Comandante Grimón (Agaete 1865-1937), hijo de María Salomé Grimón Acosta y Sebastián García.
El apellido Grimón es oriundo de Flandes, llegó a Canarias a finales del siglo XV, de la mano de Jorge Grimón, natural de la actual Bélgica, para participar en la conquista de Tenerife. Uno de sus descendientes, el marqués de Villanueva del Prado, Don Tomás de la Nava y Grimón fue señor de la Aldea de San Nicolás y origen del famoso pleito con los aldeanos. Estos personajes, más villanos que nobles, extendieron el apellido Grimón por las islas, una de esas ramas se instaló en la zona de Miraflor, Teror.
Este linaje de los Grimón instalado en Teror eran una familia pudiente, a mediados del siglo XIX sus miembros varones figuran en los listados oficiales de mayores contribuyentes a la hacienda pública y por tanto electores con derecho a voto según las leyes de la época.
Entre sus propiedades figuraban diferentes tierras en Teror, La Aldea, Guía y "el cortijo del Sao", situado en el margen derecho del curso alto del barranco de Agaete, donde mantenían ganado y tierras de labor.
Antigua vivienda de la familia García Grimón en el Sao de Agaete.
La llegada del apellido a Agaete tiene que ver con una rocambolesca historia, siempre según la tradición oral y de la propia familia, pues hay pocos documentos escrito.
El lugar denominado "El Sao de Agaete", según los diferentes censos de la época estuvo prácticamente despoblado hasta mediados del siglo XIX, sólo habitado por algún pastor que cuidaba el cortijo y el ganado de los Grimón de la villa de Teror.
La historia y el poblamiento de este barrio tiene sus raíces en el caserío de Miraflor de Teror, sobre el año 1859, y en un embarazo, digamos lejos de los principios morales de la España de la época, de una joven de una familia señorial, los Grimón Acosta, llamada María Salomé.
La versión oficial de la familia en aquellos años fue que, un viajero peninsular que había pasado unos días por la casa la había embarazado, desapareciendo posteriormente y del que jamás se supo. Pero la gente de Agaete que, a noveleros y chismorreo no nos gana nadie, como decía el doctor Agustín Álamo, "mira el pueblillo, parece que no sabe naa", pronto averiguó lo que era un rumor.
Siempre según la tradición oral, el padre de la criatura no era otro que un cura, capellán de Arucas, además familiar directo de María Salomé, al parecer tío.
Para esconder aquel "sacrílego" embarazo y evitando que al capellán le ocurriera como a su pariente lejano, el Capitán Jerónimo Grimón, que en el siglo XVII, terminó decapitado por enamorarse de la monja sor Úrsula y planificar su huida de un convento de la Laguna, la familia la mandó, junto con su ama de llaves a una de sus propiedades más lejanas, el cortijo del Sao en Agaete, haciéndose cargo el pastor que atendía el ganado, Sebastián García Jiménez, un joven de 28 años de edad, de su cuidado y de que no les faltase de nada.
La criatura vino al mundo en un Sao donde el único ruido que se escuchaba, aparte de los llantos del bebé, era el de los pájaros y las abundantes aguas corriendo por los barranquillos.
Al recién nacido le pusieron de nombre Jerónimo; ¿casualidad o el recuerdo del pasado amor imposible de un Grimón de nombre Jerónimo y una monja?
Nada más nacer la familia no puso reparos en entregarlo a la ama de llaves que no tenía hijos, trasladándolo a Teror. El niño, en sus primeros años de vida lo llevaban de vez en cuando al Sao para que lo viese su madre biológica.
La familia Grimón decidió el destierro definitivo en el Sao de María Salomé, amañando un matrimonio con el pastor Sebastián García, llevándose a término la boda el 11 de abril de 1860, contando María Salomé con 24 años de edad y Sebastián con 29 años.
Tiempos después el ama de llaves y su familia emigraron a la Argentina y al parecer después a Cuba y con ellos el ya joven Jerónimo, que nunca más volvió.
A la izquierda, Jerónimo con su sobrino Antonio en el reencuentro en Cuba en las primeras décadas del siglo XX, ninguno de los dos volvió a Canarias.
Aquel matrimonio en principio forzado fue muy fructífero, a los nueve meses del casamiento nació su primer hijo, Pedro Nolasco, después vinieron al mundo nueve hijos más; María del Pino, María Antonia, Francisco, Faustina, Bonifacio, Antonio Lino, Sebastián, Juan Bautista y Ezequiel García Grimón, todos conocidos con el apelativo “Mana o Mano” delante, excepto Antonio.
El pastor reconvertido a propietario, junto con sus hijos, comenzó a transformar aquellas laderas con abundantes manantiales que solo servían para pastos de ganado, en bancales para la agricultura, a base de hacer muros de piedra y rellenar de tierra. En uno de esos trabajos le cayó una piedra sobre un brazo que terminó perdiendo.
Con un solo brazo Sebastián ya no estaba para trabajar, el matrimonio se vio obligado a vender parte del cortijo para poder seguir subsistiendo y alimentar a su numerosa prole, vendiendo parte de la finca a una familia conocida por "los costeros", en la actualidad los "Rosarios".
La familia del Rosario, conocida como "los esparragueras", a quien se les vendió parte del cortijo del Sao.
El apellido Grimón, al ser heredado por parte materna ha desaparecido en la actualidad en Agaete, si bien los descendientes de uno de los hijos de María Salomé, Don Antonio García Grimón, siempre fueron conocidos por el apellido Grimón, al ser Antonio militar de profesión, donde alcanzó el grado de Comandante de la reserva remunerada.
En el ejército era costumbre al pasar la lista diaria, nombrar por el primer apellido y contestar con el segundo, lo que hacía ser conocido por el segundo apellido. Por esta razón la gente de mi generación conoció a los hijos de Don Antonio por el apellido Grimón, aunque nunca lo tuvieron; Rafaelito Grimón, Chanito Grimón, Candelaria Grimón, ...
Molino de abajo el Sao de Agaete, propiedad de la familia García Grimón.
La mayor parte de los hermanos García Grimón continuaron en el Sao, explotando el cortijo y alguno de sus molinos de agua a lo largo del siglo XX, otros optaron por la emigración a Cuba en busca de fortuna.
El Comandante Antonio García Grimón, conocido por Antonio Grimón, una vez retirado se instaló en Agaete, fue alcalde en el convulso septiembre de 1936.
Hoy en la actualidad, en el Sao aún quedan algunas parcelas explotadas por los herederos de María Salomé y Chano.
Leyendas:
Se cuenta que las noches de novilunio merodea por el Sao un extraño ser con cuerpo de oveja y cabeza de mujer, que se les aparecía a los pastores. En una ocasión uno asustado le dio con el garrote, causándole una grave herida, aquel extraño ser solo tuvo aliento para decir que le llevara al médico de Teror antes de desaparecer, el municipio que la había visto nacer y de donde partió a mediados del siglo XIX, para ocultar un embarazo escandaloso para la época. María Salomé y su numerosa prole colonizaron y rompieron el silencio de unos barrancos que solo recorrían las aguas, los ganados y algún solitario pastor, convirtiéndose en los primeros pobladores del caserío del Sao de Agaete.
Amor:
Como dice el dicho "el roce hace el cariño", y aquel matrimonio forzado para esconder un embarazo ilegítimo para la época, terminó en una bonita historia de amor y cariño, fortalecido con la llegada de diez hijos (había que consolar al viejo, decían antes cuando se tenían un número elevado de hijos), no exento de celos y supongo que discusiones.
Me contaba una biznieta que Sebastián en sus labores de pastoreo por los barrancos del Sao, en cuanto tenía la casa a la vista, mediante silbidos desde la lejanía hacía salir a María Salomé a su vista para saber que estaba en la casa.
María Salomé murió antes que Sebastián, el 31 de julio de 1908, a los 72 años de edad, entrando Sebastián en una profunda tristeza, no teniendo ganas de seguir viviendo sin su compañía, muriendo apenas unos meses después, el 21 de noviembre de 1908, a los 77 años de edad.
Otra interesante historia de amor digna de ser conocida, relacionada con la familia y el Sao es la de un nieto de María Salomé y "Chano", Rafael García, conocido como Rafaelito Grimón, escribiente del ayuntamiento de Agaete durante más de cuarenta años.
Corrían los años treinta del pasado siglo, se enamora Rafaelito de una joven guapa, vecina del casco de Agaete llamada Rosario García, conocida como Rosarito la de "papa jua" o Yuta.
Rosarito y Rafaelito Grimón en su juventud.
La distancia que tenía que recorrer Rafaelito desde el Sao al pueblo, 9 kilómetro de caminos tortuosos, nunca fue un obstáculo para pasar, aunque fuese solo unos instantes con su amada cada vez que sus obligaciones se lo permitían.
Como aún no se habían inventado los teléfonos móviles, Rosarito siempre tenía la preocupación de saber si había llegado bien en su viaje de regreso al Sao. Acordaron que Rafaelito llegara al Sao antes de que el sol se escondiera tras Tenerife, para con un espejo, hacer señales que Rosarito pudiera ver desde la terraza de su casa en la cuesta de San Sebastián y esa era la prueba de que ya estaba en el Sao sano y salvo, ella le contestaba con otros resplandores. Los destellos fueron observados por muchas personas, lo que fue comidilla en el pueblo, especulando la gente con todo tipo de conjeturas, desde señales del más allá a los extraterrestres, al final Rosarito tuvo que dar explicaciones bajo sonrojo.
Rafaelito Grimón en su madurez, siempre tuvo el sueño de volver a su querido Sao, incluso llegó a diseñar y construir la maqueta de la casa de sus sueños en el caserío y que se conserva en su vivienda familiar de la calle Guayarmina.
Cuando no podía bajar al pueblo, Rafaelito le mandaba cartas de amor a Rosarito con su hermano Diego y ella le contestaba de la misma manera. Como no tenían ni para sobres, confiaban en la voluntad de Diego para que no las leyera y se enterara de sus secretos de enamorados.
Por medio de un comentario de Diego, llamándola "mi negra", que era como la llamaba su novio en las cartas, se enteró Rosarito que Diego las leía. Enterado Rafaelito, como hombre con un espabilo fuera de lo normal y como hijo y hermano de militar, se le ocurrió usar el sistema de encriptado que usaba el ejército en la época, sustituyendo las letras por números y una clave para descifrarlas que solo ellos conocían.
Don Antonio Grimón y sus compañeros de milicia, principios del siglo XX.
La tragedia:
La familia no estuvo ajena a la tragedia, siendo la mayor el suicidio de dos de los nietos de María Salomé y Sebastián que, en su niñez habían correteado por los barranco del Sao, saltando de piedra en piedra, bañándose en los innumerables arroyos del caserío..., junto a sus abuelos y primos.
A las tres de la tarde del viernes 30 de junio de 1922, en la casa familiar, situada en la calle Perojo nº 51 de Las Palmas, puso fin a su vida con tan solo 24 años Juan García, hijo de Don Antonio García Grimón, disparándose un tiro con el revólver de su padre, un Esmith 38, la bala le atravesó el corazón, un corazón roto por la repentina muerte de su novia en el mes de abril de aquel mismo año y que le ocasionó una profunda depresión, ya que ni siquiera pudo despedirse de su cuerpo por encontrarse navegando en sus prácticas de la carrera náutica que estaba realizando.
Juan tuvo la sospecha de que algo había ocurrido cuando su velero llegó a un puerto y solo encontró una carta de su novia, cuando lo normal era que le escribiera cinco o seis, hasta que al llegar a Tenerife su hermano Antonio, Teniente del Ejército destinado en esa isla le dio la triste noticia. Fue tal la impresión y el estado de ansiedad que le ocasionó la inesperada noticia, que su hermano lo tuvo a su lado una temporada en su casa hasta que lo creyó recuperado.
La fatalidad volvió a visitar la familia García Grimón en 1936.
El hermano del desafortunado Juan, Antonio García, Teniente de infantería con destino en Tenerife, había optado unos años antes de la guerra civil por un destino que le habían ofrecido como Jefe de la Guardia Municipal de Santa Cruz de Tenerife, abandonando el ejército.
Tras declararse la guerra civil es reclutado de nuevo por el ejército sublevado como Oficial de Infantería. En diciembre su unidad es movilizada para su traslado a los frentes de guerra en la península.
El 11 de diciembre de 1936, mientras preparaba su equipaje en sus aposentos para marchar al muelle y embarcar rumbo al frente, con sus compañeros esperándolo en la puerta de su vivienda, se escuchó una detonación, corriendo todos los presentes al lugar de donde provenía el tiro, no pudiendo hacer otra cosa que certificar la muerte de Antonio como consecuencia de un disparo en la cabeza con su arma reglamentaria.
La censura militar impuesta por los sublevados, calificó el acto de accidente, aunque tiene toda la impresión de un acto de rebeldía contra una guerra absurda entre hermanos.
Lo único que permitió la censura militar publicar sobre la muerte del Teniente Antonio García.
GALERÍA DE FOTOS:
María del Pino García Grimón, "Mana Pino", hija de María Salomé y Chano.
Francisco García Grimón y su sobrina Anita, "mano Pancho", hijo de María Salomé y Chano.
Diferentes documentos relativos a Don Juan García del Pino, nieto de María Salomé y Chano.
El Joven Antonio García Grimón, hijo de María Salomé y Chano.
El Sao en la actualidad.
En recuerdo de Don Federico Arencibia Bravo de Laguna (D.E.P.), que un día me puso en la pista de la historia y me pidió que no dejara de investigarla.
Mi agradecimiento a los descendientes de María Salomé y Chano que colaboraron aportando datos, Menchi, Elena y Tito.
Otros documentos consultados, prensa y boletines de la época a través del portal JABLE de la ULPGC.