pescadores y marineros en la vida del pueblo fue grande, las fiestas de las Nieves eran sus fiestas, hasta los años cincuenta sólo ellos iban a buscar la rama a Tamadaba, prácticamente solo ellos bailaban la rama, solo ellos  y uniformados con el traje de la marina española, podían cargar a la virgen de las Nieves en las procesiones,.....


Procesión virgen de Las Nieves, principios del siglo XX.
         
Los pescadores siempre le echaron la culpa de la desaparición de los chinchorros y de las sardinas cerca de las playas, a las nasas grandes, que acabaron con los pescados grandes,  las samas, abadejos, burros, chernes, pargos,..., que se alimentaban de sardinas y demás pescados pequeños. Al no haber depredadores, las sardinas "perdieron el miedo" y se fueron mar adentro, ya no se refugian cerca de las orillas donde se calaban los chinchorros. Lo que es una hipótesis muy razonable.
Con la llegada de la motorización de los botes, las nasas y el abandono de los chinchorros, la población marinera se redujo drásticamente y en los padrones de 1960, ya solo aparecen 60 personas dedicadas a la pesca de los 5.117 habitantes que tiene Agaete, produciéndose una oleada de emigración, en el censo de 1970, aparecen 4.438 habitantes, perdiendo la villa 639 habitantes. Siendo en este caso el lugar de la emigración, además de Las Palmas, el antiguo Sahara español, donde fuimos a parar cerca de doscientos culetos entre grandes y pequeños, entre ellos un servidor. (de Agaete al Sahara)
La modalidad pesquera del chinchorro está prohibida en Canarias desde hace  más de veinte años, por el daño que ocasiona a los fondos marinos y por no respetar las tallas mínimas en sus capturas.
El mar, el salitre, la pesca, la visión del Teide en la lejanía, los riscos de Tamadaba, por estar abiertos al mundo desde el siglo XVI, por donde exportábamos e importábamos, mercancías y conocimientos, por donde nos llegó la adoración o la fe en nuestra Señora de Las Nieves, por la visión del horizonte, por eso y muchas cosas más, somos la "simpática" Villa marinera.....




          Bibliografía utilizada.
Testimonio de José Santana Medina (mi padre)
Archivo histórico  municipal de Agaete.
Pascual, José “Del chinchorro a la nasa: el Puerto de las Nieves (Agaete)”. En Actas del Coloquio de Etnografía Marítima, pp. 53-67, Santiago de Compostela, Museo do Pobo Galego.












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