En 1917, Europa se desangraba en medio de la tragedia de la Iª guerra mundial.
En Agaete el hambre hacía estragos, una villa eminentemente agrícola y exportadora completamente paralizada, debido al colapso del tráfico marítimo y al cierre de todas las casas exportadoras de la isla por el conflicto europeo. A todo esto se unió la escasez de trigo y millo, base de la alimentación de la mayor parte de la población, lo que provocó el alza de los precios de los alimentos básicos.
La villa es uno de los pueblos donde la hambruna hizo los mayores daños al estar la mayor parte de las tierras en manos de un par de familias terratenientes que ni vivían en la localidad. Los agaetenses buscaron la solución en la emigración a América, unos para buscar mayor fortuna, otros para eludir el servicio militar y la guerra que desangraba el país en el norte de África, otros simplemente acosados por el hambre.
La miseria fue tan grande que los hombres y mujeres de este pueblo dejaron de pagar los tributos, ni el ayuntamiento encontró la manera de hacerlos pagar, pues carecían de todo. Los empleados públicos dejaron de cobrar, el consistorio dejó de ingresar los impuestos a la hacienda pública y al Cabildo. La villa entró en quiebra, la situación era muy crítica. Según la prensa de la época, "las calles de los pueblos de la comarca se llenaron de pobres pidiendo limosna y algo que comer".
Como curiosidad, la prensa se hizo eco de las peticiones de las autoridades como solución urgente para paliar la situación de la villa, la puesta en marcha de diversas obras públicas, entre ellas la ampliación del muelle que se había construido 35 años antes en Las Nieves. Si esa ampliación se hubiera realizado, llegando a los 260 metros que originalmente tenía en mente el ingeniero León y Castillo y que se quedó en la mitad, igual hoy en día no tendríamos el problema y la polémica con el "macromuelle", ¿o sí?
Diario de operaciones de León y Castillo
La intención de estas propuestas era fomentar el trabajo, resolver la crisis obrera de la villa y mitigar la miseria, se solicitó la continuación de la carretera a la Aldea y la de los Berrazales, incluso pidiendo que continuara hasta Artenara. Por pedir se pidió hasta un ferrocarril que uniera Agaete con Las Palmas y que tuvo hasta proyecto.
Diario Las Palmas, lunes 19 de abril de 1917.
La situación era tan crítica que se llegó a solicitar la creación de cocinas sociales que ya existían en otros pueblos, para que la gente tuviera al menos un plato de comida al día.
En el pleno de febrero de 1917, el alcalde Graciliano Ramos Medina, acuerda dirigir escrito al Cabildo de Gran Canaria y Delegación del Gobierno, advirtiendo la imposibilidad de la población para poder subsistir, solicitando remedios, entre otros, la entrega provisional de tierras y frutos de las fincas de los grandes terratenientes a los jornaleros para que puedan sobrevivir.
Contestación del Cabildo a las peticiones del ayuntamiento de Agaete (archivo municipal)
A los vecinos de la villa no le quedó otra alternativa que asaltar las fincas para poder comer, lo que llevó a los propietarios de plataneras ante los numerosos robos de racimos de plátanos a solicitar al ayuntamiento los trámites para la creación de un Puesto de la Guardia Civil, solicitud que el pleno trasladó a la delegación del Gobierno de la isla en Abril de 1917.
La situación económica del consistorio estaba tan mal que incluso se llegó a suprimir el escaso alumbrado público.
Al no tener los ayuntamientos ingresos, tuvo que hacerse cargo el Cabildo de los gastos de mantenimiento, traslado de los presos y cuidado de la cárcel comarcal por ser un servicio esencial.
Esos años era médico titular de la villa el poeta D. Tomás Morales Castellano, gracias a su generosidad los agaetenses nunca quedaron desasistidos, cobrando las visitas solo cuando el enfermo podía pagarlas.
El propio médico sufrió en sus carnes la crisis, pues como en esa época los sueldos del médico titular corría a cargo del ayuntamiento, también se quedó meses sin cobrar. El médico elevo queja al subdelegado de medicina en la isla, que le pidió informe al alcalde, que a la vez era suegro de D. Tomás, D. Graciliano Ramos Medina.
El propio médico sufrió en sus carnes la crisis, pues como en esa época los sueldos del médico titular corría a cargo del ayuntamiento, también se quedó meses sin cobrar. El médico elevo queja al subdelegado de medicina en la isla, que le pidió informe al alcalde, que a la vez era suegro de D. Tomás, D. Graciliano Ramos Medina.
Telegrama en que la subdelegaban de sanidad en la isla le pide informe al ayuntamiento de los sueldos que se le deben al médico titular, D. Tomás Morales (archivo municipal).
Los agaetetenses sobrevivieron a la crisis como pudieron, convirtiendo en alimentos cotidianos lo que antes se echaba a los animales, jaramagos, hinojos, cardos, cebada, avena, etc. En 1918, finaliza la guerra, el tráfico marítimo con el continente se restablece y una Europa destrozada vuelve a necesitar los productos agrícolas que Canarias y Agaete producían, volviendo la normalidad poco a poco.
Los agaetetenses sobrevivieron a la crisis como pudieron, convirtiendo en alimentos cotidianos lo que antes se echaba a los animales, jaramagos, hinojos, cardos, cebada, avena, etc. En 1918, finaliza la guerra, el tráfico marítimo con el continente se restablece y una Europa destrozada vuelve a necesitar los productos agrícolas que Canarias y Agaete producían, volviendo la normalidad poco a poco.
Calle la Concepción a finales del siglo XIX.
Bibliografía consultada:
Archivo histórico municipal de Agaete.
La prensa de la época a través del portal Jable de la ULPGC.