viernes, 12 de marzo de 2021

LA EXTRAÑA VISITA DE UN ACORAZADO FRANCÉS, AGAETE 30 DE OCTUBRE DE 1916.


Era lunes 30 de octubre de 1916, Europa ya llevaba casi tres años masacrándose en una guerra entre los viejos imperios. La llamaban la gran guerra o primera guerra mundial.

España se mantenía neutral en el conflicto, no obstante, las consecuencias económicas y sociales nos tocaban de lleno. 

En Agaete, el hambre y la miseria hacia estragos. Unos meses después el alcalde, Don Graciliano Ramos Medina, pone en conocimiento del gobierno civil; la escasez de recursos, la banca rota y cierre provisional del ayuntamiento por no poder pagar los salarios.

Aquella mañana de octubre la villa se iba a sentir más marinera que nunca. En el horizonte aparecía la humeante silueta de un enorme barco que se aproximaba a la rada de Las Nieves. Se trata del crucero acorazado "Le Kléber", la enorme bandera tricolor que ondeaba en la popa, no deja dudas de la nacionalidad francesa del navío.

Si bien era frecuente la visita de este tipo de buques a los puertos de Las Palmas y Santa Cruz; la inesperada visita a la villa, los 132 metros de eslora del acorazado, sus cuatro chimeneas y sus catorce cañones, entre ellos ocho de 167 milímetros, montados en cuatro torretas acorazadas, eran visibles desde todo el pueblo, causando honda impresión y preocupación ante la situación bélica que se desarrollaba por todo el mundo. Medio pueblo puso rumbo a Las Nieves ("a golé"). Las autoridades pusieron rápidamente en conocimiento del gobierno civil la llegada del buque, ordenándoseles que sea atendido con cordialidad y neutralidad.

El crucero, buque insignia de la flota del África francesa, con base en Dakar (Senegal), enarbola la insignia del contralmirante Louis Jaurés. 

El navío echó el ancla en la rada y en una pequeña embarcación saltó a tierra; el contralmirante de la flota, el Capitán del navío, el médico, dos oficiales y una escolta de marinería.

En el muelle le esperaba; el alcalde de la villa Don Graciliano Ramos Medina, el cura párroco Don Virgilio Quesada Saavedra, el secretario del ayuntamiento Don José Antonio Rodríguez Bermúdez, el juez municipal y probablemente el medico de sanidad exterior del puerto de Las Nieves, Don Tomás Morales, encargado de dar el visto bueno para el desembarco de los visitantes, como responsable de sanidad exterior del puerto de Las Nieves.

Cuando desembarcaron en el actual muelle viejo, dieron gritos de; ¡Viva España! Contestando todos los presentes con vivas a Francia.

Después de los saludos de bienvenida, la comitiva se trasladó a visitar la ermita y la Virgen de Las Nieves, donde se encomendaron a la virgen marinera. Seguidamente subieron al pueblo donde visitaron la iglesia de la Concepción y posteriormente la casa del cura, don Virgilio, donde fueron agasajados. 

El alcalde les ofreció unos obsequios que rehúsan por disciplina militar.

Doce horas después de esta extraña visita, el buque y sus 581 tripulantes zarparon con el mismo sigilo que llegaron, ya que los submarinos alemanes y la red de espionaje germana instalada en Las Palmas, estaban a la caza de los movimientos del crucero, dedicado a la escolta de la flota mercante francesa entre sus colonias de África y la metrópolis.  

El motivo de esta visita en medio de un conflicto bélico no fue turística como aparenta, parece que no fue otra que la de despistar ante un posible ataque de un submarino alemán que lo perseguía. Estar en aguas españolas era un salvoconducto para los buques de ambos bandos, ya que España había amenazado a Alemania en romper su neutralidad y entrar en guerra junto a los aliados, si no cesaban los ataques a buques en nuestras aguas que se suponían neutrales.
Submarino alemán en el puerto de Las Palmas.

Días después, la prensa difundía el rumor de que el crucero había sido hundido en las proximidades de las islas de Cabo Verde por un submarino alemán, rumores desmentidos por las autoridades galas.

El crucero acorazado Kléber, unos meses más tarde, el 27 de junio de 1917, de camino de un viaje desde Dakar a Francia, en las proximidades del puerto de destino en la Bretaña francesa, golpeó una mina naval colocada por el submarino alemán U-61 y se hundió, falleciendo 38 tripulantes.

El Contralmirante Jaurés era hermano del político socialista francés Jean Jaurés, fundador de diario L´Humanité, asesinado tres días después de comenzar la gran guerra.

Jaurès se retiró de la marina en 1922, convirtiéndose en oficial de reserva. 

Se dedicó a la política. Jaurès fue elegido miembro de la asamblea nacional en 1924, para la segunda legislatura, por el departamento del Sena. Ocupó el cargo desde el 11 de mayo de 1924, hasta el 31 de mayo de 1928. Se unió al grupo socialista republicano en la cámara de diputados de París. 

Aquel viejo marino que un día; pisó nuestras playas, oró y encomendó su destino a nuestra virgen de Las Nieves y a nuestra patrona, la Inmaculada Concepción, Louis Jaurès, murió en París el 30 de octubre de 1937.


Contraalmirante Jaurés, 1924.



En la actualidad los restos del Kléber, se han convertido en un pecio frecuentado por submarinistas. Fuente: Catherine Le Guen, Pecios: registro de naufragios en 1914-1918, Le Télégramme del jueves 31 de julio de 2014, foto Katell Henri.



Bibliografía consultada:

Diario de Madrid, "la correspondencia de España" de 31 de octubre de 1916.

Prensa de la época a través del portal Jable de ULPGC.

Archivo municipal de Agaete.

Forum: Les combattants & l'histoire de la Grande Guerre.

https://canaryislandsdestination.com/espionaje-en-canarias-el-kaiser-pone-los-ojos-en-las-islas/


viernes, 5 de marzo de 2021

LA TRAGEDIA DEL VIERNES SANTO, AGAETE 25 DE MARZO DE 1921.

 

Las Nieves 1905.

Era viernes 25 de marzo de 1921, el día más sagrado de la cristiandad, viernes santo, eran tiempos de fervor religioso, los mandamientos de la iglesia se cumplían a rajatabla; era día de ayuno, silencio y soledad.

La bahía de Las Nieves se veía concurrida; pailebotes, balandros, goletas, veleros y demás embarcaciones de las navieras de la villa o con tripulaciones de Agaete estaban fondeadas en la rada, era día de descanso absoluto, era "pecado mortal" trabajar ese día en que la localidad estaba de duelo general desde la tres de la tarde, en conmemoración de la muerte de Cristo.

Sobre las nueve, cuando la noche avanzaba y se hacía más oscura, aprovechando que el pueblo estaba recogido en la soledad de sus casas, tres pescadores de la villa decidieron romper el silencio, echaron un pequeño bote al agua y remando se dirigieron a una de las embarcaciones ancladas en la bahía de Las Nieves, el pailebot "El Canario", con el fin de sustraer unos litros de gasolina del motor auxiliar. Dos de ellos eran padre e hijo.

Sabiendo que en el barco solo había una persona de guardia que, a esas horas dormía profundamente en un pequeño camarote en la proa, sigilosamente se acercaron a la nave, abordándola por la popa, saltando a su interior los dos más jóvenes, quedando el padre vigilando. Para alumbrarse encendieron un pequeño hachón de los usados para la pesca nocturna, impregnado en brea. 

Una vez que localizaron el depósito del combustible del motor auxiliar de la embarcación, al abrirlo, probablemente los gases acumulados entraron en contacto con la llama del hachón, desatándose la tragedia. Una fuerte deflagración reventó el deposito y derramó el combustible, incendiando todo el compartimento, provocando varias explosiones más que alcanzaron de lleno a los dos jóvenes. 

El hijo del que quedo vigilando; llamado Antonio Gutiérrez Suárez, de 33 años de edad, fue alcanzado de lleno por el fuego, pereciendo carbonizado, estaba casado y era padre de siete hijos. El otro pescador que le acompañaba, de nombre Juan, quedo gravemente afectado con grandes quemaduras, el fuego y los gritos de dolor fueron escuchados por el hijo del armador propietario de la embarcación "El Canario", Agustín del Pino, que se encontraba en la balandra "Virgen de Las Nieves", fondeada en las proximidades, dirigiéndose en un bote al "Canario", encontrando ya cadáver a Antonio y a Juan con graves quemaduras, en muy malas condiciones, despertando al guardián que no se había percatado de lo sucedido. La versión popular dice que el marinero que hacía la guardia de fondeo estaba compinchado con los asaltantes en el robo de combustible y que no era la primera vez.  
El herido fue trasladado al hospital de Santa María de Guía, donde al parecer falleció días después. 
De los hechos se hizo cargo el juez de la Comandancia militar de Marina de Las Palmas, Teniente de Navío, Don Emilio Suárez Fiol, que instruyó por lo sucedido la causa número145, de 1921.
El padre del joven fallecido, llamado Manuel Gutiérrezfue detenido por la Guardia Civil.
El "Canario", propiedad de Don Antonio del Pino Rodríguez, valorado en treinta mil duros de la época, que carecía de seguro, fue pasto de las llamas y termino en el fondo de la bahía.
Publicidad de la empresa consignataria, prensa de la época.

La noticia del suceso corrió como la pólvora, Agaete quedo conmocionado, alterando la tranquila semana santa de la villa. 
En la imaginación popular de la gente de la entonces "beata villa de Agaete", quedó durante muchos años la idea de que aquella tragedia familiar fue un castigo divino, por incumplir los mandamientos de Dios y romper el silencio y santificación del viernes santo.
Recuerdo que a finales de los años setenta del pasado siglo; cuando en semana santa empezábamos a ir a la playa, de asaderos o acampada, mi abuela Nina, que conoció los hechos y a los protagonistas, siempre nos recordaba esta historia, amenazándonos con el "castigo divino" por no respetar la conmemoración de la muerte de Cristo...

Bibliografía consultada:
Archivo municipal de Agaete.
La prensa de la época a través del portal Jable de la ULPGC.