jueves, 11 de abril de 2019

LA SEMANA SANTA AGAETENSE.


La semana santa en Agaete se viene celebrando desde tiempos inmemoriales, probablemente los actos litúrgicos desde el momento de la evangelización del lugar, la llegada de los primeros religiosos y la suplantación de los ritos aborígenes por los cristianos a partir de 1481, si bien no es hasta mediados del siglo XVI, cuando la iglesia autoriza exteriorizar la fe y comienzan las primeras procesiones.
En los inventarios obrantes en el archivo parroquial ya en 1696, la parroquia contaba con imagen de Cristo crucificado mediano y en 1752, una virgen de la soledad de tamaño pequeño, aunque no podemos asegurar que salieran en procesión.
En las cuentas de fábrica de la parroquia de 1819, figura la compra de una Dolorosa por 400 reales.
En el inventario de  bienes de la parroquia y ermitas de Agaete de septiembre de 1861, se dice; Un Sepulcro recientemente hecho y pintado, con Vidrieras, con su Cristo de medio cuerpo, y el otro medio de armadura para el Viernes Santo. 
En el inventario de 10 de febrero de 1862, se especifica la existencia  de "un Cristo crucificado nuevo para las procesiones de semana santa y en la misma  capilla, la imagen de N.S. de los Dolores". Todas estas imágenes quedaron destruida en el incendio de la antigua iglesia el 28 de junio de 1874.
Con la finalización de la construcción del nuevo santuario a finales del siglo XIX, por suscripción popular y la tenacidad del párroco D. Juan Valls y Roca, llegado en 1878, se van comprando nuevas imágenes para el desolado nuevo templo.
En 1904, la iglesia cuenta con un altar de la pasión con un Cristo yacente de estilo neogótico, en el interior de un sepulcro de  cristal que sigue procesionando en la actualidad el viernes santo.
La mayoría de las imágenes que llegan en esta época proceden de Barcelona, encargadas por el párroco catalán  D. Juan Valls en sus viajes a su tierra natal.
D. Juan Valls llegó a Agaete en 1878, con 32 años de edad, permaneciendo como párroco hasta 1906, en que murió con 61 años de edad.
En 1914, llega la Santa Cruz de Jesús que procesiona  en la actualidad el viernes santo.
La imagen actual de la virgen de los Dolores, según la tradición oral, fue traída por la familia de Armas, al parecer según los recuerdos familiares por Doña Leonor Merino, esposa de D. Santiago de Armas, en la segunda mitad del siglo XIX, para la capilla privada sita en su domicilio, actual ayuntamiento. 
Llegó procedente de Sevilla en un arcón lleno de juguetes y golosinas para los más pequeños de la familia. Procesionando por primera vez posiblemente tras el incendio de 1874, que destruyó la antigua imagen de la Dolorosa, saliendo y regresando a su capilla privada después de cada acto de la semana santa. De ahí la costumbre de parar unos momentos la procesión de dicha dolorosa cada vez que pasa delante del actual ayuntamiento, su casa.

La escritora de viajes inglesa Olivia Stone, describe así su visita en 1883, a la casa de los Armas en Agaete; "... nos condujo a  una sala, donde esperamos unos momentitos en presencia de una imagen de tamaño natural de la Virgen de los Dolores, vestida de negro. Me dio un gran impresión al entrar por la puerta y ver esta figura enfrente. La habitación que estaba en la semi oscuridad ayudó a la impresión considerablemente."
Sobre 1920, con el traslado de la familia de Armas a Las Palmas, y el alquiler de la vivienda para ayuntamiento, la virgen es donada a la parroquia.
En el inventario realizado el 18 de noviembre de 1918, por el párroco Virgilio Quesada Saavedra figura una imagen de los Dolores en la ermita de San Pedro, comprada por dicho cura por suscripción popular y que procesiona en el Valle.

En 1965, el hijo predilecto de la villa, imaginero José de Armas Medina, comienza el trabajo de una figura del Nazareno con la cruz acuesta, bellísima figura que finaliza y dona a la parroquia, procesionando por primera vez el 22 de marzo de 1967, desde la residencia del escultor en el Angosto, hasta la iglesia de la Concepción. Todo el pueblo fue a recibirlo a las "Chisqueras", en medio de cánticos dirigidos por el párroco D. Teodoro Rodríguez, era ya oscureciendo y el recorrido fue jalonado de hogueras para alumbrar su llegada.
Era intención de D. José de Armas que la imagen procesionara con la madera vista, no vestida con una vestimenta de pesado terciopelo que le impuso la parroquia y que le resta la espectacularidad de la túnica labrada en la madera que pretendía el escultor. El desacuerdo quedó patente con el no firmado de la obra por parte del imaginero.

La semana santa de Agaete torea las dificultades de la época republicana en los años treinta del pasado siglo, que impedía los actos religiosos en la vía pública y no deja de celebrarse con más o menos boato, algún año solo con procesiones dentro de la iglesia. 
Es a partir de la llegada del célebre párroco D, Manuel Alonso Lujan en 1936, ya en plena guerra civil y posteriormente en la posguerra, cuando de forma deliberada se pone en escena la eterna España del nacionalcatolicismo. 

El clero y el régimen imperante aprovechan y convierte las celebraciones en actos masivos donde participa la mayoría de la población, el ayuntamiento colabora con el corte de calles, con los guardias municipales que se encargan de que se cumpla los bandos municipales y nacionales, el silencio absoluto, banderas a media asta y la banda municipal que ameniza la mayoría de las procesiones. 
Todo la villa se convierte en un templo por unos días, no se puede hablar en alto, no se puede poner música, ni siquiera circular los coches por los alrededores de la iglesia, la villa arriba se transformaba en el "Calvario", lugar de encuentro de las procesiones, quizás para redimir su pasado más republicano y laico que la villa abajo. El "perdona a tu pueblo, perdónalo señor, no estés eternamente enojado....", es la única canción que suena esos días.

"Cuervito" y más tarde D. Alberto, se encargaban de traer al cine de la villa alguna película de contenido religioso para ir ambientando a la gente, así los culetos lloraron con "Balarrasa", "la túnica sagrada", "la Señora de Fátima", "Fray Escoba", "Rey de reyes", "Marcelino pan y vino" y muchas más, las emisoras de radio solo emiten música sacra.
La prensa en 1944, describe la semana santa agaetense, siendo esta descripción aplicable a todas las semanas magnas de al menos las dos décadas siguientes.
El párroco D. Manuel Alonso, preparaba la semana  santa con unos ejercicios espirituales y ya de madrugada con mucho fervor y cánticos del miserere, unos vía crucis por el centro del pueblo, ayudado por el misionero, padre Martín y el entusiasmo de un numeroso  grupo de jóvenes. 
La crónica del diario la Falange de 16 de abril de 1944, relata los actos de forma apasionada y detallada; el encuentro del miércoles santo de madrugada, alumbrado con hachones y acompañado por una cofradía de capuchinos con cirios y capirotes de luto, en medio un nazareno presididos por la cruz. El periódico lo da como una agradable novedad pionera en toda la isla.

El monumento del jueves santo, cuajado de jarras plateadas, nuevamente en uso por decisión del párroco, descolladas numerosos ramos de flores plateadas donadas por un distinguido caballero de Galdar.
Ceremonia conmovedora del "Lavatorio" a doce pobres, por segunda vez en Agaete. Solemne Hora Santa a media noche, con sermón del párroco. Edificante adoración de la Cruz, sermón de las Siete Palabras por el P. Martín.
Santo Entierro con su correspondiente cofradía por calles alfombradas de flores, costumbre peculiar en este pueblo; también un joven, en cumplida promesa, vestido de nazareno con su Cruz desfila en medio de la multitud. La «Soledad» con su cofradía de penitentes enlutados. Todo ello bajo una lluvia de pétalos de flores desde ventanas y azoteas, rezos y cantos; bengalas y hachones y una gran multitud, jamás vista en Agaete, que con fervoroso recogimiento seguía el paso de la Dolorosa, en artístico trono con plateadas flores estrenadas este año y dominando el fervor los cánticos de hombres y mujeres.
El «Stabat Mater» (plegaria que medita sobre e sufrimiento de la madre de Jesús), como despedida final, resultó una cita conmovedora que cerraba el encanto de la hermosa procesión.
El sábado de gloria resucitaba Cristo en medio de cánticos del "aleluya", los chiquillos recorría y gritaban por todo el pueblo en medio del repique de las campanas anunciando el domingo de resurrección.
Tras la misa de resurrección salía la procesión del resucitado y la tarde del domingo, la chiquillería recorría el pueblo con un "monigote" que representaba Judas que terminaba ahorcado y quemado, previo juicio público en la plaza.

"Tomasito", preparando el monigote de Judas.

Más tarde con la llegada de la imagen del señor en la burrita, las procesiones comienzan el domingo de ramos,  con una procesión mayoritariamente infantil, donde acompañamos a la "burrita" como era popularmente conocida, con palmitos y ramos de olivo que recolectamos unos días antes por los alrededores del pueblo.
En los años cincuenta se fueron añadiendo procesiones hasta completar todos los días de la semana. 

En los años sesenta y principios de los setenta del pasado siglo, en ausencia de imágenes para escenificar la pasión en procesiones diarias, recuerdo la del lunes santo, el señor en el huerto de los olivos, donde la creatividad de los jóvenes de Agaete transformaban una cabeza de Cristo hecha de cartón como los papahuevos, con unos cajones y listones de madera, tapados con túnicas y colchas en un Jesús en el huertos de los olivos.
El martes salía el señor atado a la columna, que se dice que es obra del taller de Luján Pérez y que fue donado por Doña Luisa  Medina , abuela del político Jerónimo Saavedra.
El miércoles procesión del encuentro, hasta 1967, se reciclaba la cabeza del lunes, transformándola en un Jesús con la Cruz a cuesta.

Si hay algo que recuerdo como momento no muy agradable de la semana santa de mi niñez, era el "tiro" que se daba al finalizar el sermón de las siete palabras el viernes santo en conmemoración del momento de la muerte de Cristo, una tremenda explosión de la bomba de un volador dentro de la iglesia, que sonaba aterrador y que cuando el sermón se iba terminando la gente empezaba a murmurar y a mirar para el coro que era donde habitualmente lo tiraban, hasta que se escuchaba la explosión que hacía brincar a más de uno, algunos optan simplemente en salir para la plaza a medio sermón.
A continuación salía la procesión "magna" del Santo Entierro que recorría las principales calles haciendo una parada  en el lugar conocido por el calvario, final de la calle Guayarmina, donde se realizaba una espectacular y olorosa alfombra de flores que aún se sigue confeccionando por los vecinos. Por cierto es la única procesión que sube la cuesta Guayarmina, las demás la bajan.


Procesión del viernes santo, las autoridades subiendo la "cuesta Guayarmina."

Vídeo santo entierro.

A las once de la noche tenía lugar la ceremonia del entierro  en el interior de la iglesia, donde se concentra todo el pueblo, creyentes y no creyentes por lo espectacular del acto, en el que con acompañamiento de la banda de música bajo los sones de "la madrugá" y "pobre Marí" se escenifica el entierro en el el sepulcro de Jesús. Tras este acto se acompaña a la Dolorosa en la procesión del silencio o de la soledad.


De aquellas primeras procesiones de la Dolorosa y el Cristo crucificado del siglo XIX, más tardes magnificadas y ampliadas durante el franquismo, en la actualidad solo quedan las procesiones del domingo de ramos, miércoles santo y viernes santo.
Hoy en día más que una "gran semana" como se llamaba antes, momento cumbre de la liturgia cristiana, ha cambiado su significado, se ha convertido en una semana de descanso y diversión para la mayoría, las pocas procesiones que van quedando tienen más un efecto teatral que de devoción.

P.D.
Lamentablemente, desde que tenemos conocimiento de sus existencia, los actos litúrgicos y las procesiones de la semana santa del año 2020, por primera vez en la historia se suspenden, como consecuencia de la terrible pandemia que sufre el mundo, con especial virulencia en nuestra nación. Que nuestras imágenes, donde nuestros antepasados se refugiaron, buscando en la fe la esperanza, nos proteja.
Galería fotográfica:































Bibliografía;
Diario la Falange 1944.
DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA DEL ARTE: LOS ARCHIVOS PARROQUIALES EN LA VILLA DE AGAETE,  Antonio Cruz y Saavedra.
Archivo Parroquial de la Villa de Agaete.
Tenerife y sus seis satélites, Olivia Stone.
El imaginero José de Armas, Javier Campos Oramas.

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