viernes, 21 de abril de 2017

LA LEYENDA DE LA CUEVA DE LA VIRGEN.

Lugar conocido como la cueva de la virgen, próximo a Guayedra.

Entre el Puerto de Las Nieves (Agaete) y la Playa de Guayedra, muy próxima a esta última, en el acantilado existe una enorme gruta, de unos treinta metros de altura que la pleamar inunda en parte, refugio de palomas silvestres y gaviotas.
La gente de mi generación y los marineros siempre la conocimos como la "cueva de la virgen", porque existía una leyenda que se transmitía por tradición oral de que en dicho lugar en la antigüedad había aparecido la "virgen de las Nieves".
Evidentemente no se trata  de las actuales tablas flamencas que veneramos, sino una primitiva talla de la Virgen.

En las flotas de la conquista era costumbre llevar a bordo de los navíos una pequeña imagen de la virgen, "la galeona" para la flota andaluza, era la imagen  de la virgen del Rosario con niño en los brazos, con túnica roja y manto azul, de amplia devoción en toda Andalucía desde el siglo XV, patrona de Cádiz y protectora de la gente de la mar hasta 1901, que pasa a ser la virgen del Carmen, pues la navegación a vela era tan complicada que había que ponerse en manos de dios mediante intercesión de la virgen o algún santo, a los que acudían en caso de escasez de vientos, tempestades, epidemias y otras calamidades.

Las naos del General Pedro de Vera, fletadas en Cádiz y con la mayor parte de la tripulación andaluza, desembarca en la bahía del Gayerte (Agaete), a principios de agosto del año 1481, probablemente el 5 de agosto, festividad de la virgen de Las Nieves. Era costumbre de los conquistadores poner el nombre del santoral del día a los nuevos lugares de desembarco donde montaban sus campamentos y que carecían de nombre, siendo esta es la hipótesis mas plausiva del origen del topónimo Puerto de Las Nieves. No tengo ninguna duda de que se tuvieron que encomendar  a la "galeona" de los navíos, pues la resistencia que encontraron de los canarios fue fuerte y les causó mucho daño y heridos. 
Dos meses después, tras la construcción de una pequeña fortaleza, Vera y sus huestes regresan al Real de las Palmas y su flota abandonó la bahía de Las Nieves, dejando una guarnición de treinta hombres al mando de un joven Capitán de 25 años, llamado Alonso Fernández de Lugo. 
Como era práctica habitual la fortaleza tuvo que tener una capilla o ermitorio y como costumbre en aquellos tiempos fervorosos y de advocación mariana, debieron de tener alguna imagen de la madre de Dios, la Virgen, para que les sirviera de consuelo espiritual. De esta pequeña capilla surge años después la ermita de las Nieves, que a lo largo de los siglos va sufriendo diferentes modificaciones arquitectónicas hasta llegar a la que conocemos en la actualidad.

En el año de 1944, el comisario provincial de excavaciones arqueológicas, Sebastián Jiménez Sánchez, durante el mes de agosto, publica en el diario "La Falange" una serie de artículos titulados "Apuntes históricos: Agaete y su virgen de las Nieves", en los que cita lo siguiente:
"El historiador y médico, natural de Telde, Gran Canaria, Doctor Marín y Cubas en su libro "Historia de las siete islas Canarias", redacción de 1687, al hablar de Fernández de Lugo y la conquista de La Palma, folio 70, dice:
"Y mandó hacer capilla al Arcángel San Miguel con imagen de Nuestra Señora de Las Nieves que trajo consigo de Canaria, habiéndola tenido el Gaete onde la halló quebrada la cabeza del niño y el cuerpo de la imagen que no le falta pedazo alguno, es de barro colorado cocido, de tres palmos con letras, mal formadas y gastadas alrededor del manto y un niño a el brazo derecho, hoy está metida en una funda de madera que la hace más alta y es aderezada con vestidos y joyas y la cabeza del niño es postiza sobre su ropa y las manos de la imagen, es señora muy milagrosa, fue de los mallorquines"



Marín y Cubas reafirma en el folio 91 de su obra citada que; «en el Gaete se halló entre las piedras una imagen de Nuestra Señora, quebrada y despegada la cabeza del Niño, de barro colorado muy fino, está en la Palma y primero en Canaria, Nuestra Señora de las Nieves, todo el tiempo que duró la conquista desde que se fabricó el fuerte».

Como se ve, queda probado con el texto de Marín y Cubas, escritor de gran prestigio y autoridad en la historiografía canaria, que la Virgen de las Nieves de La Palma, fue llevada allí desde Agaete en Gran Canaria por el conquistador Alonso Fernández de Lugo, primer alcalde de la fortaleza de "Gaete", una vez que vendió sus posesiones en Agaete para marchar a la conquista de Tenerife y La Palma.
D. Francisco de Armas (1872-1955), publica en el diario "la Falange", el mismo día otro articulo en el que dice;
"Don Tomás Marín y Cubas, en redacción hecha en 1687, en que copia una cédula que, según Abreu Galindo, fue dada en Toledo el 4 de Febrero de 1484, dice lo que sigue: 
muchos caballeros conquistadores que allí poblaron i tuvieron tierras, i aguas i buenos repartimientos i Alonso Fernández de Lugo en Gaete, i la capilla que se hizo era de Ntra. Sra. de Las Nieves..." (Folio 63).

Marín y Cubas a quien le corresponde además el mérito de ser el compilador de las transcripciones más antiguas conocidas de la conquista, las relaciones de Antonio Sedeño y Gómez Escudero, como natural de la isla, probablemente estuvo en Agaete, ya que entre otras cosas describe los restos de la fortaleza de Lugo con todo detalle y tuvo que tener conocimiento de primera mano sobre la historia de la aparición de la virgen y su traslado con Lugo a La Palma.
A la vista de los artículos publicados en la prensa por el Sr. Jiménez Sánchez, varios sacerdotes palmeros, le replican mediante la prensa chicharrera o en cartas al párroco de la villa D. Manuel Alonso Luján, alegando que la virgen de la Palma no tiene nada que ver con nuestra virgen de las Nieves o Agaete, datándola varios siglos antes de la llegada de Lugo a La Palma, sin dar prácticamente argumentos que desvirtúen lo afirmado por Marín y Cubas y la lógica conquistadora de llevar las imágenes divinas de un lado para otro. 
Jiménez Sánchez les réplica y les reta a realizar una inspección ocular de la imagen, para ver si lo relatado por Marín y Cubas, dos siglos antes, sobre los defectos y composición de la talla coinciden, no obtiene contestación.

La prueba documental más antigua que se ha podido encontrar, recogida por el desaparecido historiador palmero Don Alberto José Fernández García en su detallado trabajo titulado Real Santuario Insular de Nuestra Señora de Las Nieves (León, 1980), es la cita encontrada en el Libro de Repartimientos, donde consta que Lope Hernández y Aparicio Rodríguez, medidores y deslindadores de las tierras de la Isla, nombrados por el Adelantado Fernández de Lugo el 23 de enero de 1507, dicen: y otro título que ansi mesmo le dicen Santa María de las Nieves un solar de cincuenta codos…
Actual ermita de la Virgen de las Nieves de la Palma.

El Padre franciscano Fray Diego Henríquez, en su obra sobre las sagradas imágenes aparecidas en Canarias (1714), describe el icono original de la Palma con las siguientes palabras: Es esta venerable imagen de escultura algo menos de una vara de alto (Es una talla modelada en terracota que mide 57 cms. de altura); su materia de piedra extraordinaria entre roja y blanca; el rostro es perfecto y lleno; los ojos, rasgados y abiertos que parecen mirar a todas partes; las mejillas rosadas; el color moreno, no con exceso obscuro; ostenta majestad y mueve a veneración y devoción; la túnica es roja y ceñida con cíngulo; el manto es azul; el Niño le sale del corazón, dentro de la cual está incluida la mayor parte del cuerpecito...

El profesor Jesús Pérez Morera, en su obra "Silva" (1994), y según informó la también profesora palmera Gloria Rodríguez, "hubo una época en que la cabeza del Niño Jesús se hallaba quebrada por el cuello pegada con cera (Libro de Visitas y cuentas de fábrica, Inventario de 1618)."
En La palma siempre se ha escuchado hablar sobre una extraña inscripción que tenía la virgen grabada en su espalda. Una enigmática palabra, "ASIETA", traducida por las iniciales de " Alma Santa Inmaculada en Tedote Aparecida". Tedote es el nombre guanche de la capital de la isla, Es así como el erudito Juan Bautista Lorenzo Rodríguez (1841–1908) se le había ocurrido descifrarlo, un nombre que llevan muchas mujeres palmeras, asumida como sinónimo de Nieves.
Modernas y argumentadas teorías, como la del profesor doctor de bellas artes, de la Universidad de la Laguna, Miguel Ángel Martín Sánchez (La Palma 1959), achacan la talla al escultor centro europeo Lorenzo Mercadante de Bretaña,  que vino a Sevilla para trabajar en su catedral entre los años 1454 y 1468.


Comparativa, dibujo virgen de Las Nieves y imagen de Mercadante catedral de Sevilla. (Lorenzo Mercadante las manos que modelaron la Virgen, Profesor Miguel Ángel Martín Sánchez, revista BienMeSabe.org)

Aunque los párrocos de La Palma nunca contestaron los requerimiento de Sebastián Jiménez Sánchez, relativos a la inspección de la imagen, transcurrido más de setenta años, se ha demostrado que los detalles que da Marín y Cubas en 1687, sobre la imagen encontrada en Agaete, medidas, composición, descripción y daños, en especial la rotura de la cabeza del niño, coinciden con la de La Palma, más el sentido común y la lógica militar del Capitán Alonso Fernández de Lugo de trasladarse a la conquista de La Palma con la talla que veneraba en Agaete y que tan buen cobijo le había dado hasta el momento, se puede dar como muy buena la hipótesis de que la "Señora de La Palma", pasó antes por Agaete.

Bibliográfica consultada:
Diarios la "Falange" del mes de Agosto de 1944.
Apuntes históricos: La Villa de Agaete y su Virgen de las Nieves , Sebastián Sánchez Jiménez 1945.
Nuestra Señora de Las Nieves; Retazos Históricos-artísticos José G. Rodríguez, nº 168 Revista BienMeSabe.org
Lorenzo Mercadante, las manos que modelaron la Virgen de Las Nieves, Miguel A. Martín Sánchez 30-11-2010 BMS.ORG nº 342.

viernes, 14 de abril de 2017

LA HISTORIA DEL HUERTO DE LAS FLORES.

El "huerto de las flores" antes de 1896, (FEDAC)

En este reducto de la naturaleza donde dios derramó notables dones que se llama Agaete, en medio del casco urbano, junto al barranco, existe un lugar que a simple vista no es más que un resplandor verdoso en esta parte seca del valle de Agaete.
No tendría mayor importancia si no fuera por su historia, los árboles y plantas que contiene, que lo convierten en algo singular en la isla de Gran Canaria.
El huerto fue configurado con la unión de dos fincas separadas por el "barranquillo", una el actual huerto y la otra el actual aparcamiento público colindante, compradas por don Francisco Cayetano de Armas Pino, que nació en Agaete el día 7 de agosto de 1796. El huerto que en un principio no fue sino una propiedad más de la familia de Armas, para producir y comercializar frutas y verduras, fue poco a poco convirtiéndose en algo más que un simple huerto. Por herencia llegó la propiedad a un nieto  de primer de Armas propietario, D. Francisco de Armas Merino, gran amante de la botánica.
D. Francisco aprovechaba sus viajes, los viajes de los familiares o de los agaetenses, en especial al Caribe, para traer o encargarles esquejes y semillas exóticas que con mucho mimo fue  plantando en el huerto.


Fotografía anterior a 1896, se observa la plantación de plataneras en una parte del huerto.

El microclima que se da en Agaete, con prácticamente las mismas horas de sol que en la zona sur, una tierra volcánica agradecida, con una pluviometría generosa y abundantes manantiales ricos en nutrientes, fuente de "los Chorros", heredad del "Caidero" y del "Álamo", algunos ya agotados, hicieron el milagro de que en apenas cuatro mil metros cuadrados crezcan en armonía, más de cien especies de árboles y plantas procedentes de diferentes partes de la tierra.
En 1.883, la escritora de viajes inglesa Olivia Stone, visita el huerto en compañía de D. Antonio de Armas y así lo cuenta en su libro "Tenerife y sus seis satélites"; "...nos llevó a visitar su jardín, no el que está contiguo a su gran casa, sino uno que está más abajo, cerca del barranco, comenzó a llover fuertemente, pero el espeso follaje de los árboles evitaba que nos mojáramos, protegiéndonos por completo, naranjas, mangos y guayabas, caían de los árboles y los pisábamos al caminar, plátanos, aguacates y toda clase de frutas crecían en abundancia. El jardín era en realidad una selva de vegetación exuberante...."
Fotografía posterior al temporal de 1896, sobre 1900, se observa como el barranco arrasó la mitad del huerto, muros en construcción, fotografía realizada desde el puente.

El huerto no fue ajeno a las catástrofes naturales que azotaron Agaete a lo largo de los tiempos, así el 19 de febrero de 1896,  un fuerte temporal de agua hizo que el barranco corriera como no lo había hecho nunca, llevándose edificaciones y arrasando la mayor parte del huerto, arrancando  árboles centenarios que fueron a parar a la marea, dejando la mayor parte del terreno convertido en un pedregal.
Con las ayudas que se recaudan, gracias a la solidaridad de toda España, incluida la reina que manda un donativo para la reconstrucción de los daños, el huerto se reconstruye, se vuelve a rellenar de tierra, comenzando la familia De Armas la replantación de nuevas especies exóticas, conseguidas por viajeros, marineros o traídas por D. Francisco de Armas Merino del jardín botánico de la Orotova.
En 1927, la familia de Armas arrienda el huerto a un agricultor, pequeño propietario de tierras, llamado D. Isidro García Sosa, padre del que fuera alcalde de la villa D. José Antonio García Álamo, quien continuó  con la plantación de especies exóticas, a la vez que se plantaban plataneras y tomates en parte  del huerto.
En 1955, tras la muerte de D. Francisco de Armas Merino el Huerto pasa a propiedad de su hijo, el escultor y ex alcalde de la localidad D. José de Armas Medina.


D. José de Armas Medina, último propietario del Huerto de las Flores. (el imaginero D. José de Armas Medina)

Entre 1973 y 1974, el ayuntamiento realiza gestiones para intentar que el "huerto" pase a propiedad municipal, haciendo un enorme esfuerzo económico para la época, siendo finalmente vendido en julio de 1974, por poco más de dos millones y medio de las antiguas pesetas, unos 15.000 euros. Era época de sequía y de carestía del agua y el huerto pasó sed al igual que el pueblo y estuvo a punto de perecer, pero afortunadamente aguantó, el alcalde D. José Antonio García Álamo, que sentía una devoción casi espiritual por el huerto, donde pasaba muchas horas tijera de podar en mano, plantó nuevas especies, algunas procedentes del vivero del botánico Kunkel y le dio el impulso que le hacía falta.
Así el árbol del alcanfor, de la canela (ya desaparecido), el de las maracas (güiros), el pitango japonés, el mítico tamarindo, que ya en el Génesis, 21, 33, se lee; "el primer árbol que Abraham plantó en Bersabé fue un tamarindo", la lima y el limón, el canistel, la avellana australiana, "el borrachito", árbol curioso lleno de espina, llamado así en América porque el que se arrima borracho termina arañado por las espinas, café, diversas variedades de mangos, jacarandas, flamboyanes,.... florecen cada año. Presidiéndolo todo un gran pino canario y cuatro palmeras centenarias, que algunos escritores aseguraron que dieron cobijo a los aborígenes de la isla y de las que ya queda solo una.


Palo borracho.

Gúiro o árbol de las maracas.

El huerto fue lugar de tertulias y en él se inspiraron nuestros mejores escritores, poetas, Tomás Morales, Saulo Torón, Alonso Quesada, los hermanos de la Torre, D. Francisco de Armas, pintores, escultores, arquitectos y muchos más que dieron esplendor y gloria a nuestra tierra. 
Era también lugar de oración, recuerdo en mi niñez como todas las tardes a mediado de los años sesenta del pasado siglo, mi bisabuela "mana Ciona", nos llevaba a rezar el rosario junto a las "niñas Medina", Señoritas Grabiela y Juana, dos ancianas solteronas, tías del propietario D. José de Armas. Recuerdo aquel coro de abuelas enlutadas hasta los tobillos, sentadas en los sillones de mimbre, los niños en el centro sentados en el suelo, el premio de aguantar la letanía era saborear un cartucho de mangos, mientras las ancianas se tomaban un café del propio huerto, antes muy abundante y que una decisión municipal poco acertada acabó con él.
Hoy el Huerto de las Flores es patrimonio del pueblo de Agaete, porque es arte y poesía, es belleza y la belleza debe de disfrutarla también los humildes, es historia y recuerdos y la historia debe pertenecer a los pueblos.

El Huerto 1975, cuadro al oleo, del autor del blog.

La constitución del huerto de las flores  está documentada en sus escrituras de 23 de Mayo de 1833 y 1842.

"Otra finca bajo de riego y con arbolado, denominada Huertos de las Flores por donde se halla cercada de mampostería y tiene en su interior un pequeño cuarto junto a la portada de entrada. Tiene de superficie quince celemines un cuartillo y una media braza equivalentes a veinte y cuatro áreas, nueve centiáreas y cinco mil seiscientos noventa y nueve centímetros cuadrados, y linda por el naciente con la calle de su situación. Poniente con el barranco Público, Norte terrenos que fueron de Juan García Suárez y de don Francisco Herrera Ramos, y Sur, con huerto de herederos de doña Candelaria de Sosa. Esta finca se ha formado con la unión de dos trozos que adquirió don Francisco de Armas Pino, en la forma siguiente: un trozo por remate que hizo a la Real Hacienda, según escritura que, en nombre de la misma, le otorgó el Señor Intendente de la Provincia, en Santa Cruz de Tenerife, ante el escribano público don Manuel del Castillo, el trece de julio de mil ochocientos treinta y tres, habiéndose tomado razón en la antigua contaduría al folio ochenta y dos vuelto del protocolo primero; y el otro, por compra ejecutada a don Cristóbal y doña Margarita Sánchez, en escritura otorgada por ésta y por don Fernando Ramos, como apoderado de don Cristóbal, en la ciudad de Guía ante el Escribano público don Ángel Rodríguez de Tovar, el veinte y tres de mayo de mil ochocientos cuarenta y dos, habiéndose razonado en la antigua contaduría, al folio ciento veinte y dos vuelto del protocolo tercero. Su valor setecientos veinte y nueve pesetas, setenta y dos céntimos."

Al fondo palmera  washingtoniana plantada por mí en el año 1979, apenas tenía poco más un metro de altura, la tenía mi madre en una maceta y empezaba a ser molesta por la altura, pedimos autorización al alcalde D. José Antonio García Álamo y no dio permiso para plantarla   en esa zona que en aquella época estaba despejada.