Los años setenta y los avistamientos OVNI entre Agaete y Tenerife
Durante la década de 1970, el noroeste de Gran Canaria vivió una etapa de transformación lenta, todavía alejada del ritmo moderno que años después impondría la llegada de nuevas infraestructuras y conexiones marítimas. En ese tiempo, no existía la actual línea marítima entre Agaete y Tenerife, y el paisaje costero mantenía una calma que muchos recuerdan con nostalgia.
Antes de que la compañía Fred. Olsen Express comenzara a operar la ruta entre ambos puertos, el tramo de mar y cielo que separa Agaete de Tenerife era escenario frecuente de relatos misteriosos. En aquellos años, no fueron pocos los vecinos y pescadores que afirmaban haber visto luces extrañas en el firmamento.
La prensa local llegó a recoger algunos de estos testimonios, que describían “objetos voladores no identificados” (OVNIS) desplazándose sobre el mar o alrededor del Teide. Las historias hablaban de destellos luminosos, movimientos imposibles y apariciones repentinas que despertaban curiosidad, temor y fascinación a partes iguales.
Estos supuestos avistamientos no fueron exclusivos de Canarias: coincidieron con una ola mundial de interés por el fenómeno OVNI, muy presente en los medios de comunicación de la época. Películas, programas de radio y revistas dedicadas al misterio contribuyeron a alimentar el imaginario colectivo. Sin embargo, en las islas —donde el cielo nocturno ofrecía una visibilidad excepcional— estas experiencias se vivieron con una mezcla de asombro y cercanía.
Con el paso del tiempo, el auge del turismo, el aumento del tráfico marítimo y la instalación de nuevas tecnologías en la navegación transformaron la zona. Las luces en el horizonte pasaron a tener explicaciones más terrenales, y los relatos sobre OVNIS se convirtieron en parte de la memoria popular de una época en que el cielo y el mar todavía guardaban sus secretos.
El expediente OVNI 760622: la misteriosa noche del 22 de junio de 1976 entre Agaete y Gáldar
La noche del martes 22 de junio de 1976, quedó grabada en la memoria colectiva del noroeste de Gran Canaria. Entre los municipios de Agaete y Gáldar, cientos de vecinos aseguraron haber sido testigos de un fenómeno luminoso tan sorprendente que llevó al Ejército del Aire español a abrir un expediente oficial, identificado con el número 760622.
El informe permaneció clasificado durante años hasta su desclasificación en 1994, y fue publicado posteriormente dentro del proceso de apertura de archivos sobre fenómenos aéreos no identificados en España.
Según numerosos testimonios recogidos aquella noche, alrededor de las diez y media, una gran esfera multicolor, de un tamaño que los testigos compararon con “tres lunas llenas”, cruzó lentamente el cielo de Agaete. Se desplazó hacia el este, en dirección al Teide, y el fenómeno se prolongó durante casi diez minutos.
El suceso causó gran expectación en toda la comarca. Vecinos, pescadores y conductores se detuvieron para observar la misteriosa luz, que cambiaba de color y parecía desplazarse de forma irregular. Las crónicas orales hablan de asombro, silencio y cierta inquietud ante lo desconocido.
La parte más comentada del episodio tuvo lugar en el barrio de Piso Firme, una zona rural cercana a Agaete. Allí, varios testigos aseguraron haber visto de cerca la gran esfera luminosa sobrevolando un campo de cebollas. Según sus relatos, dentro del resplandor se distinguían dos figuras que parecían levitar sobre el terreno, antes de que el objeto desapareciera repentinamente hacia el mar.
Este fragmento del relato popular fue bautizado por algunos medios locales como el “encuentro en la tercera fase de Piso Firme”, en alusión a la famosa película de Steven Spielberg, estrenada apenas un año después, en 1977.
El expediente 760622 recogió las declaraciones de testigos civiles y militares, además de observaciones desde estaciones de radar. Aunque nunca se llegó a una conclusión definitiva, los informes oficiales atribuyeron el fenómeno a posibles reflejos atmosféricos o reentradas de material espacial. Sin embargo, para quienes lo vivieron aquella noche, el recuerdo sigue teniendo un halo de misterio que ha pasado a formar parte de la historia oral de Gran Canaria.
El supuesto lugar del aterrizaje: campo de cebollas a la entrada de Las Rosas.
Un par de días después del avistamiento del 22 de junio de 1976, los comentarios sobre lo ocurrido seguían ocupando conversaciones en bares, paradas de guaguas y tertulias vecinales de todo el noroeste grancanario. La noticia del fenómeno había corrido de boca en boca, y muchos querían comprobar por sí mismos si era cierto lo que se decía sobre el misterioso “campo de cebollas” donde, según varios testigos, la esfera luminosa había descendido.
Mientras viajaba hacia Las Palmas en una guagua de la empresa UTINSA, tuve ocasión de observar aquel lugar. El terreno se encontraba junto a la carretera, cerca de la parada de guaguas de Las Rosas, a la entrada del barrio. A simple vista se distinguía un círculo de unos diez metros de diámetro, donde las cebollas aparecían aplanadas en una misma dirección, con un tono distinto al resto del cultivo y quemadas en las puntas.
La zona estaba acordonada con cintas y en las inmediaciones se podía ver un vehículo del Ejército del Aire, con varios uniformados inspeccionando el terreno. La escena despertaba curiosidad y, al mismo tiempo, cierta incredulidad. Aunque nunca he sido una persona especialmente inclinada a creer en fenómenos paranormales, algo fuera de lo común parecía haber ocurrido allí. O, si no, —como solían bromear algunos vecinos—, el responsable de los efectos especiales merecía un Óscar.
Tiempo después, el informe del Ejército del Aire, incluido en el expediente 760622, restó importancia a aquel supuesto rastro físico. Los peritos consideraron que el aplanamiento de las plantas podía deberse a causas naturales o a la acción humana, y calificaron el incidente como “sin relevancia especial”, incluso sugiriendo que podía tratarse de un montaje periodístico.
Pese a la explicación oficial, el “campo de las cebollas de Las Rosas” se convirtió en uno de los episodios más recordados del misterioso avistamiento de 1976. Hoy, su historia sobrevive en la memoria popular, como un ejemplo de cómo un suceso local llegó a formar parte del imaginario ufológico de Canarias.
Campo de cebollas, lugar del supuesto aterrizaje, al lado de la antigua carretera general del norte, fotografía en la prensa de la época, El Eco de Canarias, 26 de junio de 1976.
Los testigos del fenómeno: civiles y militares ante el misterio.
El avistamiento del 22 de junio de 1976, no fue un simple rumor popular. Además de los numerosos vecinos que aseguraron haber visto la gran esfera luminosa sobre Agaete y Gáldar, el caso contó con testigos de reconocida credibilidad, tanto civiles como militares, lo que llevó a las autoridades a tomarse el suceso con especial atención.
Entre los testigos civiles destacaban figuras muy conocidas en la comarca: don Paco Julio, médico local; don Francisco Estévez, taxista; y varios vecinos de la zona que coincidieron en la descripción del fenómeno. Todos ellos afirmaron haber observado la misma esfera multicolor, desplazándose en silencio y con movimientos poco comunes, antes de perderse hacia el horizonte en dirección al Teide.
A estos testimonios se sumaron los de los tripulantes de la patrullera Atrevida, perteneciente a la Marina de Guerra Española, que aquella noche navegaba entre Fuerteventura y Gran Canaria. Desde la cubierta del navío también se divisó una luz anómala en el cielo, lo que llevó a que el hecho fuera anotado en el diario de operaciones del buque, un documento oficial que posteriormente formó parte del expediente 760622.
La presencia de registros militares otorgó al caso una relevancia inusual dentro de los archivos de fenómenos aéreos no identificados. Por ese motivo, el juez militar designado para la investigación consideró necesario realizar una revisión exhaustiva de los testimonios y de la documentación generada. El expediente se mantuvo clasificado durante casi dos décadas, reflejando el interés y la cautela con que el suceso fue tratado por las autoridades de la época.
Hoy, gracias a la desclasificación de esos informes en 1994, sabemos que el caso de Agaete y Gáldar fue uno de los expedientes OVNI más detallados del archivo histórico del Ejército del Aire, y sigue siendo una referencia obligada en la historia del misterio en Canarias.
El testimonio del doctor Paco Julio y el taxista Francisco Estévez.
De entre todos los testimonios recogidos tras el avistamiento del 22 de junio de 1976, el relato más detallado y sorprendente fue el del doctor Paco Julio —médico muy respetado en la zona— y el taxista Francisco Estévez, que aquella noche se dirigían hacia el barrio de Las Rosas, en la zona de Piso Firme, para atender a una paciente enferma. Con ellos viajaba también un familiar de la mujer, testigo igualmente de los hechos.
Según la declaración del doctor, al desviarse de la carretera general de Las Palmas a Agaete y tomar el camino vecinal que conduce a Las Rosas, se encontraron con una gran esfera luminosa, aparentemente transparente y estacionaria, situada muy cerca del suelo. De un color azulado, el objeto mostraba en su interior una columna central por la que circulaba una especie de gas azul celeste.
El propio médico describió que, en la parte central del objeto, podían distinguirse tres consolas y, ante ellas, dos figuras humanoides vestidas con monos de color rojo, uno frente al otro, sobre una plataforma metálica de tono aluminio. Estimó su altura entre 2,5 y 3 metros, con un tórax ancho, extremidades relativamente delgadas y la cabeza proporcionada al cuerpo, aunque con el occipital alargado.
El doctor Paco Julio afirmó que la esfera comenzó a aumentar de tamaño, hasta alcanzar las dimensiones aproximadas de una casa de veinte pisos, tras lo cual se elevó lentamente y partió en dirección a Tenerife.
Cuando los investigadores militares le preguntaron si había sentido miedo, el médico respondió que experimentó una “sensación maravillosa de bienestar y paz”, y que incluso sintió el impulso de acercarse al objeto. Sin embargo, recordó que iba en un servicio de urgencias y pidió al taxista que continuara el trayecto para atender a la enferma.
Por su parte, el taxista Francisco Estévez corroboró el relato en sus propias declaraciones. Afirmó que, al llegar al barrio de Las Rosas, vio sobre el suelo, junto a la carretera, una gran esfera transparente, similar a una bola de cristal de unos 25 o 30 metros de diámetro, en cuyo interior se distinguían dos figuras de color rojo, mucho más altas que una persona normal. Momentos después, el objeto despegó verticalmente, dejando tras de sí una columna de humo visible durante unos segundos antes de desaparecer rumbo a Tenerife.
El testimonio del doctor Paco Julio y del taxista Estévez fue incluido íntegramente en el expediente militar 760622, y constituye uno de los relatos más singulares y detallados de los archivos desclasificados del Ejército del Aire español. Más allá de su interpretación, continúa siendo una pieza clave dentro de la historia del llamado “encuentro de Piso Firme”, un episodio que aún hoy despierta fascinación entre investigadores y curiosos del fenómeno OVNI.
El familiar de la enferma que iba en la parte de atrás del taxi, manifestó que él solo vio un extraño resplandor fuera del coche, pero que la capota del vehículo no le dejaba ver nada, si observó la conversación y el nerviosismo del médico y el taxista, lo que le causó mucho pánico.
En el expediente hay manifestaciones de personas de Agaete, como la del entonces presidente del "Casino la Luz", que observa el fenómeno con prismáticos desde la ventana de su casa.
El testimonio de una vecina de Las Rosas
Además de los informes oficiales y las declaraciones de testigos con formación profesional, el expediente 760622 también recoge los relatos de varios vecinos del barrio de Las Rosas, quienes vivieron aquella noche con auténtico desconcierto. Uno de los testimonios más recordados es el de una vecina del lugar, que describió una experiencia tan breve como intensa.
Según relató, aquella noche del 22 de junio de 1976 se encontraba en su casa viendo la televisión cuando, de pronto, el aparato se apagó sin motivo aparente. Intrigada, se asomó a la ventana para comprobar si había fallado la luz en todo el barrio. Fue entonces cuando, para su asombro, vio una enorme esfera luminosa sobrevolando las inmediaciones. La describió como una “bola tan grande como la iglesia de Gáldar”, en cuyo interior creyó distinguir dos figuras humanas.
Presas del pánico, la mujer y su familia cerraron puertas y ventanas y se refugiaron en el interior de la vivienda, donde permanecieron rezando hasta que la luz desapareció del cielo. El episodio fue comentado durante semanas entre los vecinos, sumándose a la larga lista de testimonios sobre el misterioso fenómeno observado aquella noche.
Este relato, junto con otros similares, fue incluido en el informe militar como testimonio civil complementario, reflejando el impacto emocional que el suceso tuvo en la comunidad. Aunque la investigación oficial no ofreció una explicación concluyente, el recuerdo de aquella “bola tan grande como la iglesia de Gáldar” sigue vivo en la memoria popular como uno de los momentos más inquietantes de la historia reciente del barrio de Las Rosas.
Conclusión: entre el misterio y la historia
El informe final del expediente 760622 clasificó el incidente como un “Fenómeno Aéreo No Identificado” (FANI), una denominación técnica que, en palabras más sencillas, equivalía a decir: “algo ocurrió, pero no sabemos qué”.
El caso tuvo una amplia repercusión en la prensa, tanto nacional como internacional. Los medios locales dedicaron durante semanas portadas y reportajes al llamado “encuentro de Agaete”, mezclando hechos, rumores y, según el propio informe militar, algunas manipulaciones periodísticas. Aun así, el suceso quedó grabado en la memoria popular, y hoy sigue reapareciendo de vez en cuando en programas de televisión y documentales sobre fenómenos misteriosos.
En aquel tiempo, además, el contexto geopolítico alimentaba aún más la imaginación colectiva. Buques de seguimiento espacial soviéticos y norteamericanos, así como fragatas francesas portamisiles, se encontraban operando en aguas próximas al archipiélago. Esa coincidencia llevó a algunos periodistas y curiosos a especular con teorías de todo tipo: que se trataba de pruebas militares secretas, de satélites en reentrada, o incluso de naves procedentes del fondo del mar, entre Agaete y Tenerife.
javier sierra, otros mundos, los ovnis de la transición
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=CMXr7dO6UUg