domingo, 5 de enero de 2020

EL EXPOLIO DE LAS AGUAS DE AGAETE, EL CANAL DE GUAYEDRA, SAMSÓ Y LAS PRESAS.

La presa de barranco oscuro, Guayedra.
En un tiempo, las cuencas de Agaete fueron las más fecundas en aguas de la isla, el preciado líquido que el creador tan pletóricamente otorgó a Agaete, siempre fue objeto de litigio desde la llegada de los conquistadores.
En 1485, el primer propietario de tierras de la villa, Alonso Fernández de Lugo, llegó a un acuerdo con los aborígenes agaetenses para el uso común de las aguas, pero al vender sus tierras a Francisco de Palomar en 1496, este entendió que quedaba liberado de los compromisos anteriores, construyó una nueva acequia y desvió las aguas a su nuevo ingenio azucarero en la parte alta del pueblo, causando graves daños a las cosechas de los nativos. 
Se entabló un pleito que tuvo que resolver la justicia real,  decidiendo el uso de las aguas por ambas partes pero en clara desventaja de los canarios, que solo podían usar la que le sobraba a los ingenios azucareros.
A medida que los ingenios cambiaban de propietarios, el asunto del agua se agudizaba en claro perjuicio de los naturales y sus pequeñas huertas.

El problema se agravó en 1930, cuando en la cabecera de la cuenca del barranco de Agaete, los grandes y medianos propietarios de tierras de Gáldar y Guía, agrupados en el sindicato de agricultores, proyecta una gran presa (la presa de los Pérez)  y desviar las aguas mediante un canal a las vegas de dichos municipios. En 1934, la presa se finaliza y entra en funcionamiento. 
Según la tradición oral, la presa fue ofrecida a los propietarios de tierras y regantes de Agaete, encabezados por los Manrique de Lara, que desestimaron la proposición, alegando que con el manantial del Sao y el del Caidero, más la que bajaba de Tamadaba, tenían suficiente para regar todo el valle de Agaete.
En los años treinta del pasado siglo XX, los Manrique, aprovechando la legislación sobre el agua del siglo XIX, vieron más rentabilidad en vender el agua del Sao a los pueblos de Gáldar y Guía,  que poner en producción y regar las tierras de Agaete, construyeron canales, tuberías y mandaron el agua a dichas vegas, con claro perjuicio para los pequeños regantes del Valle de Agaete y obreros agrícolas, originando graves problemas que terminaron en huelgas, disturbios y sabotajes en fincas e intervención del Gobierno Civil en mayo de 1936. 
Muchos de esos obreros agrícolas que participaron en las protestas y huelgas, meses después, en abril de 1937, fueron detenidos y nunca más se supo de ellos.
El gobernador decretó un laudo que obligaba a contratar obreros a todo propietario con más de dos fanegadas de tierra. Los que tuvieran dos debían contratar un mínimo de  un obrero, más de dos fanegadas y menos de cinco, obrero y medio por fanegada, de cinco fanegadas en adelante, dos obreros por fanegada, obligando a poner en producción las tierras y regar primero Agaete. Estas medidas duraron apenas un par de meses, lo que tardó en llegar la Guerra Civil y las nuevas autoridades franquistas, muchos, grandes y medianos propietarios de tierras y aguas. Las nuevas autoridades anularon toda la legislación republicana y el expolio del agua continuó.
A partir de 1939 (aunque no lo formalizan en escritura hasta 1942), con la compra a los Armas del cortijo de Tamadaba, por parte de don José Samsó Henríquez, en aquel entonces influyente Coronel, Jefe de los servicios Jurídicos del Ejército en Canarias, terra y aguateniente con grandes fincas en Galdar y Guía, las aguas de Tamadaba, que antes discurrían libremente rumbo al barranco y los acuíferos de Agaete, comenzaban a tener sus días contados.
Samsó solicitó en 1940, la autorización para ejecutar tres embalses escalonados en el Barranco de los Ancones (Barranco de las Lajas), un canal y un complejo de tuberías, estanques y demás infraestructuras para llevar las aguas de Tamadaba a sus tierras de Gáldar y Guía.
Como no podía ser de otra manera, el influyente Coronel consigue rápidamente los permisos.
Las obras se prolongan hasta 1954, entre 1940 y 1943, se construye la tubería de Samsó, también se construye la Presa de los Rajones y a partir de 1943, la gran Presa de Tamadaba. La tubería (tubería de Samsó) que, con una longitud superior a 17 km y con un espectacular gran sifón en el Valle de Agaete, salvando un desnivel de más de 800 metros (desde la meseta del Pinar de Tamadaba al cauce del Barranco de Agaete), lleva las aguas desde Tamadaba hasta Gáldar y Guía. 
El canal de Tamadaba tras el incendio.

Una vez más, a un ritmo de unos 100 litros por segundo, se expolian las aguas con que el creador dotó a Agaete, en grave perjuicio para nuestras tierras, agricultores y jornaleros agrícolas  y acuíferos.
En 1947, la comunidad de aguas del noroeste, compuesta mayoritariamente por propietarios de Guía, Gáldar y una multitud de inversores de la isla, hasta un total de 399, donde no faltó alguno de Agaete, previa solicitud, comienza la construcción de un canal para llevar las aguas de la cuenca de Guayedra a las vegas de Gáldar y Guía. Otra vez en el horizonte un nuevo expolio de nuestras aguas que debían de regar primero nuestras tierras y las sobrantes las de los pueblos colindantes.

La construcción es colosal para la época, constaba de varios túneles, uno de cerca de 600 metros de longitud, el que comunica la cuenca de Guayedra con el barranco de Agaete. La obra tuvo un coste de 1.500.000 pesetas de la época.
El 26 de febrero de 1949, el agua atravesó el imponente sifón del barranco de Agaete, con capacidad para siete asadas, sin pararse a humedecer nuestras sedientas tierras. 
Mientras se regaba a manta tomateros y plataneras en Gáldar y Guía, creando riquezas en dichos municipios, Agaete, por no tener no teníamos ni agua corriente en las casas, nuestras tierras eran abandonadas por ir agotándose poco a poco los nacientes que las regaba y nuestra gente emigra a la capital y otras localidades, llegando a mediados de los sesenta  a perder más de 500 habitantes la villa

Durante aquel primer verano de explotación, la comunidad de regantes vendió las horas de agua  entre 100 y 125 pesetas, comenzaba un negocio redondo con las aguas que la naturaleza derramaba sobre nuestro pueblo y sin que el pueblo viera una sola peseta.
A los regantes de Gáldar y Guía no les debió  resultar suficiente con las cuencas de Agaete y Guayedra, que llegaron a proyectar  un túnel que atravesara Tamadaba hasta Acusa y otro en dirección al Risco, para llevar las aguas de dichas cuencas a sus tierras, quizás retomen el proyecto con el nuevo túnel del Faneque en ejecución.

A todos estos grandes expolios hay que unir el de una multitud de pozos que explotan los agotados acuíferos agaetenses, enviando el agua a otras localidades, como son los pozos de míster Leacock, los Manrique, los Guerra,..., cuyas concesiones a fecha de hoy están caducadas en mayor parte, por lo que las aguas deben de pasar a propiedad pública.
Hoy en día, dado el abandono de la mayor parte de las tierras locales, las desaladoras y las depuradoras, ya no lo podemos llamar expolio, sino negocio del agua.

El agua siempre ha condicionado a los pueblos, su desarrollo y su crecimiento poblacional, Agaete ni siquiera ha duplicado su población en los últimos cien años, mientras los pueblos vecinos  la han multiplican por cuatro o más, quizás sea el expolio de nuestras aguas el culpable. 

Bibliografía consultada:
Canarios contra hacendados, Mariano Gambín García.
Siete presas, nueve estanques y una tubería CORTIJO DE SAMSÓ – TAMADABA GRAN CANARIA 1907 – 2009. Jaime J. González Gonzálvez.
Memoria de la comunidad de aguas del noroeste años 1948-49-50-51.
Archivo Municipal de Agaete.