Los primeros coches de hora que enlazaron Las Palmas con los pueblos del interior llegaron a la isla en 1907, apenas habían transcurrido diez años de la llegada de la carretera general a la villa de Agaete. Una carretera polvorienta en verano y un barrizal en invierno. Hasta ese momento la forma más rápida y cómoda de llegar a la capital era en goletas y motoveleros por mar, si los vientos eran favorables en unas cuatro horas se estaba en la ciudad.
Si a media travesía pillaba "calma chicha" y el barco solo era de navegación a vela se quedaba "botao", había que desembarcar en botes por donde se podía, Bañaderos, Guanarteme o el Confital y continuar por tierra el camino.
De otra manera, llegar a Las Palmas en carruajes tirados por bestias, a base de rebencazos (latigazos para achuchar a los animales) se tardaba unas diez horas, con sus respectivas paradas "pa estirar las patas", comer algo y descanso de los animales.
A finales del siglo XIX, un tal Newman Ferrerst Tremearne, de nacionalidad británica, montó una empresa de carruajes tirados por tres caballos, para unir los pueblos con la capital, los viajes en diligencias hasta a Agaete, incluido desayuno en Arucas y almuerzo en el Pagador, se podían hacer "cómodamente sentados". Este británico emprendedor se hizo célebre por ser el primero en construir y utilizar un coche fúnebre tirado por caballos, en la ciudad de Las Palmas.
Pero no fue hasta principios de enero de 1910, cuando el primer ómnibus de la "Sociedad de Automóviles Canarios", los "azules" como se les llamaba en la época por estar pintados de ese color, pasó de Bañaderos previo paso por Arucas, llegando hasta "San Isidro el viejo". A 30 kilómetros por hora, algo menos en las cuestas, el depósito de gasolina no dio para más y tuvieron que ir a Guía con garrafas para repostarlo.
El 25 de enero de 1910, se inaugura oficialmente la línea con Agaete, saliendo el primer ómnibus a las 7 de la mañana de Las Palmas y regresando a la 1 de la tarde, con paradas en; Arucas, Bañaderos, Guía y Galdar entre otras, precio del viaje a Agaete, 5 pesetas, la duración del viaje era de unas tres horas.
Con el progreso llegaron los accidentes, uno de los más trágicos sucedió en Agaete, el domingo 19 de julio de 1914.
A las 5 de la mañana había partido el ómnibus número 9, de los llamados "azules" (Cia. de Automóviles de Gran Canaria) con dirección a Las Palmas, con catorce pasajeros.
Apenas había transcurrido dos kilómetros desde su partida cuando, al llegar al barranquillo denominado "Hondo", límite entre Agaete y Galdar, actual "Piso Firme", en la bajada rompió la cadena de transmisión, no notándose por ir el auto cuesta abajo, al pasar el pequeño puente que aún sigue en el lugar y comenzar la cuesta arriba, el coche fue perdiendo inercia hasta parar y comenzar a retroceder. El chofer echó mano de todos los frenos que tenía a mano, fallando todos, dando la voz de alarma al grito de; "señores sálvese el que pueda", saltando del vehículo el inspector de la compañía y el cobrador, continuando el vehículo con el pasaje marcha atrás cada vez a mayor velocidad hasta derribar el muro de resguardo del pequeño puente y caer al fondo del barranquillo, una altura de unos ocho metros, dando una vuelta de campana, quedando con las ruedas hacia arriba y con la mayoría de los pasajeros atrapados dentro.
La escena era desgarradora, casi era de noche total, algunos heridos pudieron salir por sus propios medios, los atrapados heridos daban gritos horrendos. El inspector don Juan López que había podido saltar a tiempo, salió a la carrera por la carretera hacia Agaete para pedir el auxilio, mientras el cobrador don José Guillén, que también pudo salvarse, atendía a los atrapados. Una vez recibida la noticia el primero en partir junto con el alcalde don Francisco de Armas Merino y el cura párroco don Virgilio Quesada, fue el médico de la Villa, el insigne poeta don Tomás Morales.
A medida que se fueron dando los telegramas del suceso, se fueron personando las autoridades y médicos de Galdar, Guía y Arucas, fuerzas de la Guardia Civil y el delegado del gobierno señor Luengo, además durante la mañana fue llegando personal médico y de la cruz roja de Las Palmas.
Hubo que desarmar el vehículo para extraer algunos de los heridos. El "chauffer", don Francisco González Almeida, conocido por "Pancho Gil", de 30 años de edad, era el herido de mayor gravedad, su estado era crítico, se había fracturado; el cráneo, las piernas, tenía múltiples contusiones y aplastamientos. Los heridos de mayor gravedad, todos vecinos de Agaete, fueron; doña Encarnación Álamo Ramírez, don Cirilo Bermúdez Medina, de 20 años de edad, de profesión zapatero y el indio Nario, vendedor ambulante. El resto, heridos de menor gravedad, fueron; Don Salvador Bermúdez Medina, don Santiago y don Francisco Álamo, de 74 años de edad, de oficio zapatero, don Valentín Bermúdez Armas, don José Suárez Álamo y don Juan Cabrera Rodríguez. Los heridos leves fueron trasladados a sus domicilios en Agaete.
El chofer falleció a las 11,30 en el mismo lugar, su cadáver, previa autorización judicial fue trasladado a casa de un familiar en Galdar.
La precariedad de las nuevas carreteras, la falta de experiencia de los nuevos chóferes, la falta de dispositivos mecánicos fiables en las primeras guaguas, muchas compradas en el mercado de segunda mano de Alemania o Inglaterra, unido a la falta de una inspección técnica oficial de calidad, hicieron que los accidentes y atropellos fueran algo habitual en esos primeros años del desarrollo del transporte público en las islas. En la prensa de la época encontramos muchos artículos denunciándolo y exigiendo la inspección de los automóviles.
Bibliografía:
Archivo Municipal de Agaete.
La prensa de la época a través del portal Jable de la ULPGC.
La rueda en Gran Canaria, José Miguel Alzola, 1968, el Museo Canario.