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domingo, 21 de noviembre de 2021

LOS ÁRBOLES QUE CONOCIERON A TENESOR SEMIDÁN, FERNANDO GUANARTEME.

El Guanarteme Tenesor Semidan, podía haber elegido cualquier lugar de la isla para él y los suyos tras pactar con los Reyes Católicos, la anexión pacifica de la isla a la corona de Castilla, pero eligió un lugar muy simbólico para nuestra villa y toda Gran Canaria, el Redondo de Guayedra.

Dicen que el tiempo va borrando las huellas del pasado. No obstante, en una parte de Guayedra el tiempo y sus huellas se han parado y aún perviven dos centenarios almácigos de edad desconocida, estoy convencido de que dieron cobijo al bautizado Fernando Guanarteme. 

El ciclo de vida de un árbol y su historia se miden a través de los anillos de su tronco. En uno de estos almácigos de Guayedra se observa, que en un pasado relativamente no muy lejano, dada lo apreciada de su madera, alguien corto una de sus gruesas ramas, dejando al descubierto sus anillos de crecimiento. Según los expertos en botánica, en este tronco de rama, se pueden contabilizar cerca de 400 anillos de crecimiento, por lo que podemos datarla en unos 400 años de antigüedad. La incógnita a resolver es la antigüedad del árbol madre; si una rama de más o menos un metro de perímetro se contabilizan cerca de 400 años de antigüedad, ¿Cuánto tendrá el árbol con un perímetro de tres o cuatro metros? La respuesta está por resolver, pero estoy convencido de que podíamos estar ante uno de los ejemplares arbóreos más antiguos de la isla y de toda Canarias, posiblemente sobre los 800 o más años de antigüedad.

A las diez razones para visitar la villa que la escritora de viajes inglesa Olivia Stone, en su libro de viajes, "Tenerife y sus seis satélites", relativo a la visita que efectúa a  Agaete en 1885; el valle, su pescado, sus iglesias, las abundantes aguas y nacientes, el buen clima, sus frutas, las necrópolis aborígenes, su puerto, sus comunicaciones,  habrá que añadir una más; "los abuelos de los árboles de Gran Canaria", los almácigos de Guayedra.

En la actualidad por estar en una propiedad privada, pendiente de la adecuación y una actuación del Cabildo en el lugar, para evitar el daño que se le puede hacer a los árboles y su entorno, no se pueden visitar, una vez adecuado el lugar, es de suponer que habrá un plan y un protocolo de visitas. Ese es el propósito de la propiedad, a la espera de que el Cabildo ultime la ordenanza de los árboles  singulares, cuyo catálogo se aprobó en pasado 15 de noviembre.

A los almácigos de Guayedra, podemos unir los centenarios pinos de la finca de La Laja en el Valle, la sabina de Tirma y toda una gama de árboles singulares de nuestro huerto de las flores, como parte de nuestro más valioso patrimonio a proteger.
Mientras tanto los almácigos de Guayedra; testigos mudos de nuestro glorioso pasado aborigen, de historias de brujas y chobicenas de Guayedra que me contaba mi abuelo de niño, llenos de cicatrices y arrugas como los  humanos cuando envejecemos, seguirán abrazando y aferrándose a las rocas que le rodean como si fuesen un viejo amigo del que no quieres despedirte nunca, transmitiendo la energía del cielo a la tierra, seguirán tapizando el suelo con sus hojas en otoño y renaciendo cada primavera, seguirán contemplando el paso del tiempo en ese lugar sagrado, propio para el retiro, la meditación y la reflexión, para conectarte con la naturaleza, Guayedra.




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