lunes, 29 de septiembre de 2025

LAS FIESTAS DEL RISCO DE AGAETE, UNA TRADICIÓN INTERRUMPIDA.

 


Las fiestas del Risco de Agaete: una tradición interrumpida.

Enclavado en uno de los tres valles de la abrupta geografía del municipio de Agaete, el Risco ha sido desde siempre un lugar donde, además de la naturaleza, la fe ha marcado el ritmo de la vida. A mediados del siglo XX, este caserío conservaba la esencia de los pueblos pequeños de Gran Canaria: casas humildes de piedra y cal, callejones de tierra, familias dedicadas a la agricultura de subsistencia, a la crianza de animales y al monte cercano de Tamadaba. El agua de los nacientes, recogida en estanques y canales, era el tesoro más preciado, pues de ella dependían las cosechas de millo, papas, tomates o frutales.

La escuela pública del Risco era uno de los pocos puntos de encuentro colectivo. Allí los niños aprendían las primeras letras bajo la guía de maestras entregadas como doña Evarista Santana Martín, mientras los mayores se reunían delante del bar de Perdomo, al borde de la carretera a la Aldea o en los caminos al caer la tarde, compartiendo historias, faenas y esperanzas. La religión ocupaba un lugar central en la vida de estas familias, que veían en la fe un consuelo y una fuerza para sobrellevar las dificultades cotidianas de vivir alejados del pueblo, 14 kilómetros por una tortuosa carretera, entonces y aún ahora, llena de peligros.

Fue en este contexto cuando, en 1959, el entonces párroco de Agaete, don Manuel Alonso Luján (1905-1971), impulsó la idea de traer al barrio la imagen de la Virgen de la Medalla Milagrosa. Se refiere a la Virgen María en el contexto de las apariciones a Santa Catalina Labouré, en París en 1830, que terminaron con la creación de la Medalla Milagrosa. Esta medalla, originalmente llamada de la Inmaculada Concepción, se popularizó como "Milagrosa" por las numerosas gracias y milagros que se atribuyen a su portación con fe. No obstante, en el acta municipal de 29 de octubre de 1959, se le denomina; “Virgen Auxiliadora”.

Acta municipal de 29 de octubre de 1959.

La propuesta despertó un entusiasmo inmediato: cada vecino, dentro de sus posibilidades, aportó una cantidad para hacer realidad aquel sueño. El esfuerzo fue colectivo y sincero, pronto se reunió la suma de 667,50 pesetas, a las que se añadieron las 100 pesetas que entregó el propio párroco y las 500 pesetas que aportó el ayuntamiento. Aunque el coste final de la imagen y sus floreros ascendió a unas 1.200 pesetas, nada pudo frenar el empeño del pueblo, que encontró en la solidaridad su mayor riqueza.

El 12 de octubre de ese mismo año, coincidiendo con la festividad de la Virgen del Pilar, se celebró la solemne bendición de la imagen en la escuela pública. La ceremonia, que comenzó a las cuatro de la tarde, reunió a las autoridades municipales encabezadas por el alcalde don Pedro Esparza Martín, y a un gentío que abarrotaba el recinto con emoción. Tras la bendición, una procesión recorrió el caserío del Risco, adornado con flores y colchas en las azoteas, mientras sonaban los acordes de la banda municipal de música dirigida por don Enrique Asencio Ruano.

El acto tuvo además un carácter entrañable, pues fueron nombrados padrinos y madrinas vecinos muy queridos en la comunidad. Entre los padrinos figuraban don Juan Álamo Hernández, don Domingo del Rosario Álamo, don Salvador del Rosario Gil y don Francisco Álvarez Suárez. Como madrinas participaron doña Juana Álamo Ramos, doña Rosario Medina Dámaso y la maestra del lugar, doña Evarista Santana Martín. Todos ellos, junto a los vecinos que acompañaron la procesión, dieron al acontecimiento un aire solemne y festivo, mezcla de devoción y orgullo colectivo.



Aquella jornada no solo significó la llegada de una imagen religiosa; fue también un momento de unión, de identidad y de esperanza. En un tiempo en el que la vida se sostenía con sacrificio y trabajo duro, la Virgen de la Medalla Milagrosa vino a ser un símbolo de protección, amparo y futuro.

Hoy, más de seis décadas después, la memoria de aquel 12 de octubre de 1959, sigue viva en el barrio del Risco, la tierra donde vio la luz mi abuelo materno, Pedro Suárez Martín. La Virgen continúa siendo venerada por los hijos y nietos de aquellos risqueros que ya no están con nosotros.

En la actualidad el barrio del Risco de Agaete vive cada primer domingo de octubre con especial emoción las fiestas en honor a la Virgen de la Milagrosa, una celebración que nació de la devoción que, como hemos relatado, surgió a mediados del siglo XX. La llegada de la imagen al barrio supuso un símbolo de protección y esperanza para una comunidad que vive entre el Faneque y el mar, marcada en aquellos años por el pinar y la agricultura. Desde entonces, la festividad ha sido mucho más que un calendario de actos: era la ocasión para reforzar lazos, compartir alegrías y mantener viva la identidad de un espacio singular.



Las casas y las pocas calles solían llenarse de música, y procesión, en un ambiente donde la fe se unía a la convivencia. Las fiestas del Risco no eran solo religiosas, también eran una cita de encuentro, de celebración sencilla y entrañable, profundamente arraigada en la memoria colectiva de Agaete.

Este año, sin embargo, la tradición se ha visto interrumpida. Por motivos administrativos y políticos, las discrepancias entre la Policía Local y el Ayuntamiento, marcadas por la negativa de los agentes a trabajar fuera de su horario reglamentado y la falta de acuerdo institucional, no fue posible garantizar la seguridad de los festejos. La consecuencia fue un barrio en silencio, donde otros años resonaban los cantos de las verbenas y el bullicio de vecinos y visitantes.


La suspensión ha generado tristeza y preocupación entre los residentes y de toda la villa, que ven en estas fiestas un elemento esencial de su vida comunitaria. Sin embargo, también existe la firme esperanza de que los obstáculos actuales sean solo un paréntesis y de que la Virgen de la Milagrosa vuelva a ocupar su lugar en las calles del Risco, con la misma fuerza que lo ha hecho durante generaciones.

Porque en Agaete, las fiestas del Risco no son solo devoción: son memoria, cultura y futuro compartido.

Bibliografía:

Testimonio don Luis Nuez del Rosario.

Archivo municipal de Agaete.

Fotos; archivo personal de don Teodoro Rodríguez.

 

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