Con nocturnidad, "entre la noche y el día, cuando los gallos cantaban", mientras la luna se escondía tras el roque Antigafo, con las calles luciendo las mejores galas, entre una mezcla de devoción, emoción y bullicio, entre lo sagrado y lo pagano, Agaete recibía (con permiso de nuestra señora de Las Nieves) a la virgen más hermosa, la madre de Gran Canaria, en su visita pastoral con motivo de agradecimiento por no haber ocurrido daños personales en los incendios que afectaron entre otros a nuestra villa el pasado mes de agosto.
Era las siete de la mañana del doce octubre de 2019, cuando en "las Chisqueras" apareció el aparatoso camión grúa con una enorme caja en su plataforma, precedido y seguido por una caravana de vehículos policiales y eclesiales, creo que ni Donald Trump lleva tanta seguridad. Del enorme cajón protector, tras unos minutos de maniobras en medio del surtidor de la BP, (aquí podíamos cambiar la letra de Néstor Álamo y decir "que bonita está la virgen en lo alto del surtidor") entre aplausos, surgió la milagrosa imagen de nuestra Señora del Pino.
A los pocos minutos, al son del himno nacional estilo banda de Agaete, fuegos artificiales y 21 atronadoras salvas que terminaron por despertar al pueblo, si es que quedaba alguien sin despertarse, la virgen inició su visita a la villa.
La fiesta había comenzado la noche anterior, con una retreta improvisada por la banda de Las Nieves por el centro del pueblo. A las seis de la mañana, en la puerta del ayuntamiento, como si se tratara de un cuatro de agosto extraordinario, sonó el volador y la popular banda de Agaete comenzó una diana floreada por las calles del pueblo, avisando de la pronta llegada de la ilustre visitante. Ríos de gente con las legañas aún pegadas, comenzaron a bajar de los barrios rumbo a las chisqueras, entrada al pueblo por el norte, lugar tradicional de recibimiento de las personas ilustre.
Los días previos los trabajadores municipales y voluntarios se habían esmerado en poner el recorrido en las mejores condiciones posibles, se parchearon los habituales socavones, se repintaron las señales viales, banderas, alfombras, bombillos, pancartas de bienvenida y adornos florares, jalonaban todo el recorrido.
La comitiva, al son de las marchas de la banda de Agaete enfiló la calle León y Castillo rumbo a la iglesia, entre lluvia de pétalos que caían de las azoteas de algunas viviendas, el delirio de los creyente y flash de móviles, hasta unas finas gotas de lluvia cayeron, lo que hizo creer a algunos en una señal divina.
A la llegada a la plaza la multitud enfervorecida rompió en aplausos y vítores, haciéndose un silencio sepulcral mientras un joven interpretaba un magistral "Ave María".
Una vez la Señora o lo que se ve de ella, la cara y la cabeza del niño (nunca entendí que siendo la esposa y la madre de un humilde carpintero, la iglesia se siga empeñando en ocultarnos con ricas telas y joyas el resto de la hermosa talla), fue instalada en el pórtico del templo, comenzando a continuación un pesado protocolo de discursos de bienvenida y firmas de actas, ante la desesperación del público presente, mayoritariamente ya entrado en años y que no estaba para estar de pie mucho rato, depositando la alcaldesa su bastón de mando, símbolo de la autoridad sobre la villa, a los píes de la virgen, siendo simbólicamente alcaldesa por unas horas. El alcalde de Teror entregó un pino para ser plantado en la villa, como símbolo del renacer de los destruidos por el fuego de agosto, motivo de la visita de la patrona de la isla.
Una vez terminado el protocolo de recibimiento, la virgen fue colocada en un altar situado en el lateral derecho de la iglesia, donde una marabunta de gente fue desfilando a lo largo del día, entre rezos, lágrimas, rogatorias y muchos autorretratos ahora llamados selfies.
Las diferentes misas que a lo largo del día se celebraron llenaron el auditorio y muchos las tuvieron que ver a través de una pantalla colocada en la plaza.
A las 7 de la tarde tuvo lugar la misa celebrada por el obispo de la diócesis de Canarias, a continuación con la virgen otra vez en el frontis de la iglesia, tuvo lugar el acto de reconocimiento a todos los que participaron de una manera u otra en las labores de extinción o de atención a los evacuados de nuestra localidad, como consecuencia del terrible incendio que asoló una buena parte de la isla en el pasado mes de agosto.
Seguidamente se procedió a la inauguración de una placa conmemorativa de la ilustre visita en las proximidades de la iglesia, a continuación tuvo lugar una serie de actuaciones musicales de grupos de la localidad, destacando el audiovisual proyectado en la fachada de la iglesia, finalizando el acto con una vigilia oficiada por el obispo y sacerdotes acompañantes.
Imagen curiosa en la plaza, mientras unos rezaban con fe escuchando y viendo los actos religiosos, otros, botellín en mano miraban atónitos, mientras en el perola se escuchaba una parranda y un pandero, así somos las gente de Agaete.
Tras serle devuelta la vara de mando a la alcaldesa titular y una impresionante sesión de fuegos artificiales como nunca se habían visto en la villa, se dio por finalizada la consagrada visita.
Sin lugar a duda una visita histórica que no tiene otro parangón igual que la visita que en diciembre de 1951, efectuó la virgen peregrina, Nuestra Señora de Fátima, ya tratada en este blog en el siguiente enlace; LA VIRGEN DE FÁTIMA VISITA AGAETE y EL VALLE, 16-12-1951.
1951, VISITA DE LA VIRGEN PEREGRINA DE FÁTIMA.
A los pocos minutos, al son del himno nacional estilo banda de Agaete, fuegos artificiales y 21 atronadoras salvas que terminaron por despertar al pueblo, si es que quedaba alguien sin despertarse, la virgen inició su visita a la villa.
La fiesta había comenzado la noche anterior, con una retreta improvisada por la banda de Las Nieves por el centro del pueblo. A las seis de la mañana, en la puerta del ayuntamiento, como si se tratara de un cuatro de agosto extraordinario, sonó el volador y la popular banda de Agaete comenzó una diana floreada por las calles del pueblo, avisando de la pronta llegada de la ilustre visitante. Ríos de gente con las legañas aún pegadas, comenzaron a bajar de los barrios rumbo a las chisqueras, entrada al pueblo por el norte, lugar tradicional de recibimiento de las personas ilustre.
Los días previos los trabajadores municipales y voluntarios se habían esmerado en poner el recorrido en las mejores condiciones posibles, se parchearon los habituales socavones, se repintaron las señales viales, banderas, alfombras, bombillos, pancartas de bienvenida y adornos florares, jalonaban todo el recorrido.
La comitiva, al son de las marchas de la banda de Agaete enfiló la calle León y Castillo rumbo a la iglesia, entre lluvia de pétalos que caían de las azoteas de algunas viviendas, el delirio de los creyente y flash de móviles, hasta unas finas gotas de lluvia cayeron, lo que hizo creer a algunos en una señal divina.
A la llegada a la plaza la multitud enfervorecida rompió en aplausos y vítores, haciéndose un silencio sepulcral mientras un joven interpretaba un magistral "Ave María".
Una vez la Señora o lo que se ve de ella, la cara y la cabeza del niño (nunca entendí que siendo la esposa y la madre de un humilde carpintero, la iglesia se siga empeñando en ocultarnos con ricas telas y joyas el resto de la hermosa talla), fue instalada en el pórtico del templo, comenzando a continuación un pesado protocolo de discursos de bienvenida y firmas de actas, ante la desesperación del público presente, mayoritariamente ya entrado en años y que no estaba para estar de pie mucho rato, depositando la alcaldesa su bastón de mando, símbolo de la autoridad sobre la villa, a los píes de la virgen, siendo simbólicamente alcaldesa por unas horas. El alcalde de Teror entregó un pino para ser plantado en la villa, como símbolo del renacer de los destruidos por el fuego de agosto, motivo de la visita de la patrona de la isla.
Una vez terminado el protocolo de recibimiento, la virgen fue colocada en un altar situado en el lateral derecho de la iglesia, donde una marabunta de gente fue desfilando a lo largo del día, entre rezos, lágrimas, rogatorias y muchos autorretratos ahora llamados selfies.
Las diferentes misas que a lo largo del día se celebraron llenaron el auditorio y muchos las tuvieron que ver a través de una pantalla colocada en la plaza.
A las 7 de la tarde tuvo lugar la misa celebrada por el obispo de la diócesis de Canarias, a continuación con la virgen otra vez en el frontis de la iglesia, tuvo lugar el acto de reconocimiento a todos los que participaron de una manera u otra en las labores de extinción o de atención a los evacuados de nuestra localidad, como consecuencia del terrible incendio que asoló una buena parte de la isla en el pasado mes de agosto.
Seguidamente se procedió a la inauguración de una placa conmemorativa de la ilustre visita en las proximidades de la iglesia, a continuación tuvo lugar una serie de actuaciones musicales de grupos de la localidad, destacando el audiovisual proyectado en la fachada de la iglesia, finalizando el acto con una vigilia oficiada por el obispo y sacerdotes acompañantes.
Imagen curiosa en la plaza, mientras unos rezaban con fe escuchando y viendo los actos religiosos, otros, botellín en mano miraban atónitos, mientras en el perola se escuchaba una parranda y un pandero, así somos las gente de Agaete.
Tras serle devuelta la vara de mando a la alcaldesa titular y una impresionante sesión de fuegos artificiales como nunca se habían visto en la villa, se dio por finalizada la consagrada visita.
Sin lugar a duda una visita histórica que no tiene otro parangón igual que la visita que en diciembre de 1951, efectuó la virgen peregrina, Nuestra Señora de Fátima, ya tratada en este blog en el siguiente enlace; LA VIRGEN DE FÁTIMA VISITA AGAETE y EL VALLE, 16-12-1951.
1951, VISITA DE LA VIRGEN PEREGRINA DE FÁTIMA.
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