Sobre el valle se situó una nube oscura que cubrió todas las montañas, causando un gran temor en la población, haciendo pensar que algo malo iba a pasar. La manta de agua que cayó sobre todo el valle fue impresionante, "parecía como si la estuvieran lanzando con cubos grades", mientras, en el pueblo apenas llovía. Cuatro horas después, a las dos de la tarde, el arco iris unía Caideros con Tamadaba y cesaba la tormenta, en 24 horas en Caidero se recogieron 218 litros por metro cuadrado.
Los daños fueron cuantiosos, roturas de todas las tuberías que bajaban de Tamadaba, acequias, estanques y troneras anegadas de tierra y escombros arrastrados por los barrancos, destrozos en las vías de comunicación, pérdida de las cosechas de papas y tomates fueron los principales daños.
La tormenta estuvo concentrada en el centro y noroeste de la isla, sufriendo graves daños la carretera de la Aldea.
En el pueblo apenas hubo daños, solamente la fuente de abasto público de aguas de "Los Chorros" resultó dañada, por la llegada del agua que arrastraban los barrancos de forma impetuosa, lo que provocó el desabastecimiento de agua potable y que el domingo 1 de diciembre no se pudiera amasar pan en la villa. El agua corría por los tres ojos del puente.
Otra zona donde el temporal arreció y causó enormes daños fue Guayedra, los pequeños agricultores que explotaban las tierras, prácticamente solo por la comida, lo perdieron todo.
Uno de los pequeños propietarios, Don Teodoro Quintana Fernández lo contaba así: "Fue algo nunca visto, solo los más viejos recuerdan algo parecido, allá por los años noventa del pasado siglo, baste a usted decirle que estuvo lloviendo veinte horas. Esa gran cantidad de agua preparó el terreno para las inundaciones que llegaron en el momento que la gran tromba de agua cayó en el lugar del que hablamos y el pueblo mismo."
El agua arrancó los árboles, en especial numerosas higueras, arrastrándolos hasta los terrenos de cultivo que fueron destruidos en su mayor parte.
En el barrio del Risco afectó a varias viviendas, dejando a sus moradores sin hogar. Uno de los grandes propietarios de tierras, Don José Trujillo Alemán tuvo pérdidas por valor de 70.000 pesetas, perdiéndose toda la zafra del tomate y graves daños en la de plátano.
Sin duda el pueblo más afectado por este temporal fue Tejeda, donde la tromba de agua destrozo viviendas, causando la muerte de cuatro personas y la desaparición de otras dos, sus cuerpos fueron a parar a la Aldea de San Nicolás.
Este temporal rescatado del olvido, junto con el ocurrido el día de Reyes de 1958, siempre estuvo en la memoria de nuestros mayores, como aquel famoso telegrama donde el alcalde Manuel Jiménez, del que se decía que prácticamente no sabía leer ni escribir, dando cuenta del temporal al Gobernador Civil, se tomó muy a pecho aquello de que las novedades tenían que ser lo más escuetas posible, comunicándole; "barranco de banda a banda, de Tamadaba nada se sabe".