sábado, 1 de marzo de 2025

LA LEYENDA DE LAS CHIBICENAS DEL BARRANCO DE LA PALMA, LA FASCINANTE VIDA DE SALVADOR MARTÍN.

 

Salvador Martín Rosario nació en 1939, en San Nicolás de Tolentino, entonces una pequeña aldea aislada del resto de la isla, aferrada a la tierra y al mar como se aferran los recuerdos a la memoria. Sus padres, oriundos del Risco de Agaete soñaban con una vida mejor, pero la pobreza los envolvía cada día más en su estrecho abrazo. Desde su nacimiento en una infravivienda, Salvador conoció la miseria y el frío de la desolación, viviendo en una cabaña austera y miserable, donde el piso era la misma tierra, donde el viento susurraba historias de penurias y dolor.

La vida de Salvador dio un giro trágico cuando contaba con apenas un año de edad. Una tarde, cuando su madre, Juana, de 32 años de edad y embarazada de su quinto hijo, se encontraba tostando millo en un lebrillo para llevarlo al cercano molino y tener un poco de gofio con que alimentar a la familia, sufrió un accidente fatal. Al tostar el millo sobre una frágil lumbre de leña, el vestido de su progenitora atrapó una chispa, su larga cabellera que le llegaba a la cintura sirvió de mecha y el fuego la devoró rápidamente, a pesar de que salió corriendo envuelta en llamas hasta una acequia próxima donde logró apagarlas, a los tres días, su frágil cuerpo colapsó a consecuencia de las graves quemaduras que sufrió. Salvador, que se encontraba próximo a su madre, supo años después por su hermana, que fue salvado por ella que arrastras lo sacó del cuarto en llamas. Con apenas un año se quedó solo, junto con sus tres hermanas y su padre.


Cuarto y molino donde nació Salvador, en la actualidad restaurado y de propiedad municipal.

Salvador, mal alimentado y con delicada salud, su padre, abrumado por la tragedia y la pobreza, decidió ingresarlo en el hospital San Martín que prometía cuidado y protección, aunque la realidad se convirtió en una pesadilla.

Salvo unos meses que se lo llevaron a aquel cuarto de la tragedia en la Aldea, para intentar recuperarse de una desnutrición severa, en el hospicio, abandonado, pasó su triste infancia.

Los meses que pasó en San Nicolás dormía junto a su padre en una vieja cama de hierro y desde la primera noche y todas las noches que pasó en el lugar, al acostarse escuchaba tres golpes seguidos uno detrás de otro; el primero en una lata de aquellas que traían el pimentón “Titan” a granel, donde guardaban el gofio, el segundo lo sentía en la punta metálica de un arado que se encontraba junto a la pared y el tercero en un viejo locero, seguido de unos ruidos bajo la cama. Cuando le preguntó a su padre por aquellos extraños ruidos que se repetían todas las noches, solo le dijo; “cállate y duerme”. No tiene ninguna duda de que el espíritu de su madre rondaba por aquel cuarto de triste recuerdo.

Pasado unos meses, algo más recuperado, su progenitor lo devolvió al hospital San Martín, donde pasó todo el tiempo hasta que, con ocho años, tras experimentar el desamor familiar, el frío y el hambre, fue trasladado al orfanato de San Antonio (Las Palmas), donde las sonrisas eran un lujo que no podía permitirse. Aún con el corazón roto por la falta del cariño familiar, Salvador llegó a esa nueva institución con la esperanza de encontrar un nuevo hogar, pero solo le esperaba la desidia.

Niños del internado de San Antonio.

Las monjas que lo gestionaban imponían un régimen estricto, y cada día se llenaba de castigos y desprecio. Recibía más golpes que palabras de aliento, y su espíritu, en lugar de fortalecerse, se quebrantaba con cada abuso.

Una de las peores palizas que Salvador recuerda y que recibió de las monjas ocurrió cuando tenía unos doce años. Tras asistir a misa en una iglesia cercana donde ayudaba como monaguillo, decidió no volver al internado. La nostalgia y la falta de afecto familiar, habían pasado más de tres años sin recibir ninguna visita, lo llevaron en busca de un pariente lejano del que apenas recordaba dónde vivía. Caminó los más de siete kilómetros que separan Vegueta de la Isleta, hasta localizarlo en la parte alta de la barriada. Sin embargo, al llegar, este familiar lo metió en un taxi y lo devolvió al internado sin más palabras.

A la mañana siguiente, una de las monjas de la que recuerda su nombre, sor Aurora, lo encerró en un cuarto y, con un palo que llevaba escondido bajo el hábito, le dio una paliza tan fuerte que Salvador lloró hasta quedarse sin lágrimas. Como si eso no bastara, la monja mandó que le cortaran el pelo en una franja por medio de la cabeza, ridiculizándolo frente a sus compañeros que se burlaron de él sin piedad. Cuando me contaba esta historia con todo lujo de detalles, a sus 85 años y una mente privilegiada, todavía se le quebraba la voz y las lágrimas regresaron a sus ojos, resbalando por sus mejillas.

La vida en el orfanato no era más que un ciclo de sufrimiento. Salvador creció rodeado de otros niños que experimentaban la misma soledad y tristeza, y aunque formaron lazos entre ellos, el sistema estaba diseñado para despojarlos de sus esperanzas. A los catorce años, cuando las monjas decidieron quitárselo de encima, pretendieron que ingresara en el seminario. Salvador, sintiéndose atrapado y sin rumbo, aprovechó la ocasión para iniciar una nueva aventura. Dejó atrás las frías paredes del internado, decidido a retomar su vida, le dijo a la monja que no tenía vocación y lo pusieron en la puerta de la calle.

Aprovechó que el barbero del colegio conocía y era vecino de su progenitor en el barrio de Casa Blanca (Firgas), le pidió que lo llevara con él, dándole una desagradable sorpresa a su padre cuando lo vio llegar después de años sin verlo y sin preocuparse por él, "se quedó blanco", ya se había casado nuevamente con una lugareña.

Allí mal vivió durante dos años en una chabola, sin agua ni luz, sin baño, en una zona que le decían el pedregal.

Tras esos años volvió al Risco de Agaete, Salvador se encontró con la cruda realidad, sobrevivió acarreando monte y pinocha. Había ido a buscar consuelo y solo halló más miseria. En vez de un hogar se encontró vagando por chamizos y pajares que le prestaban familiares para que pernoctara.

Consiguió un trabajo en la construcción de la presa de Tirma. Como tenía que permanecer en el lugar de lunes a viernes, construyó un refugio rudimentario en un solapón de apenas 80 cm. de profundidad, al que añadió un pequeño muro de piedras para protegerse del frío y las inclemencias del clima. Allí mal vivió durante año y medio a base de fideos y papas, durmiendo en un jergón. 

Su juventud se convirtió en una lucha constante por la supervivencia. Su pequeño cuerpo se acostumbró al trabajo duro, mientras su mente buscaba maneras de escapar de aquella dura realidad.

Salvador, un joven de diecinueve años, pese al rechazo que siempre encontró en su barrio, según sus propias palabras; por su extrema pobreza y desaliño, él siempre intentó integrarse y ser uno más en el caserío del Risco.

LA LEYENDA DE LAS TIBICENAS (LOS PERROS) DEL BARRANCO DE LA PALMA.



Era un día de verano, la villa se preparaba para celebrar las fiestas de Las Nieves, una de las celebraciones más esperadas del año. Salvador, junto con los demás jóvenes del Risco, decidieron alquilar una camioneta para trasladarse al pueblo, pero lo que tenía que ser una velada llena de risas y alegría terminó en una pesadilla inusitada.

Al caer la tarde, mientras la música se apagaba y las luces del pueblo parpadeaban a lo lejos, sus amigos lo dejaron atrás, regresaron en la camioneta al Risco, olvidándose de que Salvador había quedado solo en el pueblo. A pesar del desánimo, decidió volver caminando al pajar que era su hogar, un camino que le llevaría al menos unas cuatro horas. Empezó su andanza sintiendo que la noche se cernía sobre él como un manto oscuro.

Al avanzar, los últimos rayos de luz se extinguieron y la brisa fresca nocturna le erizó la piel. Cuando llegó a un lugar conocido como el barranco de la Palma, se sintió atrapado en un silencio inquietante, un susurro en el aire que le advertía de que algo no estaba bien. Fue entonces cuando una jauría de lo que en principio parecían perros apareció ante él, con una presencia tan impresionante como inquietante. Encabezada por dos grandes canes de aspecto extremadamente majestuosos, y cuyas enormes cabezas les pareció de personas, les seguían tres perros más pequeños, todos alineados en perfecta fila india, como si estuvieran bajo una extraña orden sobrenatural.

Sin ladrar ni emitir un solo sonido, los animales se acercaron a él, lo observaron fijamente. Salvador quedó paralizado, sintiendo un terror que nunca había experimentado. Allí, a solo medio metro del primero de los perros, pensó que ese era su final. Con terror, recordó algo que siempre había oído: “si te enfrentas a un ataque de perros, no debes parpadear ni correr.” Así que se mantuvo firme, con los ojos fijos en los canes. Por su mente pasó toda su desgraciada vida y pensó que era su último día, que iba a morir despedazado, se acordó de su madre fallecida y su trágico final.

El perro que lideraba la jauría, como si estuviera evaluando algo, ladeaba la gran cabeza con rasgos humanos, hacia un lado y otro, mirando la parte posterior de Salvador, lo que lo llenó de un temor aún mayor. “¿Qué hay detrás de mí?”, pensó con nerviosismo, sintiendo que podría ser la única distracción que garantizara su supervivencia.

Fue en ese instante de terror absoluto cuando escuchó un susurro familiar que desató una sensación de calidez en el fondo de su corazón; "tranquilízate, Salvador, no te va a pasar nada, cálmate". No tiene dudas de que esa voz era su madre. Esas palabras de consuelo resonaron en el aire, llenándolo de una calma inexplicable. En medio del miedo, esa voz le dio un poco de valor, como si el espíritu de su madre estuviera allí, cuidándolo. (Salvador se emociona y llora cuando relata este suceso)

Mientras, el primer perro, tras dar una vuelta alrededor de él, se reposicionó de nuevo frente a su persona, mirándolo en actitud amenazante. De repente, como si un hilo invisible hubiera cortado un sortilegio, el perro más grande se dio la vuelta y en perfecta fila india la jauría le siguió y comenzó a desaparecer en la oscuridad de la noche, convirtiéndose en sombras que se desvanecían silenciosamente. Toda la escena, calcula Salvador, transcurrió en unos dos minutos.

Salvador respiró hondo, su corazón latía con fuerza, la noche seguía en calma, y los ecos de la celebración del pueblo parecían más lejanos que nunca. Con la adrenalina todavía corriendo por sus venas continuó su camino, sabiendo que, aunque las criaturas extrañas lo habían observado, la voz de su madre lo había salvado. En esa oscuridad, había encontrado no solo el valor para seguir, sino también la seguridad de que nunca estaba verdaderamente solo. La historia de esa noche en el barranco de la Palma quedó grabada en su memoria como un recordatorio de que, a veces, el amor trasciende las sombras.

El resto del camino hasta el caserío, Salvador cuenta que lo hizo sin sentir el suelo, como volando, escuchando como pasos detrás de él o el eco de sus propios pasos, no recordando haber pasado por los sitios habituales, cuando se dio cuenta ya estaba en el Risco.

Lugar donde ocurrió el suceso en la actualidad.

Al llegar, la tienda-bar de Perdomo, le sorprende que aún tenía sus puertas abiertas, despidiendo aromas de comida y risas de quienes se habían reunido allí, el tabernero lo miró con extrañeza; no podía entender cómo había llegado tan rápido. Los cálculos eran simples; el trayecto había de durar al menos cuatro horas, y Salvador lo había recorrido en poco más de dos, eso no encajaba.

La conversación giró en torno a su peculiar llegada, su estado de excitación, su color pálido y rápidamente la anécdota se tornó en un tema fascinante. Algunos, escépticos, se preguntaban si realmente había caminado, mientras otros comenzaban a murmurar sobre historias antiguas que hablaban de viajes instantáneos, pasadizos  y caminos ocultos. Era un misterio que se palpaba en el aire, alimentado por el asombro de quienes conocieron el hecho. Salvador, sentía que había algo más en su experiencia, una conexión casi mágica con la tierra que había atravesado.

A medida que los días avanzaron, en el Risco la historia de Salvador se ampliaba, sumando leyendas de viajeros que también habían sentido esa extraña aceleración en el tiempo y el espacio. Recordaban relatos familiares, historias transmitidas de generación en generación, relatos que hablaban de un lugar donde los caminos se entrelazan con la esencia misma de la vida, una tierra de brujas y tibicenas. En la calidez del bar de Perdomo, entre risas y botellines, la narración tejió un entramado que unía a Salvador no solo con la actuación de sus amigos o su madre, sino con un legado que desafiaba la lógica y animaba la imaginación.

Así, en medio de las noches estrelladas, el Risco se convirtió en el epicentro de un misterio que, junto con otras historias conocidas y misteriosas, resonarían en los corazones de quienes allí vivían, dejando en el aire preguntas sin respuesta y una sensación de que, a veces, la realidad es solo un espejismo en el vasto universo de lo desconocido.

El tiempo pasó, y Salvador, quien había aprendido a ser resiliente ante las adversidades, rechazado por la mayoría de sus amigos, según él; por ser el más pobres de los pobres, se encarnó en la figura del hombre solitario del Risco. Aunque arrastraba consigo el peso de un pasado turbulento, también llevaba una chispa de esperanza dentro, soñando con un futuro que pudiera ser diferente. A través de la lucha diaria y los recuerdos de su infancia, Salvador se erigió como un símbolo de resistencia, demostrando que, a pesar de las circunstancias, siempre hay un espacio para la esperanza.

Una vez que encontró un rumbo en su vida, profundamente creyente, se destacó como un benefactor que colaboraba desinteresadamente, especialmente con los más necesitados, los emigrantes subsaharianos ilegales que llegaban a Las Palmas. Uno de los aspectos más notables de su ayuda fue su esfuerzo por llevarles comida y todo lo que necesitasen y estuviese en sus manos. Este gesto refleja una profunda empatía y un compromiso práctico hacia los más débiles, atendiendo una de sus necesidades más inmediatas; el sustento. 

En los últimos años de su padre, hasta su fallecimiento, lo cuidó y ayudó en lo que podía, olvidando ese capítulo de su historia en que fue abandonado por él, siendo un ejemplo de altruismo y generosidad.

Salvador, aquel hombre de carácter solitario y reservado que supo navegar las tormentas de la vida, al final encontró la paz que nunca imaginó. Hoy, rodeado de sus cuatro hijos y sus nietos, su hogar se llena de risas y recuerdos que contrasta con los días de soledad de antaño. Su mente, aún lúcida a sus 85 años, guardan con claridad las aventuras en alta mar y las épocas de trabajo incansable, tanto en la marina mercante como en la pesquera, a la que dedicó buena parte de su vida, como si fueran capítulos de un libro que hojea con cariño.

Hoy, en su vejez y con buena salud, disfruta de las pequeñas cosas de la vida; un paseo al atardecer, una charla con sus seres queridos y hasta hace poco, un bañito en “el muelle viejo” de Agaete, dejando el pasado como un eco lejano que ya no pesa.

Y mientras el último rayo de sol se desvanecía en el horizonte del Puerto de Las Nieves y Salvador se limpiaba las últimas lágrimas, satisfecho de haber encontrado su lugar en el mundo, con el corazón lleno de amor y esperanza, listo para enfrentarse al futuro con la misma valentía que había llevado consigo toda su vida, nos despedimos, con la promesa de seguir esta charla sorprendente en otro momento.

 

Salvador, en un momento de la entrevista en el Puerto de Las Nieves.

Quiero mostrar mi enorme agradecimiento a su hijo Javier, quien con orgullo me acercó a esta vida extraordinaria de su padre, una fascinante historia de resistencia y esperanza que merece ser contada.

 Posdata:

Tibicenas o Chibicenas era el nombre que le daban los antiguos aborígenes de la isla de Gran Canaria a unas entidades demoníacas que formaban parte de sus creencias. Según la tradición, estas criaturas aparecían en forma de perros grandes y de pelo espeso.

Uno de los primeros autores que menciona a estos seres es Juan de Abréu Galindo, quien dice que a los antiguos canarios el demonio «se les aparecía muchas veces de noche, como grandes perros lanudos; y en otras figuras a los cuales llamaban tibisenas».

Al comprobar la toponimia del lugar me sorprende que, en las proximidades de la casa del barranco de la Palma, cortijo de Guayedra, donde Salvador situaba el suceso, en lo alto de la ladera, cercano a la carretera al Risco, existe un lugar llamado "Chobicenas" y algo más al sur otro con nombre Chibicenas, derivación de la palabra Tibicenas (Perro).

https://agaetemipasion.blogspot.com/search/label/LA%20LEYENDA%20DE%20LAS%20CHOBICENAS?m=0

 






miércoles, 1 de enero de 2025

LAS CALLES CENTENARIAS DE AGAETE Y SU HISTORIA.

Agaete 1886.

Las denominaciones de nuestras calles constituyen un mapa de la memoria y una red de imágenes que permiten reconocer el espíritu de la sociedad, son un reflejo de la identidad. Así, mediante estos nombres podemos seguir la transformación y reconstruir la historia propia de nuestro pueblo.

Las iniciales calles surgen partiendo de la primitiva ermita de la villa, situada desde las primeras décadas del siglo XVI detrás de la actual iglesia de la Concepción, en el lugar que hoy en día se construyó el centro parroquial y que un incendio destruyó por completo la víspera de San Pedro del año de 1874.

Se dice que, quien tiene el poder es quien nombra las cosas. La autoridad de la iglesia durante muchos siglos era evidente, cuando no directamente porque era uno de los mayores propietarios, indirectamente bajo la amenaza de declararte hereje, lo que te podía llevar hasta la muerte, por eso las primeras y centenarias calles de nuestra Villa llevan nombres relacionados con la religión y tradición cristiana católica.

Una de las primeras vías fue “La Concepción”, en honor a la patrona de la localidad, también llamada calle principal o calle larga, partía de la primitiva iglesia, llegando hasta “El Calvario”. A mediados del siglo XIX se dividió en dos, llamándose calle Guayarmina a partir del “barranquillo”, denominándose a la parte alta, villa arriba y la otra villa abajo. En 1931, la gestora republicana que se hizo cargo del ayuntamiento tras la instauración de la República la denominó durante unos meses; calle de "Galán y Hernández", oficiales republicanos del ejército que se habían sublevados contra la monarquía en 1930. Unos meses después, instaurado el ayuntamiento constitucional, volvió a recuperar su nombre de siempre, La Concepción.

Esta vía durante mucho tiempo debió ser la única, conociéndose el resto de construcciones diseminadas por las laderas norte y proximidades del barranco; "por arriba de las casas y por debajo de las casas”, términos que aún hoy en día se sigue utilizando.

A medida que fue avanzando la trama urbana fueron apareciendo nuevas calles, ya centenarias todas, a las que se le fue dando nombres de santos o relacionados con la iglesia; San José, San Juan, San Sebastián, Santa Rita, El Carmen, Las Nieves, San Francisco, San Germán, El Rosario, Belén, Barranco Santo, La Cruz, El Calvario, etc. En el Valle, la calle San Pedro, única vía a finales del siglo XIX, junto con las casas de la ladera, actual Vecindad de Enfrente y que terminó dando nombre al caserío. Estos nombres reflejan la profunda religiosidad que ha marcado la historia de la villa, siendo la iglesia centro de la vida social y espiritual durante muchos siglos, dejando una huella imborrable en la toponimia urbana.

No faltaron las calles dedicadas a la monarquía, siendo la calle de entrada al pueblo denominada durante muchos años calle Real, al menos desde principios del siglo XIX, en la primera república se llamó "del Recreo" y más tarde, a finales de la misma centuria, calle de Fernando León y Castillo, en memoria del político liberal que fue ministro, en agradecimiento por sus gestiones ante la reina para la reparación de las carreteras, construcción de nuevo puente y demás destrozos y daños ocasionados por el temporal de febrero de 1896.

                              

Final de la carta que el ayuntamiento dirige a León y Castillo en 1896.

Nuestros antepasados prehispánicos también tienen sus calles centenarias; "el Canario", posiblemente lugar donde se encontraban las últimas viviendas prehispánicas de la localidad, por el abundante material arqueológico que aparece cada vez que se hace alguna excavación en la zona. Algunas ya desaparecidas por el error de determinados alcaldes que, inconscientemente les cambiaron el nombre, así sucedió con la plaza de Andamana, la reina que unificó la isla, sustituida en junio de 1920, por el actual nombre de plaza de Tomás Morales. La plaza de Tenesor, calles Maninídra o Adargoma son otros topónimos centenarios relacionado con nuestro pasado aborigen.

Hay calles de ida y vuelta, como la actual calle la Cruz, durante la dictadura de Primo de Rivera en 1925, le colocaron el nombre de “13 de septiembre”, en alusión al día del golpe de Estado del General Primo de Rivera. La gestora republicana que se hizo cargo del consistorio el 14 de abril de 1931, la denominó; “14 de abril”, hasta que el ayuntamiento constitucional, unos meses después la volvió a denominar “13 de septiembre”. En los años ochenta del siglo pasado, en una decisión acertada se le devolvió su nombre original, “La Cruz”. Igual le pasó a la plaza de “José Antonio”, líder falangista, que recobró su primitivo nombre de plaza de Tenesor.



Acuerdo municipal de 3 de septiembre de 1925, en que se le da nombre de 13 de septiembre a la calle de la Cruz.

La plaza principal del pueblo, llamada “plaza de la Constitución”, en principio como homenaje a la primera carta magna de 1812, y a las que vinieron después, símbolo de la convivencia y de los valores que ellas representan. Durante un breve periodo de tiempo, tras la instauración de la 2ª República en 1931, la gestora republicana impuesta, le cambió el nombre por el de “plaza de la libertad”. Durante el franquismo se le denominó; plaza del “General Franco”, hasta la llegada de la democracia que trajo consigo la recuperación de su nombre histórico, “Plaza de la Constitución”.

Calles que ya no están o han cambiado de nombre; Calle de la Reforma, en acta municipal de 2 de julio de 1920, fue denominada; calle de José Sánchez y Sánchez, en homenaje al polifacético maestro que durante medio siglo fue una figura relevante en la Villa. Calle del Sol, orientada al este por donde sale el astro rey, llamada así porque era la primera calle por donde al amanecer entraba el sol al pueblo, fue sustituida en los años veinte por; “alcalde Francisco de Armas”. Calle del Carmen, en la actualidad calle Antonio de Armas, el cacique que fue el mejor alcalde. Calle de la Fuente, lugar por donde se accedía al manantial público de abasto, llamado "los chorros", en la actualidad calle del Agua. Calle del Herrero, el Porvenir, la Soledad, la Pradera, …

Calles que nos indicaba o señalaban un sitio o una actividad concreta en el lugar; la Montañeta, el Norte, Oriente, Malpaís, las Peñas, la Majada (lugar donde se guardaba el ganado), Buenavista, las Chisqueras (sitio donde se encontraban los corrales de cerdos o cochinos), las Huertas, Molinillos, la Palma, Pescadores, el Paso, el Tanque (el estanque), la Trasera, el Estanco, el lago…
Calles con nombres de flores; La Rosa, El Clavel, …

Recorremos a diario nuestras calles sin pararnos a pensar que detrás de los nombres de cada una se esconde una historia, una tradición, algún secreto de tiempo pasado, el espíritu de las personas que las caminaron antes que nosotros. En definitiva, a través de esos nombres podemos asomarnos al pasado y entender mejor el presente.

Bibliografía:
Archivo municipal de Agaete, libros de actas y padrones.
Archivo provincial, libros de propiedades, hipotecas y actas notariales.

viernes, 19 de julio de 2024

DE GIGANTONES Y CABEZUDOS A LOS "PAPAGÜEVOS" DE AGAETE.

 


Si hay algo que diferencia nuestras fiestas del resto similares, además de muchas otras cosas, son nuestros singulares "papagüevos".

Desde que tenemos datos escritos de las fiestas, mediados del siglo XIX, la entrada o bajada de la rama era acompañada por bandas de música. A finales de dicho siglo ya aparecen los “gigantones y cabezones”, que no debieron ser distintos a los que por miles de ciudades y pueblos de la cristiandad, pregonaban y anunciaban con alegría las fiestas en sus vísperas, generalmente religiosas.

A partir de 1912, son denominados en los diferentes programas de festejos como gigantes y cabezudos. No es hasta 1984, siendo alcalde el escultor Don José de Armas Medina, cuando se empieza a denominar en los programas como los llamaba la ciudadanía desde hacía muchos años, "papagüevos".

El significado de la palabra; papahuevo, papa güebo, papagüebo o papagüevo, cualquiera es correcta según el diccionario histórico del español en Canarias, no es otra que; figura que resulta de ponerse una persona, una gran cabeza de cartón, lo que le da la apariencia de enano, y que, en algunas fiestas, suele acompañar a los “gigantones”. Usándose también para denominar a persona estrafalaria y ridícula.

Una de las referencias más antiguas con que contamos acerca de la palabra papagüevos en Canarias, la encontramos en Libros de gastos de (1701-1751), referente al año 1722, del convento de Nuestra Señora de la Consolación, Santa Cruz de Tenerife, sign. 3568: Dosientos sinquenta y seis reales a los que bailaron los papagüebos, tamboriles, diabletes, y los que cargaron el órgano en la prosesión el día 15.

En el Diario de José de Anchieta y Alarcón (1706-1767), de 1749: «sucedió un caso gracioso y es que en la pared de la Yglesia de los Remedios que mira a la calle de La Carrera del lado de arriba de la puerta estaba un monifato como el papagüebo yacía como mitra porque decía el D. Vicente que allí como papagüebo tenían al Obispo».


Los primeros datos de cómo debieron de ser aquellos originales papagüevos de Agaete y a quienes representaban, nos remite a las fiestas de 1902, en el programa se dice; Día 5, a las dos de la tarde saldrán dos carrozas alegóricas precedidas de “gigantones”, que representan a las razas humanas y los pueblos. El éxito de las fiestas en virtud de la prensa de aquel año, se debe al entusiasta alcalde de Agaete Don Juan de Armas Merino (1870-1917). Según la tradición oral fue el que hizo los primeros papagüevos, tras conocerlos en sus viajes por la península y América.

En la fotografía, gigantes y cabezudos centenarios en Zaragoza, como podemos ver;  un chino, una negra, don quijote y otros. Parece que era una tradición que en los papagüevos estuvieran representadas las razas humanas, así sucede en Agaete al menos desde 1902, el papagüevo de don quijote se perdió en los años cincuenta.

Esos papagüevos que representaban a las razas humanas y otros, renovándose por el deterioro y uso, han sobrevivido en el tiempo, y aún hoy en día, siguen bailando cada cuatro de agosto; la negra, la japonesa, el chino, el negro… Otros terminaron por desaparecer o sustituidos por nuevas figuras.

Don Juan de Armas Merino (1870-1917).

Continuó con la tradición de Don Juan de Armas, Don Luis César Expósito del Rosario (1903-1937), matarife del pueblo, a quien se le atribuye, con algunas dudas, la realización del papagüevo actual de la negra, otros testimonios dicen que lo dejó a medias antes de ser detenido y asesinado en la guerra civil, terminándolo otros, algunos se lo atribuyen a Don José de Armas Medina, sin mucho fundamento. 

Hay que tener en cuenta que los papagüevos se prestaban a otros pueblos que carecían de ellos para sus fiestas, además eran muy pesados por sus estructuras, lo que ocasionaba que en muchos casos, cuando la alegría de vino y el ron, junto con el cansancio, hacían mella en sus bailadores, terminaran estrellando su cara contra el suelo. Por lo que había que repararlos y repintarlos todos los años o construirlos de nuevo. 

 

Fotografía posterior a 1953, aparece el papagüebo de la pelíca y el marinero entre otros.

Otro de aquellos “artistas” que contribuyeron a la realización de nuestros papagüevos fue, Don Cirilo Tadeo del Rosario (1921-1958), constando en el archivo municipal, en los libros de gastos del ayuntamiento, el encargo en el año 1948, por parte del alcalde Don José Armas Galván, la confección de seis papagüevos y el pago por un importe de 300 pesetas a Don Cirilo. En relación con este hecho, según el fallecido poeta Sebastián Sosa Álamo (Chano Sosa), en su libro “Efemérides”, dice; "mira por donde vuelve a tocarme a mí, hacer las dichosas cabezas, no tan grandes como las anteriores, Y a la hora de cobrar renuncie a mi parte por motivos que no viene al caso", no aclarando mucho más. 

Fotografía datada en 1952, la Rama bajando por la calle Guayarmina, podemos ver dos papagüebos negros, uno parece la negra actual, la vaca, don Quijote, el jorobado, la antigua  china y el diablo.

Según recordaba Juan Saavedra, “el machuco”, los papagüevos que se bailaban en la rama de principios de los años cincuenta se fabricaban por parejas, eran; "el marinero y Maruca", padre e hija, el quijote y Sancho panza, el corcovado, que la gente le buscó parecido con un carpintero de la villa, el diablo, la vaca, la negra, el negro, una filipina y un chino, pero que no eran los actuales que fueron hechos por Don José de Armas, más tarde.


Don Juan Godoy Barroso, en conversación reciente, me confirma esa afirmación de que los actuales papahuevos de “las razas”, fueron hechos en el “Huerto de las flores” por don José de Armas. Don Juan Godoy, a finales de los cincuenta, principios de los sesenta, antes de marchar a la ciudad de Las Palmas, participó en varias ocasiones en su reparación y repintado, actividad que se realizaba en unas casas en ruinas, de propiedad municipal, que se encontraban donde hoy en día está el edificio de correos y la antigua sindical. Las reparaciones se hacían a base de pegar papel de viejos periódicos mojados en una mezcla hervida de agua y harina que llamaban engrudo. Todos los papahuevos que realizó Don José, el primer año de su estreno, salían del Huerto de las Flores a su paso de la rama por las proximidades.

Acuerdo de fecha agosto de 1958, en el que el pleno del ayuntamiento felicita al polifacético artista,  Don José de Armas Medina, por los papagüevos realizados y farolas incorporadas desinteresadamente a las fiestas de aquel año. 

José de Armas Díaz, hijo del escultor, recuerda ver a su padre hacerlos en el antiguo solar, actual parte moderna del ayuntamiento y otros en una casa antigua de propiedad municipal, donde se construyó la edificación conocida por "la sindical", rememora ver hacer el chino y la japonesa, con los negros tiene dudas, pero al menos los vio remodelar y pintar por su padre.

Dudas aparte sobre la autoría de determinadas figuras, quien verdaderamente le da el carácter que en la actualidad tiene nuestros papagüevos es el escultor y caricaturista local, Don José de Armas Medina (1913-1996). Contaba Don José que sobre 1953, vio bailar la rama con verdadero estilo de papagüevo al marchante y matarife del pueblo, Don Pedro Hernández, conocido por “el pelica”. Al paso de la Rama por la carnicería, situada en el arco de la bajada al huerto de las flores, salía con su delantal y cuchillo en la mano, sorprendiendo con admiración a propios y extraños por su gracia y su forma de bailar, todo ello le sugirió perpetuar su figura en un papagüevo para la eternidad. Recabó su autorización, que acepto rapidamente, posó unas cuantas veces para modelar su figura en barro y luego cubrirlo de cartón piedra. Lamentablemente el papahuevo desapareció, parece que por decisión familiar, fue quemado una vez fallecido don Pedro. 

"La pelica"

El éxito fue grandioso, lo que le animó a realizar unos cuantos personajes en años sucesivos. Siendo unos catorce papahuevos los que se le puede adjudicar a sus manos.

El Pupulo:

Sin duda el papagüevo más logrado y querido del escultor y todo el pueblo es el del “Pupulo”, si bien Don José sentía una especial predilección por el papagüevo de “Manue”, conocido por “el carila”, por la bondad y simpatía del personaje real, al que tuve el honor de conocer en mi niñez.

"Manue", conocido por "Manue el carila".

Contaba Don José que, al Pupulo tuvo que pagarle doscientas pesetas de la época y algunos rones mientras posaba, para convencerlo de que se dejara hacer un papagüevo. Este personaje característico de aquel Agaete había nacido en 1910, coincidí en mi niñez y juventud con él, flaco y alto, siempre con una gorra a lo Hanfry Bogart en “la reina de África”.

En una entrevista en la prensa de los años setenta, curiosamente manifestaba que nunca había bailado la rama, la rama era cosa del papagüevo y no puede haber dos Pupulos en la Rama. Francisco Martín Bermúdez, que es el verdadero nombre del Pupulo, vivió casi toda su vida a costa de los muertos de la villa, era el sepulturero, aunque como él decía; “estoy rascado, es un mal negocio, aquí no se muere nadie, en Las Palmas sí que resulta”.

En el círculo, el Pupulo (foto historia y personajes de Agaete).

Una de las anécdotas más curiosa de este personaje que acostumbraba a dormir la siesta dentro de los nichos del cementerio, fue que; un día "Chano el barbero", que andaba por el campo santo, lo vio salir de uno, y antes de que sacara la cabeza, salió corriendo como alma en pena, pregonando por todo el pueblo que un difunto había resucitado. El Pupulo nunca tuvo miedo a la muerte, cuando le preguntaban por ella, cómo los grandes filósofos contestaba; Estando muerto estoy mejor, porque no molesto ni me molestan. A quien único tenía miedo era a los lagartos y a la Guardia Civil, si veo uno largo todo y salgo corriendo.

Su único vicio era enyescar y tomar unos roncitos; “si no lo hago, Jesús..., me afisio”, decía.

El Pupulo pasó los últimos años de su vida rodeado de sus cinco gatitos, a los que les tenía un gran cariño, afirmando; si se muere uno me pongo hasta de luto.

Incluso para morirse fue especial; eligió el 8 de diciembre de 1980, el día de la Inmaculada Concepción, patrona de la villa.

Maggie Fleming.


Otro de los papagüevos emblemáticos de nuestras fiestas es el de Maggie Fleming, una norteamericana que apareció por Agaete a finales de los años sesenta del pasado siglo y que conquistó el corazón de los agaetenses, fue el último papagüevo de la saga de Don José de Armas. En una ocasión me comentó; que a pesar de que Maggie nunca cobró por posar, fue el papahuevo más caro de todos los que había realizado, por el número de botellas de güisqui que consumieron los dos mientras lo estaba moldeando.

 

El relevo a Don José de Armas lo tomó un joven de la localidad, Rosendo Martín García, que ya lleva más de una quincena de papahuevos realizados, entre otros los populares; Cristo, el faneque, el chachá, el primo, Mari la del correo, Piti la enfermera, su propia madre Mariquita…, y más recientemente Marcelo. Rosendo cambió la antigua técnica de empapelar con engrudo los modelos en barro, por la fibra plástica, dándole a las cabezas más durabilidad y menos peso que, junto con armazones de aluminio, hacen que bailarlos ya no requiere el esfuerzo de antaño.

Presentación del papagüebo de Marcelo, año 2018, hecho por Rosendo Martín y cartel de las fiestas del Valle de dicho año, realizado por un servidor (fotografía José Luis Rosales).

No podemos olvidar a “la Pacoya”, mi vecina, papahuevo muy popular, realizado por su prima Mercy Cruz Suárez.

En definitiva, nuestro papagüevos, inspirados en personajes reales o tradicionales; por la historia que llevan consigo, la magia de sus bailes, símbolos de nuestra cultura popular, de nuestras fiestas, deben de cuidarse, mimarse desde las instituciones y por el pueblo en general, como garantía de pervivencia de esta tradición.

 

Curiosa fotografía datada en 1958, El Heraldo Antonio García, abriendo la comitiva de la Rama, con el mensaje del anuncio de las fiestas.



La Rama, 1959.

  

Fiestas de 1903, casa de los Armas, patio del actual ayuntamiento, carroza realizada por Don Juan de Armas Merino, en la foto sus hijos; Inés, Santiago y sus sobrinos.

Bibliografía:

Diccionario histórico del español de Canarias.
Archivo municipal de Agaete.
Archivo parroquial de Agaete.
Testimonios personales.
Prensa de la época a través del portal Jable.
Efemérides sin fecha  de Sebastián Sosa.
Fotos FEDAC y familia de Armas.





martes, 23 de abril de 2024

AGAETE; UN PUEBLO PARA COMÉRSELO, LAS RECETAS DE NUESTRAS ABUELAS.

 

AGAETE; UN PUEBLO PARA COMÉRSELO, LAS RECETAS DE NUESTRAS ABUELAS.

 

Mujeres de la pequeña aristocracia de Agaete en el muelle viejo, esperando al obispo, principios del siglo XX.

Dice la biblia en su salmo Eclesiastés 5:18; En esta vida lo mejor es comer y beber, y disfrutar del fruto de nuestros afanes. Es lo que Dios nos ha concedido; es lo que nos ha tocado.

Unos siglos después, Jesús añadió; No solo de pan vivirá el hombre… (Mateo 4:4). Dos milenios posteriores, hasta mediados del siglo XX, la mayoría de la población de Agaete, ni pan tenía para llevarse a la boca.

Hasta finales del siglo XIX, que llegó la carretera que nos conectaba con Las Palmas, Agaete fue un pueblo aislado. Era más fácil acercarse a Santa Cruz de Tenerife; una goleta con buen viento apenas tardaba cuatro horas, cómodamente sentado, mareo aparte, que ir a la capital de la isla, recorrido en el que había que emplear más de ocho horas caminando o a lomo de una Bestia y otras tantas en volver.

A ese aislamiento, había que añadir; que la mayor parte de la población no nadaba en la abundancia, la ausencia de energía eléctrica y elementos de conservación en frío de los alimentos, hacía que comer cada día dependiera de la producción propia y el devenir de las cosechas, en especial la de cereales, base de la alimentación de la mayoría de los culetos, a través del pan y el gofio, dieta que se completaba con lo que la mar daba; sardinas y caballas, frescas o saladas, abundantes en otros tiempos.

La alimentación estaba en estrecha relación con el estamento social al que pertenecías, en las clases más populares el plato estrella era el potaje, un día sí y otro también, ya sea de coles, berros silvestres o de Firgas, rábanos, jaramagos, hinojos, etc. Hasta el pan era diferente, los ricos lo comían blanco, de harina refinada de trigo y los pobres oscuro, de harinas de centeno, millo, cebada y restos de trigo. Molido en la decena de molinos que había en la localidad, desde el Hornillo hasta las salinas. Otros ni eso, un "agua chirria" o "sopa boba", agua con algún hueso de despojos cárnicos si cuadraba, y si había, se le añadía un tomate o cebolla. Si se conseguía una papa se convertía  en un caldo de papa, agregándole cilantro o hierba huerto. 

Los pescadores, la clase más humilde, cuando no había capturas por los malos tiempos; una "sopa boba" de lo que daba la orilla del mar, lapas y "burgaos", a los que se le añadía al caldero una piedra de la marea con bastante seba (algas) para que diera gusto a marisco.

Esa precariedad en la alimentación diaria tenía sus excepciones, las fiestas patronales y las celebraciones sociales como las bodas y bautizos. En esas circunstancias se realizaba un esfuerzo por parte de toda la familia, se daba una tregua al hambre. El escaso poder adquisitivo hacía que los licores y los dulces, se fabricaran de forma artesanal para cada ocasión.

En muchas casas de Agaete se conservan cuadernos y notas de aquellas recetas de “las abuelas” que ya se han perdido en su mayoría. Este trabajo consiste en recuperar algunas de ellas y quienes las conservaron.

Es de destacar las recetas de cocina de las clases menos pudiente, los apuntes de Don Luis Jiménez (Luisito el de Sinforosa) y la de la burguesía local, la familia de Armas.

Don Luis Jiménez (Luisisto)

En el archivo de la familia de Armas, que guarda Don José de Armas Díaz, se conserva una libreta escrita a mano de sus antepasadas, que es todo un manual práctico de la cocina agaetense de finales del siglo XIX y principios del XX, en especial de postres y golosinas. La aristocrática familia "de Armas" de Agaete, fue la más influyente de la localidad y de la comarca del noroeste en el siglo XIX y bien entrado el XX, su residencia fue el actual caserón que ocupa el ayuntamiento de la Villa.

Mujeres y amigas de la familia de Armas en el huerto de las flores.

He procurado usar el mismo lenguaje en que se escribieron las recetas, incluido algunos canarismos que en el lenguaje actual serían faltas de ortografía o de concordancias.

LAS RECETAS.

Las recetas de Luisito:

Almendras garapiñadas.

1/2 kg. de azúcar.

1 kg. de almendras tostadas.

 5 gr. de cacao en polvo.

1/2 de agua.

Se hace un almíbar con el agua y la azúcar al fuego, al primer hervor, se añade las almendras y el cacao, remover un rato hasta que se evapore el agua y se queden las almendras impregnadas.

Rebanadas de carnaval-semana santa.

Ingredientes:

3 huevos

150 g de azúcar.

250 ml de leche.

1 cucharadita de canela en polvo.

½ cucharadita de matalahúva

La ralladura de un limón

200 g de harina.

Se le puede poner un poquito de anís.

Aceite de oliva para freír.

Separa las claras de las yemas de los huevos, y bate las claras a punto de nieve, cuando estén medio montadas, añade el azúcar poco a poco.

Añade las yemas, la leche, las especias y la ralladura de limón y bate de nuevo hasta que se integre.

Por último, añade la harina tamizada y remueve hasta tener una mezcla homogénea.

Pon al fuego una sartén grande y vierte abundante aceite de oliva. Cuando esté bien caliente el aceite, vas poniendo porciones de masa con un cucharón, cuando empiece a burbujear la masa, le das la vuelta con cuidado para que se fría por el otro lado. Una vez doradas, las vas poniendo sobre papel absorbente. Fríe las tortitas a fuego medio, para que no se quemen.

Sírvelas con miel o azúcar por encima.


Recetas de los Armas:

Pasta para empanar lapas o mejillones.

Observación: En caso de mejillones, entiéndase que estos deben estar con una sola de las conchas.

Ingredientes para un kg., aproximadamente.

-         Ajos: 4 dientes.

-         Perejil: Un puño, en la misma proporción que los ajos.

-         Pimienta negra molida: Un pellizco.

-         Sal: Un puñito.

-         Limón: el zumo de uno.

-         ½ Vaso de aceite de oliva.

Pan bizcochado molido.

 1º  En el almirez: majar bien los ajos, el perejil, la sal y la pimienta.

   Añadir el zumo de limón y el aceite y mezclar bien todo.

   Vaya añadiéndose el pan hasta formar una pasta más o menos densa.

   Con una cucharilla póngase la pasta sobre la carne, aplastándola y cubriéndola hasta los bordes.

  Colocarlas en una bandeja de horno y encenderlo, vigilando atentamente. Cuando cojan color, sin que se asen mucho, retírense las piezas. Se pasan a otra bandeja para servirlas.


 Mojo Picón Rojo estilo Agaete (para Papas Arrugadas).

          Ingredientes.-

   1 Cabeza de Ajos

            1 Pimienta roja seca (de la puta de la madre)

            1/2  Cucharilla de Cominos

            1 Cucharada de Pimentón

   Un Puñito de Sal

            1 Taza de Aceite de Oliva

            1/4 Vaso de vinagre.

            2 Cucharas de Agua

                         Advertencia.- Usar el almirez porque si se machaca y mezcla en batidora, el mojo quedará desvirtuado, como un gazpacho fuertísimo.

       1º/ La Pimienta (sin semillas) se remoja ½ hora en agua tibia para que se ablande.        

         2º/ Se machacan los Cominos.

         3º/ Al comino, una vez machacado, se le añade la pimienta, los ajos y la sal, y se vuelve a machacar todo un poco.

4º/ Se le añade el Pimentón y se mezcla.

5º/ Se añade el aceite, se remueve mucho y se le añade Vinagre y el Agua revolviendo otro poco.



Pan de rey (Doña Gabriela Medina Ramos, "la niña Medina")

Ingredientes.-

- Huevos 7

- Azúcar ¾ Kg.

- Limón Luquete de uno (ruedecilla de cascara de limón).

- Canela molida. 1 cucharilla.

- Almendras 230 gr. Molidas.

- Pan bizcochado Molido y cernido, 1 taza.

- Manteca de puerco.

1º/ Se baten bien los huevos con el azúcar, el luquete de limón y la canela.

2º/ Se añaden las almendras y se sigue batiendo.

3º/ Se agrega el pan bizcochado, y se bate hasta que esté todo bien mezclado.

4º/ Se unta el molde con manteca de puerco. Se vierte la mezcla y se pone al horno a fuego lento hasta que coja su punto.

 

Calle Guayarmina 6, casa de doña Gabriela Medina Ramos, conocida por "la niña Medina", tía del que fuera alcalde de la villa, hijo predilecto y magnífico escultor, Don José de Armas Medina.

Huevos moles batidos.

Ingredientes. -

         -   Huevos                     20

         -   Limón                       1

         -   Canela en rama       1 tubito

         -   Azúcar                     460 gr.

    Se separan en una ondilla las yemas muy bien, limpiándoles incluso la poca clara que normalmente queda adherida. Se baten bastante hasta que queden espesas. Se reservan 4 claras.

    En un cazo (no de aluminio) se pone el azúcar y ½ vaso de agua. Y se pone al fuego hasta hacer un almíbar espeso.

    El almíbar se aparta del fuego, y cuando esté casi frío se le va añadiendo las yemas poco a poco, hasta mezclarlas todas bien.

    Entonces se vuelve al fuego y se le añade la cáscara entera del limón y el tubito de canela, batiendo siempre hasta que el huevo quede guisado.

5º    Se aparta del fuego y se mueve mucho con un batidor de cañillas, hasta que la mezcla aclare, para lo cual se va añadiendo con alguna clara, batiendo sin cesar hasta que coja punto.

   El postre se puede coronar con un poco de merengue, ya sea en una bandeja de servicio o en ondillas o copas individuales.


Mistela (licor)

Ingredientes:

Aguardiente blanco o Ron           1 litro

Agua                                             1 litro

Cáscaras de Naranja                   3 ó 4

 Matalahúva                                  8 gr.

 Clavos                                         4 gr.

Azúcar                                         460 gr.

1º     Se pone a hervir el agua con las cáscaras de naranja, la matalahúva y los clavos.

2º     Cuando haya hervido bien se separa del fuego y se deja enfriar un poco.

3º     Luego se añade el aguardiente y el azúcar, mezclando bien.

4º/     Se vuelve al fuego, que hierba un poquito (teniendo cuidado de que no arda, y se aparta del fuego.

5º/     Cuando esté frío se filtra con un trapo.

Recetas de Luisito Jiménez.

Los licores de Luisito:

Para hacer un litro de licor;

Medio kg, de azúcar.

Un cuarto litro de agua y otro cuarto de alcohol para alimentación o ron.

Diez gotas de esencia; naranja, fresa, menta, anís, limón, cacao, vainilla o lo que se desee.

Se pone el agua y la azúcar al fuego y se hace el almíbar, cuando esté bien diluida, se pone a enfriar en una botella donde ya tenemos el alcohol y se añade las diez gotas de  esencia, se agita bien y se deja tres días de reposo.


Pastas, Matrimonios (familia Armas).

Ingredientes. -

   Almendras               460 grs.

   Azúcar                     460 grs.

   Luquete de limón    2 cucharillas (zumo de limón)

  Nuez moscada        ½ cucharilla

   Canela molida         1 cucharilla

   Claras de huevo      5 bien batidas. Se reserva.

   Papel de horno

1º/     En un almirez se majan las almendras y el azúcar. Hasta que se forme una pasta.

2º/     Ya fuera del almirez a esa pasta se le mezcla el luquete de limón, la canela, la nuez moscada hasta que forme una pasta homogénea.

3º/     Al conjunto se le añaden las claras y se mezcla todo bien con una cuchara de palo.

4º/     Se cubren los carpetos (bandejas metálicas para el horno) con el papel de horno y la pasta se va colocando en montoncitos redondos de 3 ó 4 cm. de diámetro. Déjese una distancia de 3 dedos entre uno y otro, porque se dilatan.

5º/     Introdúzcase el carpeto en el horno a fuego medio, suele bastar media hora.


Cebolletas en vinagre

         1º.     Se pelan las cebolletas (cebollas pequeñas).

         2º.     Se escaldan en agua hirviendo (1 minuto).

         3º.     Se colocan en un frasco.

Mojo (para 1 Kg. de cebolletas).-

1 cabeza de ajos, pelados.

1 cucharada de sal gorda.

2 cucharitas de tomillo.

1 cucharitas pimentón.

4º. Todo esto se machaca en un almirez, y después se añade:

1 cucharita de orégano.

1 y ½ vaso de vinagre blanco.

½ vaso de agua.

½ vaso de aceite de oliva.

5º. Se revuelve todo bien y se vierte en el frasco, hasta cubrir las cebolletas.

6º. Resérvese una semana; después puede comerse.


Carne mechada rellena con huevos (Luisito).

Una bola de carne o una tira, tres o cuatro huevos sancochados, según cantidad de carne. Si es una bola con un cuchillo se pincha y se meten los huevos enteros en el interior. Se empolvorea con pimienta molida, si es una tira se enrolla con los huevos dentro y se amarra bien con hilo de cocina. Se dora con cebolla, una cabeza de ajo, tomillo y laurel, se añade un vaso de agua y otro de vino blanco, si hay caldo (de gallina o pollo mejor). Consejo de Luisito; "mejor hacerlo de un día para otro".


Ensalada americana (Luisito).

100 gr. de piña en conserva (en lata).

2 plátanos.

2 manzanas.

1 naranja.

4 nueces.

1 vaso de nata liquida.

Sal, azúcar y el zumo de un limón.

Se parte todo en pequeños trozos y se añade la nata, el azúcar, la sal a gusto y el sumo de limón.

Papas rellenas de Luisito.

Se coge la carne y se muele (picada), se le añade un par de chorizos y un poco de tocino, perejil, una cabeza de ajo, un huevo duro. Se pica todo y se amasa bien, junto con una buena fritura (cebolla y pimiento) y un poco de pan rallado, se "abujeran" las papas ( se vacían en parte), y se rellena con la mezcla, se pasa por huevo la parte rellena y se dora, después en un caldero se pone un poco de aceite del mismo con que se doraron, una cabeza de ajos, un vasito de vino, agua, una hoja de laurel, tomillo y azafrán y sal al gusto. "Se pone al fuego como quien las sancocha."

Galletas al horno.

4 Huevos.

1/2 kg. de harina.

Un paquete de mantequilla y dos cucharaditas de polvos royal.

1/4 kg. de azúcar.

60 gr. de almendra molida y ralladura de un limón.

Se bate la azúcar con la mantequilla, después los huevos y se mezcla todo. Se añade la harina, los polvos royal y la ralladura de limón, se masa todo y cuando está todo bien amasado se extiende y se cortan en forma de galletas y se ponen al horno.

*Hay que destacar que como los alimentos se cocinaban en hornos de leña, no hay tiempos, hay que estar pendiente y cuando se doraban había que sacarlo para que no se quemara.


Aceitunas canarias con mojo.

 Es conveniente limpiarlas de hojas y rabillos.

 Endulzado.-

1º-Pónganse de remojo, cubiertas de agua, durante tres días, cambiándoles el agua las tres noches, a efecto de quitarles el polvo y la espumilla grasienta que van soltando.

2º- Al cuarto día  (sobre todo a las más verdes) puede hacérseles un limpio corte longitudinal a lo largo de un lado, con un cuchillo bien afilado, y se ponen en salmuera (*) durante otros 3 o 4 días.

3º- Al cuarto día se tira la salmuera, se hace el mojo (**), se le añade éste y se ponen en los frascos. A los cinco días se pueden comer, pero es preferible hacerlo a partir de los diez días.

 *  Salmuera.-

- Se pone en un caldero la suficiente agua para que cubra las aceitunas

2º- Se lava bien un huevo crudo, que se introduce en el agua y tiene que irse al fondo.

3º- Se va añadiendo sal gorda y se revuelve con una cuchara de palo, teniendo cuidado de no romper el huevo, hasta que éste empiece a flotar a medio nivel (sin que llegue a la superficie). Se saca el huevo. La salmuera ya está hecha.

Luisito Jiménez y su esposa, Antoñita Montesdeoca, en su juventud.

Mojo (para 1 Kgr. de aceitunas).-

1º-       Póngase en un almirez (en batidora saldría una rala distinta, aunque tenga los mismos ingredientes):

            1 Cabeza de ajos pelados. Cortar los dientes en 2 ó 3 trozos para que no salten fuera del almirez.

            1 puñito de sal gorda.

            1 cucharada de comino.

            1  cucharadita de tomillo.

            2  cucharillas de pimentón en polvo.

Macháquese todo.

2º-       Añádase:

            1 vaso de aceite de oliva.

            ½   vaso de vinagre.

            1 cucharilla de orégano.

            1 pimienta de la p.m.

Revolver bien sin machacar.

3º-       Añádase 1 vaso y ½ de agua.

Volver a "revolver" bien.

4º-    Póngase el mojo sobre las aceitunas, y todo bien revuelto pásese a los frascos. Es conveniente que las pimientas estén repartidas si se prepara más de un kilo, porque si queda más de una en un frasco resultará muy picante.

A la semana están listas para comer.


Palitos de cerveza (Loli de Santa Ana).

Ingredientes. -

          -   Mantequilla    1 paquete

         -   Harina             ½ Kg.

         -   Cerveza          1 vasito.

         -   Sal fina           1 ½ cucharillas rasas.

         -   Azúcar            un poco

     1º/     Menos el azúcar se mezcla todo, hasta hacer una masa que no se pegue en las manos.

2º/     Dejar reposar 20 minutos.

 3º/     Extender la masa con un rodillo, hasta y 1 cm. de grueso.

4º/     Cortar la masa en tiras de 2 por 8 cm. y darles dos vueltas salomónicas y          revestirlas de azúcar.

5º/    Colocar las piezas en un carpeto (bandeja) y meterlas en el horno a una temperatura de 180º, durante 35 ó 40 minutos, hasta que se doren.

Almendras fritas.

1º/ Hervir agua en un cazo. Echar las almendras durante 3 ó 4 minutos, hasta que se arruguen las cascarillas.

2º/ Vaciarlas en un colador grande y enjuagarlas bajo el grifo con agua fría.

3º/ Pelarlas pellizcando cada una.

4º/ Volver a enjuagarlas hasta que estén limpias.

5º/ Extenderlas sobre una toalla de cocina y secarlas bien.

6º/ Extenderlas luego en una bandeja y dejarlas al aire y al sol hasta que se deshumedezcan.

7º/ Prepare en el poyo (lo más cerca del fuego) una base de papeles de periódico cubierta de servilletas de papel, para ir escurriendo las almendras una vez fritas.

8º/ En una mediana sartén caliéntese el aceite, que cubra aproximadamente una taza de almendras.

9º/ Cuando empiece a hervir ésta, échese el contenido de una taza y no pare de moverlas con la espumadera hasta que empiecen a perder el color blanco, y rápidamente vaya extendiéndolas sobre la base de papel.

10/ Séquense luego con otras servilletas, y una vez bien escurridas extiéndalas en una bandeja de acero inoxidable y salpíquelas con sal fina.

11/ No las guarde en el bote de cristal antes de que estén completamente frías.

 

Bienmesabe.

Ingredientes.-

             -   Azúcar           460 gr.

            -   Almendras     115 gr.

            -   Huevos          8 yemas.

 1º         Se muelen bastante las almendras y se reservan.

 2º         Se baten muy bien las yemas y se reservan.

 3º         Se hace un clarificado de azúcar, con punto subido.

 4º      Sin sacarlo del fuego se añaden las almendras al almíbar, batiendo sin parar con una paleta, evitando que se formen pelotas. Cuando ya se vea el fondo del  caldero se separa del fuego.

 5º    Inmediatamente se añaden las yemas y se bate rápidamente el conjunto hasta que  el huevo pierda su olor.


Bollos (Carmita Quintana).

Ingredientes.-

             -   Manteca de puerco             100 gr.

            -   Margarina                           100gr.

            -   Azúcar                                200 gr.

            -   Vino blanco                        1 vasito

            -   Harina                                al ojo

 1º/        Se bate todo mezclándolo bien.

 2º/        Se añade harina (al ojo), dejando la masa blanda.

 3º/        Se hacen tiras redondas de 1 cm. de grosor y 13 cm. de largo. Se forman bollitos que se sitúan en carpetos ligeramente espolvoreados de harina.

 4º/        Se hornean hasta que endurezcan.



Crocantes. (o Guirlache)

Ingredientes.-

- Almendras ½ Kg..

- Azúcar 1 Kg.

- Limón El sumo de ½

- Aceite de almendras

1º/ Poner el azúcar y el sumo de limón en un cazo y dejarlo cocer a fuego lento, sin dejar de revolver hasta disolver completamente el azúcar.

2º/ Añadir las almendras y seguir revolviendo hasta que el conjunto tome un color tostado.

3º/ Verter la mezcla sobre un mármol untado con aceite de almendras y aplastar con un rodillo también untado de aceite, hasta dejar una superficie de 1 cm. de espesor.

4º Antes de que esté totalmente frío y duro, cortar las piezas al tamaño deseado.


Sopa de ingenio.

Ingredientes.-

- Miel de caña 1 cuartillo

- Pan bizcochado 3 libras

- Canela molida 2 cucharillas

- Clavos 8

- Jengibre 2 cucharillas

- Nueces 3

- Limón Un pedazo de corteza

- Harina Una tacita

- Almendras 30, tostadas.

- Azúcar glas 1 cucharada

1º/ Se muele el bizcocho, dejándolo arrolonado.
2º/ Se muelen muy bien las especies y las nueces.
3º/ Se pone al fuego la miel con la corteza del limón (que se extraerá desde que hierva).
4º/ La miel permanecerá en el fuego hasta que tenga punto que no será mucho, lo que se conocerá pegándola entre los dedos; entonces se añadirán las especies y la nuez, sin parar de revolver.
5º/ En dando otro hervor se le va echando el rolón de bizcocho, revolviendo siempre de modo que no quede muy duro ni se queme (porque amargaría mucho).
6º/ Sin parar de mover se va añadiendo un poquito de harina para que amarre.
7º/ Inmediatamente se retira del fuego sin dejar de remover y se va echando en las bandejas, que se menearán para que se allane.
8º/ Antes de que se enfríe se le ponen las almendras claveteadas, como adorno.
9º/ Una vez frío se le espolvorea un puñadito de azúcar glas.
El resultado es una pasta correosa, medio dura, que se va cortando con un cuchillo.


Tarta de Santiago
(Ana María).

Ingredientes:

-          5 Huevos.

-          250 grs. Azúcar blanca.

-          250 grs. Almendras peladas (la mitad molidas, la otra mitad troceaditas).

-          Ralladuras de 1 limón.

-          Y cucharilla de canela.

-          Un chorrito de orujo

1)        Mezclarlo todo bien.

2)        Colocarlo en un plato-molde untado con mantequilla.

3)        Ponerlo al horno ½ hora, aproximadamente.


Rosquetillos finos.

Ingredientes.-

- Harina 500 gr.

- Mantequilla 200 gr.

- Manteca de puerco 300 gr.

- Orujo 0,1 l.

- Azúcar 3 cucharadas colmadas

1º/ Se amasa la harina con las dos mantecas y el azúcar. Después se añade el orujo, y se mezcla bien.
2º/ Con la masa en tiras redondeadas de 1,5 cm. de grueso y 10 cm. de largo, se hacen los rosquetes.
3º/ Se fríen los bollitos en aceite.
4º/ Cuando estén fríos se lustran bañándolos con un clarificado de agua y azúcar.


Galletas alemanas (Maribel).

Ingredientes.-

- Margarina 200 gr.

- Azúcar 2  1/4 Dl. (225 gr aproximadamente)

- Miel de caña 1 cucharada.

- Huevos 1 yema.

- Harina 5 3/4 Dl (575 gr).

- Bicarbonato 2 cucharillas.

1º/ Mézclese bien la margarina, el azúcar, la miel y la yema.

2º/ Añadir la harina y el bicarbonato y mezclar bien.

3º/ Extender el total de la masa en forma cuadrangular, de un grueso aproximado de ½ cm.

4º/ Cortar la masa en forma de galletitas de 5 x 3 cm. e ir situándolas separadas en un carpeto rociado de harina.

5º/ Meter en el horno a 200 grados, durante 10 minutos.

6º/ Dejar enfriar bien y retirarlas con cuidado con una espátula afilada.

Perrunas.

Ingredientes. -

         -  Manteca de puerco  460 grs.

         -   Harina                      920 grs.

         -   Azúcar                     460 grs.

         -   Huevos                    8 yemas. Se reservan las claras.

         -   Canela molida         2 cucharillas

         -   Ralladuras de naranja      3 cucharas

  1º/       Se amasa todo bien.

 2º/   Se hacen trocitos alargados con forma de croquetas, que se van colocando en un  carpeto de horno.

 3º/   Se aplastan con un tenedor, dándole forma de galletitas ovaladas. Déjese una  distancia de tres dedos unos de otros, porque dilatarán al calentarse.

 4º/     Las claras se baten aparte (sin llegar a punto de nieve). Con una brocha se barnizarán levemente las formas, para darles brillo y solidez.

 5º/     Con dos dedos se les esparce un poquito de azúcar por encima.

 6º/    Entonces se introduce el carpeto en el horno, vigilándolo hasta que se doren.

7º/     Se desprenderán fácilmente con una espátula.


Piñones de Tía Gabriela (Señorita Gabriela).

Ingredientes.-

         -   Almendras     250 gr., ligeramente tostadas y molidas.

         -   Azúcar            400 gr.

         -   Huevo             1 yema bien batida.

 1º/     Picar las almendras crudas, que queden del tamaño de lentejas grandes.

 2º/     Póngase al fuego el azúcar en un caldero con mango (no de aluminio), con  media taza de     agua, y bátase hasta que esté a punto de hebra.

 3º/     Añádanse las almendras y revuélvase de continuo para que no se pegue.

 4º/     Cuando se espese un poco se separa del fuego y poco a poco se le añade la yema revolviendo rápido hasta que quede bien mezclada. Si se seca mucho, se le añade una cuchara de agua y revolviendo se vuelve a poner al fuego.

 5º/     En un mármol ligeramente untado de aceite se van poniendo cucharadas de masa con forma ovalada, rápidamente porque se seca pronto. Si se vuelve a secar, vuelva a añadirse otra cuchara de agua de forma similar, en el fuego.

 6º/     Déjese enfriar bien y ya está.

 7º/     Retírense cuidadosamente con una espátula bien afilada para que no se rompan.


Medias Lunas (Carmita Quintana).

Ingredientes

 Mantequilla                          150 gr.

 Harina                                  210 gr.

Azúcar                                    50 gr.

 Almendras peladas                40 gr.

Yemas de huevo                       2

 Polvos de levantar                1 cucharilla

 Esencia de Vainilla              unas gotas

 1º/        Se majan las almendras.

 2º/        Se mezclan bien las almendras con la mantequilla.

 3º/        Se añaden las yemas, la vainilla y la harina, y se mezcla bien.

4º/        Se extiende la masa sobre una superficie lisa con un rodillo, dejando la pasta de medio dedo de grueso.

 5º/        Esta pasta se corta con una copa el forma de medias lunas.

6º/      Se ponen al horno en un carpeta y no se sacan hasta que estén frías, porque se  parten con facilidad.

 7º/        Cuando saquen del horno, se espolvorean con azúcar glas.

 

Sopa de ingenio

Ingredientes. -

   Miel de caña  1 cuartillo

   Pan bizcochado      3 libras

   Canela molida 2 cucharillas      

   Clavos            8

   Jengibre         2 cucharillas                         

   Nueces           3

   Limón             Un pedazo de corteza

   Harina             Una tacita

   Almendras               30, tostadas.

   Azúcar glas              1 cucharada

1º/     Se muele el bizcocho, dejándolo arrolonado.

2º/     Se muelen muy bien las especies y las nueces.

3º/   Se pone al fuego la miel con la corteza del limón (que se extraerá desde que hierva).

4º/     La miel permanecerá en el fuego hasta que tenga punto que no será mucho, lo que se conocerá pegándola entre los dedos; entonces se añadirán las especies y la nuez, sin parar de revolver.

5º/   En dando otro hervor se le va echando el rolón de bizcocho, revolviendo siempre de modo que no quede muy duro ni se queme (porque amargaría mucho).

6º/    Sin parar de mover se va añadiendo un poquito de harina para que amarre.

7º/    Inmediatamente se retira del fuego sin dejar de remover y se va echando en las bandejas, que se menearán para que se allane.

8º/    Antes de que se enfríe se le ponen las almendras claveteadas, como adorno.

9º/    Una vez frío se le espolvorea un puñadito de azúcar glas.

        El resultado es una pasta correosa, medio dura, parecida a los turrones de las fiestas, que se va cortando con un cuchillo.

 

Medidas antiguas: Su equivalencia en Sistema Métrico Decimal

                   1 Libra                =       460 gr.

                   1 Cuartillo           =       1/2 Litro

                   1 Azumbre          =       4 Cuartillos

                   1 Onza                =       28 gr.

                   1 Dragma           =       1/8 de Onza

                   4 Tazas               =       1 Litro

                   16 Cucharadas   =       1 Taza

                   3 Cucharillas       =       1 Cuchara


Agradecimientos a;  Don José de Armas Díaz, Don Juan Francisco Jiménez y Don César Ubierna.