Los chorros en la actualidad.
Tras la venta de las tierras y el ingenio al genovés Francisco de Palomar, sobre 1495-96, surgieron los problemas, este interpretó que todas las aguas y nacientes anexas a las tierras eran suyas, causando graves perjuicios a los aborígenes. Estos se tomaron la justicia por su propia mano y desviaban las aguas a sus cultivos cada vez que les hacía falta, iniciándose un pleito que terminó en los tribunales.
El gobernador Alonso Fajardo en una sentencia salomónica, en síntesis, falla que; los canarios pueden construir sus propias acequias desde los nacientes para regar sus huertas, pero en horas que no se esté moliendo en el ingenio de Palomares o usando las aguas este.
La sentencia no convenció a los antiguos agaetenses y siguieron con el pleito que dura unos cuantos años, terminando en la Real Audiencia de Granada, con la intervención de los reyes Isabel y Fernando, que ordenan al gobernador de la isla que haga justicia sobre la petición de los canarios de Agaete, que desde 1495, son usurpadas sus aguas y otros agravios.
Así comienza los heredamientos de aguas de la villa, en principio asociados a la propiedad de las tierras que regaban. Así sucedió durante varios siglos, generándose nuevas acequias e infraestructuras con el transcurso del tiempo.
Una vez abastecidas las necesidades del pueblo que, solo podían recoger agua en cacharros y bernegales, las aguas sobrantes encauzada por la acequia real o principal, por las diferentes troneras y ramales se distribuían por las tierras de la localidad.
Las heredades de Agaete durante siglos se rigieron por la palabra y las costumbres, no existiendo estatutos escritos.
Para distribuir las "dulas" o si surgían problemas de reparto de aguas, se reunían sus asociados a la sombra de un viejo eucalipto que se encontraba en la Plaza de Tenesor, en la actualidad frente a la oficina de correos y de allí no se levantaban hasta llegar al acuerdo.
La ley especial de 27 de diciembre de 1956, obliga a las heredades a legalizarse y presentar sus estatutos. No es hasta diciembre de 1964, cuando las heredades del "Caidero, Fuente del Álamo y La Canal", transforman sus viejas normas no documentadas, pero si respetada, en normas escritas y dentro del ordenamiento jurídico de la época.
Se autoriza una galería que transcurre bajo el cauce del barranco de una longitud total de 854 metros, en un replanteo posterior la deja en 793 metros. El presupuesto es de 22.340 pesetas, según proyecto del ingeniero Eugenio Suárez Galván. Los precios de venta del agua, si existiesen sobrantes, sería los siguientes; metro cúbico en verano dos pesetas, en invierno, 50 céntimos (precios 1940). Veinte años después fue abandonada la perforación, perforándose poco más de 300 metros de galería.
En los años sesenta del pasado siglo; tras la construcción de nuevas presas, la apertura en los años anteriores de una infinidad de pozos y galerías a lo largo de la cuenca del barranco de Agaete, se fueron agotando los acuíferos, las fuentes y nacientes de la villa. El cultivo de las tierras entró en declive, de las 70 fanegadas que regaban las aguas de la "Heredad", dividida en 86 parcelas y 38 comuneros, hoy en día apenas quedan de regadío media docena de pequeñas fincas.
La ausencia de mantenimiento del naciente y la galería de la Fuente del Caidero, produjo que, en la década de los ochenta del pasado siglo, dejara de salir el agua durante ocho años, hasta que hace unos años, miembros de la heredad entraron en la galería y al observar que había abundante agua, obstruida por desprendimientos, colocaron una tubería que lleva el agua directamente a la tronera de reparto, sita 100 metros más abajo.
El agua ha seguido manando en pequeña cantidad, incluso en estos últimos años de sequía. Este invierno pasado ha sido algo generoso en lluvias y ha vuelto a crecer el manantial del Caidero, lástima que no haya casi nada que regar.
"Visitó el General la ermita de Las Nieves y regresó á Agaete, dirigiéndose á la parroquia y luego á la preciosa gruta denominada El Caidero, donde nace el agua para surtir al vecindario y aun para el regadío de terrenos. Esta gruta, que en su interior parece que está formada solo por exuberante vegetación, gustó muchísimo."
Bibliografía:
Archivo municipal de Agaete.
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